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jueves, 28 marzo, 2024
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Lo que nos falta en la elección sindical

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ •

Los estatutos del Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ) están superados. Son inoperantes, nadie los toma en cuenta. Quedan relegados a la mera ficción. ¿Por qué, pues, no dejan se ser vindicados? Quizá porque nadie los lee ya y pervive la creencia en su capacidad de normar la realidad de los sindicalizados. O tal vez por pura demagogia: ante la ausencia de ideas repetir consignas puede sustituir el pensamiento propio y ajeno. Corroboración de lo anterior es el título “Comité ejecutivo” del capítulo “De las elecciones en general”. Del artículo 64 al 86 quedan en suspenso. Nada más se respeta el 87, que es el procedimiento de asignación de carteras. Ya no existe la Asamblea General, es un hecho, ni resulta viable el “Plebiscito sumario de delegaciones”. No quedan claras las razones, pero ahí está la realidad para confirmarlo. Debido a la imposibilidad de formar el quórum, el Colegio Electoral se declara en funciones mediante un pacto que garantiza el secretario general, pero que en cualquier momento puede desconocerse por las fuerzas políticas. Si alguna de éstas se siente vulnerada, o burlada, con razón o sin ella, recurrirá a la presión, al alegato infundado, a la toma de las instalaciones, a las demandas ante el tribunal laboral, buscará negociar a su favor o sabotear el proceso. Resulta claro que los actores principales son los grupos políticos, los sindicalizados están fuera o son apenas el medio de legitimación de un comité ejecutivo. Desde hace ya mucho, pero con claridad durante la rectoría del I.Q. Armando Silva Cháirez, el sindicato se mostró como instrumento para generar inestabilidad a la rectoría mediante huelgas. Estas podían o no tener fundamento, porque debemos recordar que siempre existen cláusulas violadas y elementos formales para la queja, aunque estos se tornan buen pretexto para el pleito cuando las intenciones de los grupos son otras. Desde este escorzo, el proceso de elección del comité ejecutivo 2023-2026 resulta importante por dos razones. Primero, dos fuerzas políticas con presencia en la rectoría se disputan la conducción del sindicato; segundo, las limitaciones de las normas interiores del SPAUAZ son evidentes en grado alarmante. Si se toma en serio el primer punto, se puede apreciar que la narrativa maniquea es una estrategia de campaña que uno de los grupos pretende monopolizar. También es claro el objetivo a mediano plazo: la elección de rector en 2025. Por este motivo, si gana la opción integrada por el Grupo Universidad y el denominado Grupo Plural, el sindicato será fuente de perturbaciones para la administración del Dr. Rubén Ibarra Reyes, y por ende, para toda la universidad. Peor aún, se cancelará la posibilidad de contrataciones permanentes y se impondrá la negociación facciosa, así como el chantaje constante con la huelga. Y, tal vez, como ya se ha visto en ocasiones anteriores, los fondos de los sindicalizados serán el medio de financiamiento de los candidatos de ese grupo. Para fortuna de los agremiados, hay otras tres opciones. Segundo, la reiteración cansada del “respeto irrestricto”, sea a los estatutos o al contrato colectivo, es garantía de la continuidad del estancamiento. Sin reforma colectiva de los estatutos, la organización interna del sindicato será una guerra perpetua de todos contra todos, donde el chantaje, la intimidación, la violencia, la ilegalidad y la demagogia constituirán la moneda corriente entre los sindicalizados. Por otro lado, la negativa a revisar, en sentido progresista, el contrato colectivo, impedirá generar nuevas opciones para que los agremiados puedan construir su carrera dentro de la universidad. El valioso tiempo de vida de los representantes sindicales se consumirá en fantasías inviables como tratar de imponer la aplicación de cláusulas relativas al personal que ingresó antes de 1991 a sindicalizados cuyo ingreso es posterior. O en proponer el reconocimiento de plazas que líderes sindicales irresponsables, en connivencia con la rectoría, desaparecieron. Contrario a la opinión de los maniqueos, el sindicato no debe funcionar para generar perturbación, al contrario, debe ser factor de estabilización ante la implementación de políticas disruptivas del “tejido social” de los miembros del SPAUAZ. Si se imagina aquello a que los sindicalizados aspiran como un “horizonte”, y al sindicato como el “sujeto” o “fuerza” que puede mover a las masas sindicalizadas hacia el cumplimiento de sus visiones, entonces lo que falta son dos cosas. Por un lado, la visión colectiva, la aspiración general de los sindicalizados. El presente está fragmentado por 30 años de políticas neoliberales, de “transferencias monetarias condicionadas”, de diferenciación salarial, así como de pasividad ante las iniciativas gubernamentales. Por el otro, los sujetos que pueden intervenir en la historia resultan incapaces de liderar movimientos, de exigir prestaciones, de romper la política neoliberal. Esto es lo grave, la ausencia de “colectividad”, así como de capacidad de conducción y de visión. Es necesario que ocupar un cargo sea medio para mejorar las condiciones de vida del gremio y no objetivo transitorio en la lucha por conservar el poder. Tornar medios en fines es el triste espectáculo de nuestra sumisión al capitalismo en su versión atrasada y trasnochada.

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