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jueves, 27 marzo, 2025
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Las muchas vidas de las Otras crónicas marcianas

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Por: Vianney Carrera •

La Gualdra 654 / Libros / Ciencia Ficción

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Desde los 12 años, Ray Bradbury supo que iba a ser inmortal cuando un mago definió su destino. Según contaba, en 1932 durante una feria ambulante conoció a Mr. Eléctrico, un ilusionista que desafiaba la vida cuando demostraba ante el mundo que era inmune a la silla eléctrica. 

Después de un acto, mientras el joven Ray lo veía fascinado, el mago sacó una espada chispeante con la que proclamaba su victoria y escogía al futuro autor de Crónicas marcianas entre la multitud de niños: “¡Vive para siempre!”, le dijo. Desde entonces, el pequeño comenzó a escribir, porque entendió que ésa era la única manera de ser inmortal. 

En 1949, cuando él tenía 29 años, un editor de Nueva York le propuso recopilar y publicar los cuentos sobre Marte que había escrito anteriormente, algunos de ellos dados a conocer en revistas. 

Tras una extensa revisión de casi dos años, el libro contó las maravillas del planeta rojo y cómo los humanos comenzaron a habitarlo, a través de textos cronológicos. El autor escribió algunos relatos “puentes”, a sugerencia de su compilador, para que la obra pudiera fluir más natural. El resto es historia. En los años posteriores a su publicación en 1950, Crónicas marcianas se convirtió en una de los títulos emblemáticos del autor. 

Ray Bradbury nacido en 1920 en Waukegan, Illinois, Estados Unidos, es uno de los escritores más relevantes del Siglo XX. Su obra incluye clásicos como Fahrenheit 451, El hombre ilustrado, y El país de octubre, entre 30 obras más. 

Más de 70 años después, el editor, traductor y amigo personal de Bradbury, Marcial Souto, dio a conocer otra narrativa de Marte, sólo que ahora con 10 historias tanto en inglés como en español. La editorial española, Zorro Rojo, publicó en 2022 Otras crónicas marcianas, un libro que también fue ilustrado por David de las Heras. Algunos de los cuentos recopilados formaron parte de la selección original y otros fueron escritos después de la publicación de Fahrenheit 451.

Otras crónicas marcianas, así como su nombre lo dice, narra los viajes de los humanos que ahora se quedaron en Marte. Sin embargo, Bradbury da voz a diversas entidades, a los “otros” marcianos que tienen vida de diferentes consistencias tanto físicas como oníricas, que comunican que el planeta nunca fue dejado por sus habitantes. El libro consta de 10 relatos, los cuales en su gran mayoría, continúan desde la perspectiva humana, así como en el libro original. Asimismo, también están narrados en primera o tercera persona. 

Similar a Crónicas marcianas, estos textos sugieren con guiños sutiles, que los habitantes de Marte sí existen, existieron, y al mismo tiempo, lo siguen haciendo de tres maneras diferentes. Por un lado, se encuentra referencia a un tipo de espíritus, ya que en algunos textos se habla de entidades que vivieron en el planeta rojo y aún recuerdan que poseían cuerpo físico. Incluso, estas entidades tienen la capacidad de adentrarse en la mente de los humanos y lograr cambios físicos en su entorno, moldeando los sentimientos, deseos, ilusiones para que los terrícolas hagan acciones impensables. 

Luego, existen los supervivientes, aquéllos que vivieron después de la extinción de su raza. Así como en Crónicas marcianas se habla de que los humanos trajeron la viruela. Bradbury retrata a estos seres como unos solitarios, sin embargo, al mismo tiempo sientes curiosidad de cómo son y viven los humanos. Los marcianos, al igual que en el libro de 1950, son de piel morena con ojos amarillos. 

Y por último, Bradbury cuenta sobre la metamorfosis de los humanos que decidieron quedarse en Marte. Ellos, junto con sus familias y vecinos de las colonias que hicieron, comienzan poco a poco a adquirir características de los primeros marcianos. En Otras crónicas marcianas, los colonos que llegan de la Tierra y no quisieron irse después del comienzo de la guerra nuclear, empiezan primero a pensar como si fueran originarios del planeta rojo; luego su mente juega con ellos a tal grado que olvidan su lenguaje y al final, ni siquiera recuerdan que hayan sido humanos. 

Este último aspecto, así como en Crónicas marcianas, también aparece la constante perspectiva humana a través de los textos. Aunque no se tengan expediciones ni fechas como en los cuentos del libro original, éstos van en orden cronológico, pero para un “lector humano”, por así decirlo; ya que existen situaciones que transcurren entre un espacio a otro del tiempo, pero del “tiempo marciano”, porque éste transcurre diferente para los personajes humanos.

Otras cosas que también coinciden es que los integrantes de la raza humana siguen siendo los principales actores. Se sabe más de Marte por ellos, que por los mismos marcianos. 

Esta recopilación, que estuvo por muchas décadas oculta, además de contar las otras historias que se quedaron atrás, resuelve muchos “por qués” planteados en la obra de 1950 desde un principio. 

Sin embargo, tanto las Crónicas marcianas, como Otras crónicas marcianas, aunque transcurren en un mismo mundo y en una misma línea temática y temporal, son dos obras distintas que por sí solas despiertan en el lector diferentes sentimientos. 

No es lo mismo el primer viaje a Marte sin conocerlo, que vivir la experiencia de una segunda expedición con mucha más tecnología y conocimiento del planeta. Aunque uno nunca sabe lo que se encontrará. 

 

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