Editorial Gualdreño 650
“La azucena y la Cecilia lloran lloran sin consuelo, Malagueña salerosa, ya se fue tu pregonero”… dice la canción. Yo no sé Azucena, pero hoy todos nos parecemos a su Cecilia, pensé ayer cuando despedimos a Juan Manuel en el Templo de Fátima. Después de un largo padecimiento nuestro amigo, artista visual, promotor cultural y poeta, falleció el 21 de diciembre en la ciudad de Zacatecas, en este mismo lugar que lo vio caminar calle arriba y calle abajo, atravesando todos los días el centro histórico, trabajando en lo que para él fue su proyecto más importante: promover la cultura y las artes. Sus restos mortales fueron cremados ayer domingo 22.
Hoy, hasta parece que lo escucho sonreír diciendo: ¡No chillen!, la frase que solía soltar acompañada de una sonora carcajada. Juan Manuel García Jiménez no se va, se queda, eso es lo que más me queda claro. Nos ha dejado un gran ejemplo de tenacidad y convicción; desde hace muchos años solía decir que las instituciones existen por el trabajo realizado por los artistas y que quienes están en el ámbito de la cultura y las artes no deben depender de los apoyos gubernamentales: “Si las instituciones no te apoyan no importa, haz el trabajo que debas hacer”, decía, y continuaba trabajando, al margen de todo y permeándolo todo a la vez, porque su labor tuvo como premisa siempre hacer comunidad y lo logró. Construyó con el tiempo una red de aliados para llevar a cabo “sus locuras” como él llamaba a los proyectos de difusión de literatura y las artes plásticas; esos aliados fueron primordialmente su familia, sus vecinos y ciudadanos que creyeron en él por la honestidad de lo que hacía.
Hay que celebrar que el universo nos dio la oportunidad de tenerlo 54 años. Él sí fue profeta en su tierra, y aquí estamos para confirmarlo, se fue arropado con el cariño de quienes lo conocimos y tuvimos la fortuna de coincidir con él. Algunos de sus amigos, colaboran en esta última edición del año para rendirle un homenaje al infatigable y generoso Juan Manuel, gracias a todos quienes se sumaron a la presente edición.
Uno de sus últimos proyectos fue el de hacer una selección de textos de escritores para publicarlos en carteles que luego se dedicaría a pegar en espacios públicos, de manera que la gente a su paso tuviera oportunidad de leerlos. Uno de esos carteles, el 9 de poesía, estuvo dedicado a Eduardo Campech Miranda y apareció en diciembre del año pasado. Nadie imaginaba en aquel entonces que para estas fechas ninguno de los dos estaría físicamente con nosotros, así es la vida.
Y para celebrar la vida de Eduardo también, el incansable textoservidor y mediador de lectura, incluimos aquí algunos textos escritos por sus colegas y amigos para confirmar que su labor en esta tierra dejó una huella que difícilmente podrá borrarse, porque lo que hizo Lalo fue dedicar su vida a tratar de contagiar su entusiasmo por la lectura; formuló estrategias mediante las cuales se dio la creación de círculos de comprensión lectora en la Biblioteca Mauricio Magdaleno, en diversas áreas de la Secretaría de Educación y de gobierno del Estado; y sus alcances llegaron hasta otros estados de la república, a donde constantemente fue invitado a compartir sus experiencias en cursos y conferencias.
Lalo Campech falleció el 1 de noviembre de este año, y es otra de las grandes ausencias que nos deja este año que está a punto de terminar. Debo decir que en la Gualdra estamos muy agradecidos con él porque fue una de las primeras personas que se sumaron a este proyecto editorial; cuando en 2011 estaba por salir el primer número el mes de junio, fue Campech el primero que se sumó como colaborador. Semanalmente y durante años se publicaron aquí sus artículos hasta que por la precariedad de sus condiciones laborales tuvo que tomar la decisión de buscar nuevas fuentes de ingresos y por eso no dispuso de más tiempo para mandar sus colaboraciones de promoción de lectura semanalmente; sin embargo, nunca nos abandonó del todo y estuvo presente siempre en números editados por fechas especiales. Creo que con todos sus textos gualdreños bien podría editarse un libro, se lo debemos.
Así despedimos este 2024 en el que ocurrieron cosas muy buenas también y de las que haremos un recuento iniciando el año que viene. Este número está dedicado en esta ocasión a dos grandes personajes de la cultura en Zacatecas, va todo nuestro cariño y agradecimiento para Juan Manuel y para Eduardo.
Para ustedes, queridos lectores, nuestros mejores deseos para este final de año. Y que Dios reparta suerte y salud para el 2025.
Jánea Estrada Lazarín