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jueves, 28 marzo, 2024
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El prianrdismo; promotores del intervencionismo y coloniaje

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Las redes sociales significan nueva y novedosa forma de relación social. Es una enorme red de socialización de información rápida que puede ser veraz, pero también cargada de propaganda, distorsiones y mentiras. Principalmente si se trata de posturas políticas defensoras, justificantes o promotoras de algún proyecto de sociedad. En este caso, puede identificarse un arraigado interés propagandístico centrado en una postura política nacionalista u otra de tipo colonialista. Entre ambas es normal que afloren los discursos híbridos.

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Por ahí hemos leído que la ideología dominante, o discurso dominante, es la ideología o discurso que domina frente a otras ideologías o discursos con los que compiten por la hegemonía cultural. O también que la historia es escrita por los vencedores y, por lo tanto, es modificada y moldeada por ellos. 

Si bien es cierto que la ideología emerge de las relaciones materiales, también es verdad que interinfluyen en su sostén o en su transformación, de donde brota una lucha ideológica que también ha encontrado escenario en las redes sociales.

Es indudable que, tras la invasión de España a México, en 1521, operó un proceso de destrucción material, político, cultural e ideológico, y de manera paralela, se hilvanó un sometimiento social justificado religiosa, cultural, política e ideológicamente que, en pleno siglo XXI, podemos ver caricaturescamente expresado en un prianrdismo colonialista. El colonialismo estableció relaciones sociales, internas y de éstas con el exterior, muy profundas que han hecho tradición, hábito y costumbre y que perduran a pesar de la distancia de 2 siglos de haberse formalizado la independencia nacional.

La historia está plagada de muchos hechos dominantes, también de las formas realizadas. El neoliberalismo, por ejemplo, es una forma capitalista (modalidad económica, social, política, ideológica y cultural) de nuestra época que da cuenta de cómo los países industrializados someten a naciones subdesarrolladas. Ahí aplican el discurso que lo justifique. Igualmente surge la postura que empuja a su transformación.

Estamos viviendo la fase de crisis y fracaso neoliberal (forma de dominación imperial) y las naciones hegemónicas buscan cómo reeditar esquemas de colonización que favorezcan el crecimiento y desarrollo económico de ellas con cargo a nuestros países. Cuando el neoliberalismo entra en crisis internacional, y vive ya momentos de declive, es cuando la clase política y la oligarquía económica mexicana pisan el acelerador para darle respiración con las llamadas reformas estructurales de Peña Nieto.

Esas reformas tuvieron como objetivo privatizar los bienes sociales a favor de la gran empresa extranjera ni siquiera de las nacionales. Eso implicó el debilitamiento de la capacidad del Estado Mexicano para definir y conducir políticas económicas y sociales propias, pues éstas le eran dictadas desde el exterior. 

Empresas de gran envergadura dedicadas a la minería, construcción, hidrocarburos y otros renglones, como OHL o Iberdrola, se daban el lujo de presentar iniciativas de ley a través de la derecha política coaligada en el llamado “Pacto por México” (pacto contra México que han representado PRI-PAN-PRD).

El interés extranjero es muy claro: apropiarse de las riquezas de las naciones débiles y, con base en ellas, acrecentar su poderío internacional. Pero quienes son capitalistas, medios monopólicos de la comunicación, políticos e intelectuales mexicanos. ¿Qué interés los mueve defender el objetivo transnacional? Es evidente: recoger las piscachas que les deja el capital transnacional que, de entre todos, puede contabilizarse en miles de millones de pesos. Nada despreciable. No les importa que al país se lo lleve el carajo mientras ellos engordan por vías que incluyen las actividades ilícitas.

 

Así, mientras el modelo neoliberal en México está derrumbándose a consecuencia de su agotamiento y contradicciones y, a la vez, por la llegada de un gobierno enfocado a un proyecto nacional diferente, que prioriza el crecimiento del Mercado Interno, podemos ser testigos de la lucha ideológica y política que se da para retroceder y, por otro lado, para defender y profundizar los cambios. 

En esas circunstancias, hay una práxis ideológica y política que sigue dominante en algunas capas de la sociedad mexicana y que es resultado del proceso de redefinición social mundial. La estructuración de innumerables relaciones en la que domina el interés de la política neoliberal (es decir: de coloniaje actual) empuja a sus interlocutores políticos a promover el intervencionismo de las potencias extranjeras.

Justo es lo que hizo el empresario procolonialista Gustavo de Hoyos de COPARMEX al pedirle al Rey de España que sometiera al Gobierno de México, que encabeza nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador. O las visitas que a la OEA, ONU y Parlamento Europeo han realizado el PRI, PRD y el PAN suplicando que agentes externos decidan el rumbo de los mexicanos. Claro está que tales actores políticos jamás abogarán por una nación independiente, soberana y con rumbo propio, sino que ellos mismos procuran alinear al país a los intereses imperiales.

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