Comprender la labor del científico en la política implica identificar claramente el campo del cual ésta se ocupa. En ese sentido, es importante empezar por establecer lo que se entiende por política. Para Max Weber la política “abarca cualquier género de actividad directiva autónoma”. Sin embargo, esta definición puede abarcar un espectro amplio de actividades; por lo cual, desde la perspectiva del autor, el concepto se puede acotar aún más al entenderlo como “la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política”, en particular el Estado. Sin embargo, la dirección está relacionada básicamente con el poder. Así, la política significará la “aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen”.
Para Weber existen tres tipos de justificaciones internas de la legitimidad de la dominación. Son estas: la legitimidad de la costumbre (tradicional), la de la gracia (carismática) y la de la legalidad (competencia). En la segunda de ellas el político es visto como alguien que está llamado a conducir a los demás. Es aquí donde Weber encuentra que se arraiga la idea de vocación, ya que en este caso las personas siguen al político, más que por la costumbre o porque lo mande la ley, porque creen en él, y él mismo, según Weber, “si no es un mezquino advenedizo, efímero y presuntuoso, vive para su obra”.
Sin duda, el político tiene el poder para influir en los demás, pero ese poder colocar sobre él una gran responsabilidad que hace necesario pensar en las cualidades que el político debe poseer para tener derecho a, como lo plantea Max, “poner la mano en la rueda de la historia”.
Así, la primera cualidad del político debe ser la pasión, entendida como “la entrega apasionada a una causa, al dios o al demonio que la gobierna”, sin confundir esto con un romanticismo de lo intelectualmente interesante que gira en el vacío y está desprovisto de toda responsabilidad objetiva. Una segunda cualidad es la responsabilidad, que para Max “debe ser la estrella que guíe la acción del político” (1969a: 153). La tercera cualidad es la mesura, entendida como la capacidad para “dejar que la realidad actúe sin perder el recogimiento y la tranquilidad, es decir, para guardar las distancias con los hombres y las cosas”. Así, la fuerza de una personalidad política reside en la posesión de esas cualidades.
La política es, entonces, “un duro paso a través de tenaces resistencias, para lo cual se requiere pasión y mesura” (1969a: 178). De manera que, desde la perspectiva de Weber, “sólo quien está seguro de no quebrarse cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado estúpido o demasiado abyecto para lo que él le ofrece; solo quien frente a todo esto es capaz de responder con un sin embargo; solo un hombre de esta forma construido tiene vocación para la política”.
Pasemos ahora a las cualidades que Max Weber destaca como importantes en el hombre de ciencia. En primer lugar, está la pasión que, sumada a la especialización de su saber, le permite al científico experimentar la vivencia de la ciencia, la cual lo motiva a estar en la búsqueda permanente de nuevos descubrimientos. Según Max, “sin esta extraña embriaguez, sin esta pasión, no se tiene vocación para la ciencia y es preferible dedicarse a algo distinto”. En segundo lugar, está el trabajo, la dedicación, el cual está motivado naturalmente en la pasión y que proveen las condiciones para que se presente la tercera de las características que es la inspiración. Es fundamental, planeta Weber, “que al hombre de ciencia se le ocurra algo […] sin embargo, la inspiración no puede sustituir al trabajo, como este a su vez no puede ni sustituir ni forzar la inspiración, como no puede hacerlo tampoco la pasión.
Con está muy breve explicación de la obra de Max Weber, podemos determinar que el hombre puede estar hecho para aportar desde su liderazgo a la sociedad, conducirla y guiarla por los ideales y la convicción, pero también puede aportar, igual de relevante, desde una trinchera más especializada. Lo que se destaca es que seas político o científico es importante estar en la vida pública porque ahí todos vivimos, de ahí nadie nos escapamos.