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sábado, 20 abril, 2024
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Juan José Macías, acreedor a la Medalla al Mérito Poético “Roberto Cabral del Hoyo”

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Por: Erik Herrera •

Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI

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“Esta distinción que hoy se me otorga la merece la poesía, no el poeta”, dijo nervioso y emocionado el poeta, narrador y artista plástico nacido en Fresnillo, en 1960, Juan José Macías, luego de ser reconocido este martes, por el ayuntamiento capitalino, con la Medalla al Mérito Poético “Roberto Cabral del Hoyo”, por su obra y aportación a este arte que manifiesta la belleza a través de las palabras. 

“Me siento muy nervioso, muy emocionado, muy agradecido también y muy honrado por este reconocimiento”, inició el fresnillense, luego de haber recibido la presea de parte del presidente municipal de Zacatecas, Jorge Miranda Castro, y ante la presencia de autoridades universitarias, familiares y colegas que se dieron cita en la Casa Municipal de Arte y Cultura de la capital. 

Desde el punto de vista artístico, refirió Macías, la poesía ni debería tener una explicación que se sitúe más allá de sí misma, sólo se puede interpretar el arte con el lenguaje del arte, dijo citando a Charles Baudelaire, y en el caso de la poesía, continuó, que habla desde el interior de los códigos que la constituyen, siendo un lenguaje de sí para sí, seguramente habría que tener mejor prudencia cuando se le interroga.  

“No hablaré entonces del poema que, por ejemplo, es más que un objeto verbal, un objeto construido sólo de palabras. Como alguien lo dijo: catorce endecasílabos divididos en cuatro estrofas rimadas de cierta manera no hacen a un poeta; el poeta no es nada más quien posee habilidad para manipular el lenguaje, realizar hermosas piruetas verbales a fin de enganchar al lector en su vértigo; también es alguien que sabe otorgarle significado a las palabras, peso y levedad. Esto es, sentido”, dijo.  

Pero la poesía no es privativa del poema, continuó el homenajeado, pues señaló que a veces hay más poesía en un relato y una pintura que en un poema; que hay más poesía en la amistad, en las vitaminas y en las calles; en los barrios obreros; en las relaciones amorosas y aún más, apuntó, en la acción de leer un libro y una carta venida de muy lejos. 

Pero más que hablar de la poesía, de lo que poco o nada sabe, dijo, Juan José Macías se enfocó en lo que el pensamiento poético provoca o modifica en el ser, y para eso se asió de dos fuentes para él imprescindibles: Novalis y Giovanni Pico della Mirandola, para los que, en el caso del pensador alemán, la poesía viene a interrumpir el curso ordinario de la vida para reavivar al ser y renovarlo; mientras que para el italiano, la poesía ayuda a cumplir el misterioso destino del hombre y le permite distinguir lo invisible entre lo visible y decir lo innombrable. 

Por eso, recalcó Macías, esta distinción la merece la poesía y no el poeta; no obstante, agradeció a las autoridades capitalinas por preservar la cultura del reconocimiento a los artistas y escritores. “Recibo esta medalla al Mérito Poético con la notoriedad y la rara felicidad del que toma al boleo esa manzana lanzada, obsequiada con gratuidad y gracia; quiero decir, por puro desprendimiento y don de ser, antiguos y altos valores humanos que, por fortuna, no se han perdido”. 

“Pero lo recibo a nombre de los que me enseñaron a caminar por los misterios del día: por mis queridos maestros hoy desaparecidos, David Ojeda y David Huerta, dos dragones dorados que seguiré buscando en el corazón del águila; lo recibo en nombre de los jóvenes poetas, porque por ellos nos será revelado el porvenir.

A nombre de mis amigos y de la gente que quiero y me quiere y, por supuesto, aún de la gente que no me quiere, dragones también y arcanos de los que sigo aprendiendo cada vez; y a nombre de mi madre muerta; de mi familia: mi esposa y mis hijos, que han sabido soportar esa otra manera mía de no estar, esa otra manera de alejarme para recomponer un poco lo feo y mal construido del mundo; esa otra manera de estar ausente, como es también la poesía”, concluyó.  

Juan José Macías nació en Fresnillo, Zacatecas, en 1960, y perteneció al Taller Literario de la Casa de la Cultura de Aguascalientes, coordinado por David Ojeda y David Huerta. Además de poesía, ha publicado ensayos y cuentos y parte de su obra ha sido traducida al alemán, francés y portugués. En 1993 fue acreedor al Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde” y en 2005, al Premio Nacional de Poesía “Efraín Huerta”. 

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