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miércoles, 24 abril, 2024

La pugna Hoyos/Romero. (Sexta y última parte)

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

No pagar, retener (jinetear) o regatear el sueldo a los maestros de escuelas, no es cosa de ahora, como veremos enseguida.

El pasaje del maestro don Miguel de Hoyos lo hemos narrado con cierto detalle en este prestigiado rotativo. Después del conflicto que enfrentó a raíz de las quejas y la acusación que le hiciera el comerciante Cristóbal Romero, respaldada por otros vecinos de la ciudad de Zacatecas en el año de 1795, murió sin que pasaran muchos años. En ese mismo año, su hijo José, quien lo sustituyó provisionalmente tras su muerte, solicitó por medio de un escrito fechado el 6 de marzo de 1805, dirigido al Ayuntamiento, el pago de su sueldo atrasado.() En su reclamo, entre otras cosas el quejoso menciona que tras la muerte de su padre se hizo cargo, “[…] de la asistencia de la escuela sin dejar pasar aun aquellos días precisos de sentimiento tan justo: no me fue de estorbo el dolor natural, ni la funestidad (sic) de toda la familia para la atención de los niños, prefiriéndola (se refiere a la escuela) como cosa del interés público [….] considerando que tan sólo una hora de descuido bastaba para perjudicarles en el aprovechamiento. Continúa en su alegato: “Estos méritos, que con otros representé en aquel tiempo…. para que con el informe que se juzgó oportuno se me propusiese para obtener la plaza en primer lugar, como a consecuencia se verificó, resolviéndose al interino a la propiedad (sic) en que actualmente estoy acreditado… ().

José de Hoyos (hijo de don Miguel Ángel), un maestro según sus propias palabras, consciente y sensible a la causa educativa a la que consideraba de interés público, en los momentos de mayor dolor no abandonó a los alumnos que, con todo y la serie de problemas que enfrentó con algunos de sus padres, había atendido su progenitor. 

Apoyándose en sus méritos y trabajo, reclamó le fuera dada la plaza en propiedad que hasta entonces venía ocupando en forma interina. Mas adelante agrega que tan pronto como recibió el nombramiento por parte del “Presidente” de Guadalajara, se le designó un sueldo o dotación, el cual cobró pensando que era el pago al trabajo realizado durante el tiempo que estuvo interinamente en la escuela.  Agrega que, durante el lapso de la muerte de su padre hasta el momento de recibir el citado nombramiento, desempeñó el mismo trabajo y “quizás mayor”. Por lo que, considera que se le debe el monto de dinero correspondiente del “veinte de enero al 10 de febrero”. Cantidad que no obstante su bajo monto, en virtud de sus obligaciones dado que tiene a su cargo una numerosa familia, y sin más arbitrio para sostenerla que su sueldo, “me hacen recurrir, continúa diciendo, a la justificación de V.S. para que, si fuere de su agrado, mande se entregue la porción corta que llevó referida; pues en ello recibiré gracia y merced. A V.S.  suplico así lo determine”. ()  

Firmaron de recibida la anterior solicitud Pedro M. de Santa Ana y el intendente Francisco Rendón, turnándola enseguida al Ayuntamiento. Si le pagaron o negaron a José de Hoyos el monto del sueldo ya devengado que reclamaba como justo es cosa que no sabemos debido, nuevamente, a la falta de testimonios que dieran seguimiento a este asunto. Lo que queda patente es la disposición de trabajo de un maestro interino, contrastante con la escasez de las arcas del ayuntamiento capitalino.

La disposición mostrada por José de Hoyos aunada a su buena conducta, misma “que debe continuar” (según argumentaba), fueron factores que favorecieron para que por medio de un superior decreto firmado por el presidente de la Audiencia y gobernador de Guadalajara, José Abascal y Souza, al que pertenecía el patronato a cargo del Colegio seminario del que financieramente dependían las escuelas de primeras letras, le fuera otorgado el titulo definitivo y la plaza que había pertenecido a su señor padre. El título en cuestión fue expedido en Guadalajara, el 13 de septiembre de 1804 y ratificado en Zacatecas nueve días después. El nombramiento además de asignarle la plaza vacante con el sueldo establecido, le concedía una ración alimenticia y casa habitación. () Con su nueva situación: contando ya con trabajo, sueldo, comida y casa, sin duda las tribulaciones de José de Hoyos se atemperaron, si es que no desaparecieron por un tiempo.

Parte de la historia laboral de los maestros de Hoyos, don Miguel Ángel y su hijo José, es uno de tantos casos que se repitieron durante el virreinato en un oficio, en que muy al estilo gremial se heredaba de padres a hijos. Se continuaba así con una tradición de origen medieval. Otro ejemplo fue el de los Montero de la ciudad de México, impulsores del método lancasteriano. ν

Referencias. 

AHEZ. Archivo histórico del Estado de Zacatecas.

ARHZ. Archivo de la Real Hacienda de Zacatecas.

Notas al final

1 AHEZ. Fondo Ayuntamiento, Serie Enseñanza, “José de Hoyos, maestro, pide se le pague lo atrasado de su sueldo”, C.1. 1. fj. 1805.

2 Ibid., fj.1.

3 Loc. cit.

4 ARHZ. “Libro de asientos de títulos de 1791 a 1824”, fj. 95. En esta fuente los nombres y apellido de Miguel padre y de su hijo José, aparecen como del Hoyo, en tanto que documentos del AHEZ se lee Miguel de Hoyos y José de Hoyos como se citan en páginas anteriores.

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