10.2 C
Zacatecas
sábado, 10 mayo, 2025
spot_img

Ecos del vacío inminente

Más Leídas

- Publicidad -

Por: CARLOS FLORES* •

La Gualdra 252 / Opinión

- Publicidad -

Millones de voces reclaman un derecho, ganado por la sangre derramada de miles de almas, pero su clamor es apenas un susurro apagado, pues la gente ya no escucha, sólo ve. Ve una pantalla muda, alimentada con imágenes, donde lo que se arranca de la garganta se convierte en palabras, apenas fonemas que alcanzan a parlotear una idea, un pensamiento, un sentir. Vivimos una novela de ciencia ficción, donde un destino hace mucho nos alcanzó y las máquinas nos dominan y toman el control.

Es el mismo placer aparente el que nos impide luchar por aquello que nos causa dolor, es la diseminación de nuestro espíritu entre marcas, etiquetas y alcohol. Nos olvidamos de la esfera en que vivimos, que hay un cielo que puede caer sobre nuestras cabezas y un tiempo que implacable y lentamente nos va alcanzando. ¿Qué es la vida sino polvo que se desprende de nuestro cuerpo, que el padre Cronos nos arrebata mientras se pone el sol?

El mundo es una máquina vieja y cansada, hecha de acero y pólvora, de sangre y sudor. Una máquina oxidada porque alguien la forzó a dar más de lo que podría dar. Es una artilugio para al cual ya no hay alguna refacción, pues de su uso útil, su plazo ya venció. El reloj no dará marcha atrás, la tierra se secará y los mares se abrirán, los cielos se oscurecerán y el aire se viciará. Nadie sabe que se está representando ya el final en un teatro cerrado, sellado, sin reservas de admisión.

¿En qué se convirtió tu esplendor, Madre Tierra? Toda aquella belleza que alguna vez te caracterizó es ahora la enorme cicatriz de una grave herida. La sangre transparente que corría por tus venas hacia tu seno inmenso y líquido, es ahora un putrefacto torrente viscoso y turbio, nutrido de gangrena y putrefacción. Tus verdes pulmones se convierten en campos áridos, yermos y muertos, un cáncer impuesto por algún noble barón, quien para llenar su corazón vacío y tuerto, te viola y te consume dominado por el ánima emponzoñada de un puerco.

Qué terrible es ver cómo esos tristes seres para quien Dios te creó, sean ahora como termitas insaciables que devoran tu savia y tu corazón. Qué desolador que el alma de tu cuerpo se use para lavar las inmundicias, que millones de litros de cristalina y refrescante pureza se usen para ocultar los pecados de la vanidad y el orgullo del hombre, animal que mata a sus semejantes, que da valor a lo más inútil y desprecia lo que le es inherente.

Abandonar toda esperanza cuando aún se pueda, no sea que la rueda del tiempo nos coja desprevenidos. Somos un circo de payasos con sueños de cambio y de grandeza, atrapados en una fatal inercia. No importa el empeño que pongamos, ni la suerte que invoquemos, no importa el mínimo esfuerzo que hagamos, mientras el poder esté en tan tacañas manos y precarias mentes, el único sol que brilla allá al frente, es un sol helado, vacío y descarnado, una noche eterna de lamento y muerte.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/252

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -