Zacatecas es considerado como uno de los estados en el país con más arraigo por la tauromaquia. Empresarios, universitarios, historiadores, periodistas y políticos de todos los colores, suelen coincidir en eventos taurinos y defender “a capa y espada” la preservación de las corridas de toros, y su legado cultural, que traspasa los confines del ruedo.
En recientes años, sin embargo, los empresarios y aficionados taurinos han enfrentado la baja en la venta de entradas, la pobre calidad de muchas corridas y novilladas, y el crecimiento de un movimiento antitaurino que acude al terreno judicial y de la opinión pública para defender que la prohibición de la tauromaquia, es un hito en el progreso ético y cultural, para una sociedad desgarrada por la violencia como la nuestra.
Dicho movimiento denuncia a las corridas de toros como una tradición cruel e innecesaria, propia de tiempos en los que los seres humanos tenían mucha menos comprensión sobre el valor y la dignidad de los animales, y una conciencia muy limitada sobre su responsabilidad ética hacia los seres que están bajo su tutela, como señala el filósofo Gustavo Ortiz-Millán.
Aunque la Monumental Plaza de Toros data de 1976, la glosa histórica del Instituto Zacatecano de Cultura da cuenta de que “las corridas de toros siempre fueron importantes en la Ciudad de Zacatecas” siendo “diversión de pobres y ricos”, ante una minoría que las consideraba un espectáculo sádico y de mal gusto.
El primer registro de una corrida de toros se da en 1593, la construcción de la Plaza San Pedro en 1866, la emisión de reglamentos para las corridas de toros en 1878 y 1898, las presentaciones exitosas de toreros como Ponciano Díaz y Manuel Pardo, son algunos de los hitos históricos que registra la glosa referida.
“La tauromaquia es cultura, es arte, es poesía, es música, es alegría”, declaró el empresario y legislador Pedro Haces Barba, propietario de Don Bull Productions, en 2022, el año en que su empresa con el respaldo del gobierno de David Monreal, llevó a cabo el serial taurino de la Fenaza, violando la orden judicial que prohibía su realización.
El presidente López Obrador manifestó su desacuerdo con este desacato en septiembre del mismo año, afirmando que la ley no se negocia y que las ordenes de instancias judiciales se debían atender, además expresó que su gobierno trabaja los temas de protección animal y la exposición de los niños a la violencia, como lo recomendó la Organización de las Naciones Unidas, en 2015.
“El desacato es un delito que se consumó al sacrificar a los toros frente al poco público que asistió”, caracterizó entonces el abogado Jorge Rada Luévano.
Otra de las probables violaciones a la ley en las que ha incurrido la empresa a cargo de los seriales taurinos en la Fenaza, es la de engañar sobre el carácter de las corridas de toros que organiza, afirmando en una de sus dos páginas web de carácter oficial, que durante estos espectáculos no se lastima a los animales:
“Don Bull Productions presentará los mejores eventos taurinos sin permitir que los animales sean lastimados (hemos cambiado en las banderillas y rejones los arpones de acero por la cinta adhesiva de velcro)”.
Esta sería una de las artimañas a las que están dispuestas a recurrir personas que se asumen aguerridos defensores de la “fiesta brava”, como el tlalpense Pedro Haces, un ex priista convertido al morenismo, quien habría eludido las multas impuestas a su empresa por realizar corridas de toros en contravención de la ley; abonando con esto a la confrontación con grupos ambientalistas en Zacatecas.
Más allá del rechazo popular, de la indiferencia, o de la acérrima defensa de la tauromaquia por parte de una minoría de potentados, Edgar Ernesto, biólogo zacatecano y defensor de los derechos ambientales expresa que, en una Feria Nacional por la Paz, “la muerte y la tortura no tienen cabida”.