Autor: Jesús Zamarrón Rocha
Residencia: Austin, Texas, Estados Unidos
Donald Trump, te lo aseguro,
le dijo la Calavera,
que no vas a hacer el muro,
porque una hirviente caldera
rebosante de cianuro
en el infierno te espera.
Y por lo tanto, te auguro,
que todo buen mexicano
predecirá tu futuro,
que allá en un lugar lejano,
por tu discurso tan duro,
se te va a podrir el: anillo periférico.
En ese día tan aciago,
la Flaca por Donald fue
y le arrancó el bisoñé
en su club de Mar-a-lago.
Y tan amargo fue el trago
pa’ sus fieles seguidores,
que causando gran estrago
por órdenes superiores,
quemaron una tras otra,
en distritos estatales,
las urnas electorales
que presagiaban derrota.
Y para su mala suerte,
en una ilusión nefaria
confundió a la misma Muerte
con la candidata Hilaria.
La Calaca lo deshizo.
La sacó de sus cabales;
le tocó los genitales
sin el mortuorio permiso.
Y haciendo caso omiso
de reveladora encuesta,
con su peluca bien puesta
hoy se encuentra bajo el piso.
Lo arrastró de los cabellos
y le perforó el gaznate,
pa’ apagarle los resuellos
que profirió en el debate.
Y con todo, de remate,
erigieron con sus manos
albañiles mexicanos
la lápida del magnate.
Y a pesar de su dolor
por su derrota inminente,
huyó, lleno de pavor,
hasta el averno candente.
Y sólo ahí, al parecer,
con ademanes funestos,
le declaró sus impuestos
al inicuo Lucifer.
Y según una entrevista
que ha publicado el gobierno,
los demonios, por racista,
lo expulsaron del infierno.