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viernes, 20 septiembre, 2024
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Evil does not exist, de Ryusuke Hamaguchi

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 635 / Cine

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Takumi (Hitoshi Omika) es un habitante de Mizubiki, una pequeña y apacible aldea no muy alejada de la gran urbe que es Tokio. En este lugar lo acompaña su hija Hana (Ryo Nishikawa), una niña con una curiosidad innata por la flora y la fauna de las zonas boscosas aledañas a su hogar. Un día se convoca una reunión para los habitantes del pequeño poblado. Se ha revelado que una empresa, ajena al lugar, busca establecer un sitio de camping para turistas en medio del bosque. Tal empresa, que viene desde la ciudad, envía a dos representantes para explicar en qué consiste dicho proyecto, y las razones por las que puede ser benéfico para la economía del pueblo. Durante este encuentro, Takumi es muy enfático en las consecuencias irremediables que una edificación de ese tipo tendría en el ecosistema de la zona. A pesar del descontento de la mayoría de los habitantes locales, la construcción de dicho sito sigue adelante. 

Evil does not exist (2023), es la película más reciente del cineasta japonés Ryusuke Hamaguchi, luego de la extraordinaria Drive my car (2021). Se trata de un relato que oscila alrededor de diversas dualidades y contraposiciones, que van desde la luz y la oscuridad, la vida rural y la urbana, pasando finalmente por las nociones del bien y del mal.

Asimismo, es una película cuyo argumento opera bajo dos niveles: en su primera mitad es un filme mucho más calmo, naturalista y poético, muy en la vena del cine de Yasujiro Ozu; para su segunda sección, con la llegada del supuesto progreso, su desarrollo remite más al de un thriller ecológico que se cocina a fuego lento y que recuerda por momentos a la estupenda Night moves (2013), de Kelly Reichardt. Fiel a su estilo particular, Hamaguchi no aborda dichas temáticas partiendo desde los polos opuestos, se muestra más interesado en hacerlo desde la ambigüedad y los grises que se plantean en cada perspectiva. El realizador no tiene prisa en jugar con las expectativas del espectador, mucho menos en subvertirlas. En dicho proceso logra evitar los lugares comunes del cine de tensión y suspenso. 

Fotograma de la película Evil does not exist, de Ryusuke Hamaguchi. Cortesía: Especial
Fotograma de la película Evil does not exist, de Ryusuke Hamaguchi. Cortesía: Especial

Así pues, el lenguaje de la cinta resulta mucho más contemplativo, con montajes musicales y silencios abruptos, en planos que se alargan durante varios minutos y que incluyen imágenes de ciervos, del agua, del bosque, de la rutina diaria de Takumi, entre muchas otras, relacionadas con la cotidianidad del lugar. 

Evil does not exist es un filme cuyos elementos se pueden percibir dispersos en un inicio, pero para cuando se llega a su enigmático final, se logran orientar hacia una dirección en concreto. La suma de sus partes da lugar a un retrato mucho más detallado y complejo de lo que podría parecer a primera vista. No se trata sólo de una reflexión sobre el equilibrio entre el hombre y el medio que habita, tampoco es el típico drama sobre unos empresarios malvados que buscan aprovecharse de una pequeña comunidad.

Fotograma de la película Evil does not exist, de Ryusuke Hamaguchi. Cortesía: Especial
Fotograma de la película Evil does not exist, de Ryusuke Hamaguchi. Cortesía: Especial

Lo que aquí hace Hamaguchi es algo mucho más primario, instintivo y hasta violento. Es de una violencia que nunca se muestra de manera directa, pues se encuentra oculta bajo un velo de aparente tranquilidad. Por esa misma razón, cuando hace acto de presencia, resulta mucho más inquietante y perturbadora. Con su más reciente trabajo, el japonés propone que, ante cualquier situación límite o de conflicto entre varias partes, la naturaleza siempre encontrará la forma de llegar a sus propias conclusiones.

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