La Gualdra 646 / Entrevistas / Literatura
Karla Zárate nació en la Ciudad de México. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde le fue otorgada la Medalla Gabino Barreda. Cursó la Maestría en Literatura en la Universidad de California en los Ángeles, donde obtuvo la beca Chancellor´s Fellowship. Concluyó el Doctorado en Letras Modernas. Fue profesora adjunta de la materia de Teoría Literaria, en la Licenciatura en Letras Hispánicas de la UNAM. Es articulista en distintas publicaciones periódicas, tiene una columna en el suplemento El Cultural del diario La Razón de México. Ha escrito y publicado las novelas Rímel y Llegada la hora, esta última fue traducida al alemán. Publicó recientemente (De) mi piel y otros cuentos. En 2022 concluyó su formación como psicoanalista en la Sociedad Freudiana de la Ciudad de México.
Beatriz Pérez Pereda: En una conferencia que escuché hace poco, Juan Villoro comentó que hoy en día a veces un libro es descartado porque es “muy literario”, es decir, que el mercado editorial parece preferir libros con ciertos temas sociales, de denuncia… una de las cosas que más me gustó de tu libro (De) mi piel, Editorial Gato Blanco 2023, es que es un libro que parece creado para el placer, para la belleza, por el mero gusto de contar una historia y contarla bien, cuéntanos un poco sobre los detonantes creativos de este libro de cuentos:
Karla Zárate: Le temo a muchas cosas, a ahogarme en un tsunami, a calcinarme en un incendio, a quedarme muda o ciega, a mis propios pensamientos cuando no puedo dormir, a mí cuando me enojo. Pero hay algo que me aterra, que me asusta como nada: aburrirme, existir sin sobresaltos, sin emociones ni experiencias. Me aterra no tener propósitos y sólo dedicarme a cumplir con las obligaciones, repetir lo mismo una y otra vez, sin novedades. No quiero vivir insatisfecha, sin riesgos. Lo cotidiano me parece algo muy difícil de tolerar.
He pensado en irme a la playa para siempre, bucear todos los días con tiburones y ballenas, alimentarme de cocos, pescado e iguanas, que las manijas del reloj sean las puestas de sol y los amaneceres. También podría huir a las montañas, escalar peñascos, incansable, cazar águilas, comerme a sus crías, que los remolinos de las nubes me transporten a las cimas para observar inagotables perspectivas de mí misma y del mundo. Nada de esto va a pasar, la verdad es otra: tengo un horario al que debo ajustarme, me rige un calendario, una estructura, me levanto con despertador. Voy al banco, pago impuestos, uso las mismas rutas para transportarme. Es agobiante el ciclo interminable de acciones predecibles.
Escribir es la solución más efectiva para escapar de la monotonía, inventar historias es la forma con la que escapo de la rutina y a las obligaciones diarias. Así me divierto, juego con la realidad y la ficción, confundo una con otra, tanto que a veces ya no las distingo. Cuando me encierro dentro de mi estudio, frente a la computadora, la imaginación es lo que marca el ritmo de mi creatividad y existencia. En (De) mi piel y otros cuentos narro anécdotas que confeccioné en la mente o que me pasaron, es lo mismo. En ellas, los personajes soy yo y yo soy ellos, mis posibilidades se vuelven más complejas e interesantes, la fantasía infinita. Los protagonistas dicen lo que yo no me atrevo a expresar, atraviesan por todas las pasiones humanas, hacen lo que quieren, vuelan, bucean, se convierten en lo que desean, en animales, en cosas, en David Bowie, Pizarnik o Madonna, en sustancias intangibles. Sobre eso escribo, es mi detonante. Por eso, no me preocupan los temas que el mercado favorece, si me detengo para complacerlo perdería espontaneidad. No estoy dispuesta a abandonar el placer de narrar lo que yo quiero y como quiero.
BPP: Vi una charla en línea que tuviste con Andros Aguilera para la revista Irradiación, en ella comentaste aquello de que tal vez los escritores sólo cuentan una misma historia reiteradamente, cuál sería esa historia que tú persigues en cada libro:
KZ: La literatura es un monstruo cuyas mil cabezas van tomando distintas formas cada vez que leemos y escribimos. Estas mutaciones me mantienen viva. La historia que yo cuento en mis cuentos y novelas es la mía, pero es muchas. Busco distintos puntos de vista, como una especie de desdoblamiento donde me reencuentro una y otra vez conmigo y con las otras que soy. No me importa si lo que relato ha pasado o no, al escribirlas parecen más atractivas de lo que en realidad son. Me despliego, me reinvento. Disfruto recrear, exagerar y distorsionar los eventos; describir otros espacios paralelos y tiempos diferentes resulta entretenido, en la ficción puedo hacer todo sin arrepentimientos. Alguna vez afirmé que la brecha entre lo que sucede y se cuenta es muy delgada, y sostengo que es ahí donde yo vivo. Me reproduzco una y otra vez en mis temáticas, es la compulsión a la repetición, inevitable. Lo he dicho antes y lo reitero aquí: lo que me interesa es la locura, el juego del doble, lo violento, la piel, la ambigua condición del ser humano, la muerte, la sangre. El placer, las perversiones. Mis manías, lo que me perturba y fascina. La intuición, los sentidos y las sensaciones rigen mis relatos; la mirada, el tacto, el gusto, el olfato son también protagonistas. El hilo conductor de todo lo que escribo es, quizás, el cuerpo, su materialidad y cada parte que lo constituye, lo examino como unidad y en fragmentos. Porque el cuerpo es donde vivo y desde donde narro, es lo que más conozco y desconozco.
Es en la ficción donde me proyecto y me manifiesto. Al escribir, tropiezo siempre con las experiencias que me han marcado, las que intento explicar y entender.
BPP: En Gato Blanco Editorial pronto saldrá un libro sobre cine, sobre las películas favoritas de un grupo de escritores, tú participas en este libro, cuéntanos un poquito sobre este proyecto y si puedes, adelanta a tus lectores alguna de las películas sobre las que hablarás:
KZ: Tengo un espíritu cinematográfico. Creer que vivo en una película o en un libro es emocionante, hay misterio, drama, romances imposibles, intrigas familiares, saltos en el tiempo, ciencia ficción cuando integro mis sueños a los actos. Yo misma genero suspenso sobre qué es lo que me va a pasar todos los días, qué decisiones voy a tomar, con quién decido quedarme; cada momento es una escena, cada espacio un set, yo soy a la vez protagonista, productora, directora, la encargada de los efectos especiales, del maquillaje y vestuario. Me encargo, por supuesto, de la banda sonora. Despido a los personajes que no van bien con la trama, no hay dobles cuando se trata de aventuras arriesgadas, es a veces un documental donde los diálogos y las acciones son espontáneos. Le doy un tune up a mi existencia.
En unos días saldrá publicado Cinema Odyssey; la editorial Gato Blanco nos invitó a varios escritores a hablar sobre las diez películas que han marcado nuestras vidas. Fue difícil la elección. Lo que hice fue una especie de estampas de lo que me estaba pasando al momento de ver los largometrajes, en dónde estaba, qué pensaba, cómo me identifico con los actores, quienes como yo son diferentes, alienados, contestatarios, polémicos, arriesgan todo frente a lo prohibido, fracasan y repiten sus errores. Algo similar a mi universo ocurre en la película de Sofia Coppola, The virgin suicides, una de las que hablo en Cinema Odyssey. Yo fui una virgen suicida, una high school lover, como las Lisbon. Usaba uniforme todos los días, falda azul marino arriba de la rodilla (en el dobladillo, con corrector, estaba escrito el nombre del niño que me gustaba), calcetines abajo, suéter amarrado a la cintura. Cargaba una mochila con libros, gomas de borrar con aroma a frutas, plumas de colores, lipsticks rosas, tampones. No ponía atención en clase, mascaba chicle todo el tiempo y hacía bombas, soñaba con que mi primera vez fuera en la noche de la fiesta de graduación. Lo mismo fui y sigo siendo una groupie que persigue a los rockstars, como Penny Lane en Almost Famous. Me enamoro de los vocalistas de las bandas, los sigo por todas sus giras alrededor del mundo, les enseño mis pechos a la mitad del concierto, entre el público, todo lo que pasa backstage se queda backstage. La vida es literatura. La vida es cine.
BPP: Por último, aparte de la escritura de tu obra, tienes una columna, has incursionado en la radio, tienes un club de lectura, etc., eres una escritora muy activa, qué otro proyecto se te ha quedado en el tintero, qué otra actividad te has quedado con ganas de intentar o quieras abordar en el futuro:
KZ: Si no hago muchas cosas, me aburro. Quizás sea algo maniaco, pero no puedo concebir una vida pasiva, sin movimiento, no desear significa la muerte para mí. Además de estudiar un doctorado en literatura me formé como psicoanalista, una ventana más para asomarme y explorar la complejidad de la mente humana, sobre todo la mía. Ver a mis pacientes en el consultorio me mantiene activa, ávida por saber, por entender, por desenmarañar lo inconsciente. Desde hace varios años escribo una columna, “Ojos de perra azul”, en el suplemento El Cultural, de La Razón de México. Ahí plasmo lo que se me ocurre, lo que me sucede, es un espacio libre que a la vez me ha enseñado mucho sobre la disciplina del periodismo. Mi experiencia en la radio fue muy placentera, recomendar libros cada semana fue un buen ejercicio para transmitir al público el gusto por la literatura, lo mismo que mi reciente club de lectura. Llegada la hora, mi segunda novela, está en vías de pasar a la pantalla, al cine. He pensado que ahí puedo aventurarme en el guionismo, sería un gran reto. Viene una nueva novela el año entrante, y ya tengo en la cabeza otro libro de cuentos. Ya casi llego a un centenar de columnas, quiero recopilarlas en un tomo titulado Cien veces perra.
Confieso que mi mayor proyecto es vivir a tope como hasta ahora he hecho, no quedarme nunca quieta, con ganas de nada. Quiero seguir contando mi historia muchas veces, de distintas maneras y variantes, en novelas, cuentos y películas, incluso repitiéndome, experimentar más para nunca aburrirme. Encarnar en otros destinos paralelos, darle mil y un significados a mi existencia, inventar alternativas de ser y de estar, además del personaje me fue asignado, inquieto y cambiante. No sé cuál es mi verdadera historia, todas me ocurrieron, las que imagino y sueño, las que te platico, las que escribo aquí para La Gualdra, donde soy yo y muchas a la vez.