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miércoles, 24 abril, 2024
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Lic. Roberto F. Almanza, breves de la historia 1 (parte 2/2)

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Por: Elva Cabrera Muruato • Juan Manuel Rivera Juárez •

Sin lugar a dudas su filosofía, la forma en que concebía al mundo y su manera de pensar, fueron determinantes en la edificación ideológica de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), hablamos del Lic. Roberto F. Almanza quien incidió desde diferentes áreas para la creación de diversas instancias de promoción, creación y divulgación del arte y la cultura que se preservan hasta nuestros días. Almanza compartía sus reflexiones a través del diálogo directo con sus pares, en la tertulia y en los foros académicos creados para fortalecer y transformar a la institución educativa.

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Respecto a los maestros faltistas, uno de los principales problemas que aquejaba a la Universidad, aseguraba que era necesario contar con una planta docente comprometida y con vocación: “se parte de una base falsa, del supuesto equivoco de que los catedráticos faltistas lo son de verdad. Pero no habiendo en ellos vacación y privando en la mayor parte de los mismos la idea de que son ellos los que honran a la Universidad al impartir una clase, que son ellos los que hacen el favor a la institución, puesto que perciben unos emolumentos bajísimos, por tanto pueden darse el lujo de faltar cuantas veces gusten, además de que consideran que para la Universidad sería poco menos que una catástrofe verse privada de sus servicios. Será preciso prescindir de esos servidores que no entienden su misión y el grave perjuicio que causan al alumno y a la sociedad. Es el sentimiento del deber, la conciencia de la tarea encomendada, lo que hará puntual al maestro de verdad.”

En cuanto a la dicotomía entre educar y enseñar el Lic. Almanza tenía la firme convicción de que: “…educar es algo mucho más amplio que enseñar. Lo que importa entonces, no es el hecho de que el alumno pase esta o aquella materia, sino la evidencia de que continuará indefinidamente interesado en ella. El examen podrá desaparecer cuando se logre la educación del alumno, de lo que resultan responsables los maestros. Deberá certificarse la terminación de los estudios universitarios, sí, pero buscando las fórmulas humanamente posibles para alcanzar la certidumbre de tal cosa.”

El Lic. Almanza estaba realmente convencido de apostar por una educación integral en la que no se centrara todo en el academicismo, le resultaba esencial impulsar el arte y la cultura, que se llegara al punto de hablar de una sociedad culta. “…más que difusión de la cultura, la Universidad ha de buscar interesar a la sociedad misma en la cultura, de modo que ella busque y siga los senderos que conduzcan a su enriquecimiento espiritual.”

Para el cumplimiento del anterior axioma era necesario involucrar a todos los universitarios: “esta participación tiene que generarse en la cátedra; debe formar parte de la educación de los alumnos, para que el alumno esté capacitado de intervenir, en su oportunidad, en la educación del pueblo. Y eso no podrá lograrse mientras se siga trabajando como hasta ahora, creando individualidades cerradas, egoístas, que siempre buscan su propio y exclusivo beneficio, alejadas de toda renunciación en aras de un bien colectivo y empleando, sin embargo, las armas de los conocimientos adquiridos en las aulas universitarias, alejados del drama del mundo y convirtiéndose en factor de la acentuación de la problemática social.”

Otro tema sobre el que externó sus ideas fue la investigación. “De la investigación científica puede decirse otro tanto: no es tarea de unos cuantos, especialmente dedicados a ello. Mientras no exista un Instituto de Investigaciones Científicas, por lo menos la tarea corresponde a todos los alumnos y maestros; deberá formar parte de la educación del alumno, la investigación deberá ser trascendental de lo que se estudia y no simplemente algo complementario. Se rebasarán, así, las fronteras de los libros de texto y las del aula misma, para centrarse en el mundo que al fin y al cabo, será en el que habrá de vivir el alumno y para el cual debe estar preparado eficientemente”.

Roberto F. Almanza imaginaba a la Universidad como una comunidad de orden cultural, involucrada con la sociedad, participativa en sus procesos internos y con un gran sentido de pertenencia con su alma máter. “Mientras las autoridades universitarias se centren en tareas puramente burocráticas; mientras los maestros se limiten a asistir con cierta puntualidad, a impartir sus clases con más o menos tino y luego, ya fuera de los recintos universitarios, se desinteresen y hasta se olviden de la problemática universitaria, creyendo que sus deberes llegan hasta los límites mismos del aula; mientras los alumnos consideren que su exclusiva obligación es estudiar y vean, como antes se ha dicho, como finalidad primaria y a veces hasta final de su actividad, el pasar las pruebas que se les hacen y asistir a sus clases sólo para no excederse en faltas; mientras maestros y alumnos, al igual que las autoridades universitarias, no convivan de cierta manera constante y con fines culturales ordenados para un mejor servicio a la sociedad, la comunidad universitaria se quedará en el campo de la entelequia, con matices demagógicos – políticos”.

La integración de una auténtica comunidad universitaria era una de las preocupaciones centrales de Almanza, “si esto se acepta, deberá también concederse que es indispensable acabar de modo total con el aislamiento en que vive cada una de las escuelas universitarias, con las formas de vida educativa hasta ahora observadas, en las que cada maestro y alumno viven ajenos a los demás, negándose –con su resistencia pasiva– a compartir las tareas más arduas de la difusión de la cultura interna y externa. Habrá necesidad de modificar –quizá transformar del todo– los conceptos “escuela”, “alumno” y “maestro” universitarios, para entenderlos en función de servicio social y de elementos activos de una comunidad dinámica que no puede ser ajena ni menos contraria al interés social, humano”.

Una de las características que vislumbraba en la comunidad universitaria a la que se aspiraba, era su autonomía, así como el correcto sentido e interpretación del concepto: “será preciso fijar con claridad ese concepto, pues es frecuente que se interprete de modo diferente, que se sujete a la conveniencia política y que se permita la intervención de personas no solamente desconocedoras de lo que para la Universidad significa su autonomía, sino encarnizados enemigos de la misma”.

Sé parte de la Unidad Académica de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia (LUMAT). Informes: http://lumat.uaz.edu.mx/; https://www.facebook.com/LUMAT.UAZ; https://twitter.com/LumatUaz.

*Docente Investigador de la Unidad Académica
de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia. LUMAT.
*Docente Investigadora de la Unidad Académica Preparatoria.
[email protected]

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