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jueves, 28 marzo, 2024
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■ Alba de Papel

Lo popular: buscar más paralelos que divergencias

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Si la cultura nos reconcilia con la vida, quizá uno de sus grandes retos entre muchos otros, sea el de la afirmación de identidades de las culturas populares, debido en gran medida al deterioro del tejido social, la violencia e inseguridad, el despoblamiento y la migración forzada que han venido desmembrando a pueblos completos que hoy se encuentran relegados.

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Una grave problemática que desvela la necesidad de reflexión y compromiso para pensar y encontrar soluciones, que no sólo contengan la estructura familiar -cuyo deterioro avanza peligrosamente-, sino a comunidades distintas que hoy luchan por mantenerse y conservar las características que las gestaron.

Un trepidante vacío las engulle y las deforma, pese a los esfuerzos que con seguridad realizan para no perder el rostro propio, y salvaguardar aquello que ha sido creado en colectivo y se ha transmitido de generación en generación, lo que son y lo que las conecta con la otredad.

Cada comunidad avanza de frente y funciona como la ha formado su pueblo en el tiempo presente, sin olvidar que su adecuado engranaje, permite o ayuda a vislumbrar el futuro, uno que, para las culturas del mundo, es de muy alto riesgo por la tecnificación y la masificación que imperan.

No obstante, las comunidades, siendo lugares de encuentro, de comunión y de construcción de lo colectivo, ante el rumor del miedo extendido por los peligros que acechan, van perdiendo su capacidad de escucha, de diálogo, de empatía, de brevedad y claridad, de responsabilidad y compromiso para salir adelante con la fuerza de la unión, aturdiéndose muchas veces con rabia y resentimiento.

Debiera pretenderse en este sentido, prácticas que construyan el entendimiento recíproco y la paz, se requiere de la instrumentación de un plan de rescate y dignificación de comunidades y asentamientos indígenas, por lo que histórica y culturalmente ha significado su doliente “resistencia” a la vejación constante de sus costumbres y al derecho de sus tierras ancestrales.

Ante la pérdida de confianza institucional, los esfuerzos deben redoblarse con responsabilidad, para promover el optimismo colectivo para que las cosas cambien a su favor, a partir de significados específicos de su propia cultura, donde se reconozcan unos y otros. Este ha sido un enorme dilema para las comunidades mexicanas, particularmente, frente a un poder asimétrico que ha fomentado la desigualdad.

En este sentido, ha habido esfuerzos y aportes valiosos de instituciones, grupos y personajes por entender la complejidad de la comunidad desde su punto de enclave, su práctica cultural, su capacidad productiva, sus usos y costumbres, su idiosincrasia, estilo de vida y su idea sobre la muerte. Comprender finalmente, que tenemos lenguajes diferentes para la interacción entre iguales.

El antropólogo Leonel Durán Solís, quien fue director de la ahora Dirección General de Culturas Populares Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultural federal, nos legó para el tiempo actual y venidero, el documento de la Quíntuple Recuperación Cultural, un modelo de operación, centrado básicamente en la recuperación de la palabra, la memoria, el conocimiento, el espacio y la identidad.

Una propuesta que fue resultado de la investigación y del trabajo de campo en distintas regiones de la geografía mexicana, y que, a varios años de distancia, sigue evidenciando su marginación y pobreza, así como la divergencia de una zona a otra, marcando cruelmente una feroz discriminación.

Por ello, justamente los cinco conceptos mencionados en cuanto a su recuperación de (la palabra, la memoria, conocimientos tradicionales, espacios físicos, sociales y simbólicos, así como la identidad), son los que se tienen que trabajar y empoderar en las distintas regiones de nuestro País, donde la extraordinaria riqueza de su diversidad, se ve frenada por antagonismos estériles, que debilitan el mosaico de culturas vivas que representa.

A nivel de la gestión cultural municipal, estos aspectos forman la columna vertebral de su quehacer, y es importante, muy importante, fortalecerla con estrategias de acercamiento y negociación para resolver las profundas discrepancias que se han anidado por décadas en los pueblos de México.

No hay soluciones fáciles ni rápidas para resolver problemas tan añejos, como los que atañen a los pueblos originarios y a muchas comunidades rurales del País, pero una modificación entre iguales en la relación, permitiría dialogar y negociar las diferencias, ya que lo que está vivo, el pueblo lo ha defendido.

2022 entraña para la cultura nacional y local, desafíos muy grandes que demandarán gestión, unidad, sensibilidad, presupuesto y una clara comprensión de la diversidad creativa para realizar una cruzada que invierta en calidad. Nuestro País y sus extraordinarias regiones, lo merecen y hay apremio en conseguirlo.

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