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viernes, 19 abril, 2024
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Rusia digna ante la hybris de EU

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Por: Mauro González Luna •

Realmente los gobernantes actuales de Estados Unidos no tienen vergüenza. Presumiblemente, ellos hacen explotar el oleoducto Nord Stream bajo el Báltico, y revelado el sabotaje por legendario periodista, visitan muy campantes Ucrania para escarnio del derecho y la razón. La falta absoluta de escrúpulos de esa gente y la impunidad con la que actúan, son propias de la hybris o desmesura insolente e irracional que atrae la cólera de los dioses.

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La grave paranoia occidental anti rusa y anti Vladímir Putin, revela cuatro cosas fundamentales, entre otras: perturbación mental, cinismo, hipocresía e ignorancia culpable. Dicha paranoia es digna de hospitalización colectiva en una estancia siquiátrica especializada y de grandes dimensiones.

Perturbación mental porque el atacar a Rusia y a su presidente, apoyado por un altísimo porcentaje de la población rusa, por lo que se dirá más adelante, se ha convertido en una fijación, en un acto mecánico irreprimible, en una obsesión, en una moda reveladora de estatus incluso, en una conducta autómata, irracional, carente de todo análisis crítico de los hechos y de sus antecedentes geopolíticos e históricos, como en el caso de Vargas Llosa, por ejemplo.

Vargas Llosa, a cuya literatura le falta hondura, fuerza interior, y en cuyo cansado discurso al ingresar a la Academia Francesa, sin venir al caso, intercaló diatribas baratas contra el presidente Putin, e hizo encomio de una democracia moderna cuya tragedia es no haber logrado, como dice J. Maritain, realizar la verdadera democracia al haberse aliado aquella a los intereses mezquinos de las clases dirigentes, «corrompidas por el dinero, asidas a sus privilegios», enloquecidas por el terror a perderlos, renuentes a instrumentar políticas clarividentes de reformas sociales.

Señalamiento ese de J. Maritain hoy vigente tal como lo demuestra la brutal concentración de riqueza y la lacerante desigualdad social, no enfrentadas por una izquierda de mera fachada que mantiene incólumes los principios neoliberales al servicio de las grandes empresas. Y la otra izquierda, rancia y fanática, se revuelca en el lodazal de infecundo comunismo.

Perturbación mental esa alimentada de propaganda de mentiras y medias verdades, científicamente diseñada por los gobiernos de Estados Unidos y Europa para las masas occidentales; propaganda esa seguida de manera servil por los loros de los medios masivos al servicio de la hegemonía imperial, salvo alguna excepción como La Jornada Zacatecas.

Perturbación mental debida a la censura mediática impuesta a los adultos de Occidente, en estado cotidiano ellos de minoría de edad; debida a ignorancia culpable de millones acerca de la historia rusa, de su cultura, de los acontecimientos que se dan del 2014 al 2022 en Ucrania y en la región de Donbás de habla rusa, bombardeada durante esos ocho años por el gobierno despótico de Ucrania, matando a miles de hombres, mujeres, niños y ancianos de dicha región, en burdo incumplimiento de los acuerdos de Minsk.

No obstante que Rusia había extendido su mano amistosa a Europa al dejar de ser comunista a iniciativa de Putin, en 2014 el gobierno de Estados Unidos y aliados engañaron a Rusia como lo reconoció hace poco la ex canciller alemana Angela Merkel, mediante el señuelo de los tratados de Minsk que pondrían fin a la crisis en Ucrania y en el territorio de Donbás, con el propósito avieso de armar a Ucrania desde entonces, y utilizarla en su momento, como punta de lanza de la OTAN contra Rusia. Y en 2022, se activó el mecanismo, provocando la dura pero necesaria respuesta de Rusia para proteger su siempre amenazada seguridad, dada su ubicación en un crucial cruce de caminos geográficos.

Perturbación mental que reduce el complejo mundo geopolítico a un maniqueísmo silvestre: el campo de los buenos y el de los malos, sin matiz alguno, olvidando las lecciones del ruso Dostoievski, el mejor conocedor del alma humana, que hacen patente la hondura misteriosa y desconcertante de la contradictoria condición humana, «un horizonte no claro entre dos mundos», una lucha constante en la que alternan a diario virtudes y vicios, en la que nadie está seguro de su justicia, sino «cuando el cántaro rompe contra la fuente».

Hipocresía que exhibe tal paranoia anti rusa porque el gobierno decadente de Estados Unidos comete crímenes ignominiosos de lesa humanidad como en Irak, Afganistán, Siria, Libia, sin sanción alguna, sin el menor asomo de vergüenza, sin reproche alguno por parte de una Europa, cómplice, por acción u omisión, de las iniquidades.

Seymour Hersh, periodista estadounidense, premio Pulitzer, después de la revelación del sabotaje del Nord Stream, ocultada marrulleramente por Occidente, mencionó hace días, que el gobierno de Ucrania es uno «totalmente corrupto», que glorifica al colaborador de Hitler, el ucraniano Stepán Bandera, cuya organización ultranacionalista, fue responsable de matanzas de judíos y polacos en la Segunda Guerra Mundial. Gobierno ese que tiene en la cárcel a los opositores como el de Nicaragua, entre otros. Pero todo ello resulta irrelevante para los nuevos escribas y fariseos occidentales, «sepulcros blanqueados» que torpedean a diario los intentos de paz de la crisis ruso-ucraniana, en aras del negocio de las armas y del odio a Rusia, su cultura, su pueblo.

Ignorancia culpable revelada por esa paranoia de tantos que creen que Rusia surgió en 1917 con la revolución, o en 1991 con el colapso de la Unión Soviética. No, la historia de Rusia es milenaria, vastísima en el tiempo y en el espacio. Ubicada en el cruzamiento inestable de Asia y Europa, siempre codiciada, según narración de M. Galiotti, por ambiciosos extranjeros: los vikingos en el siglo IX, los mongoles en el XIII, los suecos en el XVIII, los franceses en el XIX, los alemanes – Hitler- en el XX, y en el XXI, según los hechos, por el expansionismo militarista de la OTAN; expansionismo sin sentido, tramposo, innecesario a raíz del colapso del comunismo soviético.

A raíz del colapso de la Unión Soviética, Rusia se desmoronó económica, política y moralmente. Hicieron escarnio de ella los poderosos del mundo occidental. Entonces, Putin, con sus grandes virtudes y grandes defectos como todo político de genio al decir de Ortega y Gasset, convocó a su pueblo a «resucitar la conciencia nacional», a recoger los pedazos rotos de su larga historia para levantar una nueva historia, a recobrar su dignidad de gran potencia, a defender los valores cristianos traicionados por Europa, a levantar su economía que había caído a los abismos. Y lo logró en gran medida y en pocos años.

Y eso no lo soporta el gobierno de Estados Unidos que pretende seguir siendo el capataz del mundo unipolar, ni el de Europa minusválida. Usan tales gobiernos a Ucrania, a su pueblo, a sus histriónicos, sumisos y fanáticos dirigentes ultranacionalistas, vinculados a los «Panama Papers» como lo señala Hersh, para socavar lo logrado por el presidente Putin en favor de Rusia y su pueblo, para destruirla, en suma.

Vladímir Putin, gobernante afín a la idiosincrasia rusa, ha recobrado la autoridad del Estado, ha rehecho a Rusia, política y económicamente, le ha devuelto parte significativa de su grandeza geopolítica, a diferencia de otros regímenes de naturaleza distinta, política y culturalmente hablando, como los actuales de Nicaragua, Venezuela, Cuba, que han hundido a sus naciones en la pobreza, insignificancia y desesperanza. Equiparar esos regímenes con el gobierno ruso es una insensatez, es desconocer la manera de ser propia de la Rusia milenaria. Cada nación tiene su molde propio, y el recurrir a uno ajeno o el que se le imponga uno extraño, hacen naufragar a las naciones.

La mezquindad, cinismo, ceguera crónica y estupidez geopolítica del gobierno de Estados Unidos y secuaces europeos, tendrán consecuencias funestas para el mundo y su porvenir, al haber orillado a la Rusia de hoy, no comunista y defensora de valores cristianos frente a las perversas ideologías de género y políticas occidentales abortistas, a acercarse a China, en pleno ascenso en poderío e influencia. ¡Una Rusia que tendía la mano franca al mundo europeo! ¡Cuánta estulticia occidental!

Pero Rusia conversa, de la mano de Nuestra Señora de Kazán, aplastará a sus enemigos en un designio providencial, y se alzará con la victoria moral e histórica, porque no es vasallo del gobierno insolente de Estados Unidos como lo son el de Europa y otros muchos. Los designios del Altísimo son inescrutables, pero en el Magníficat se afirma que Él humilla a los soberbios y exalta a los humildes.

P.D. Y mientras el mundo enloquece dando maromas al borde del abismo, se come comida chatarra cancerígena, «hot dogs» y «pop corn», se ven los «super bowls» en estado de éxtasis, y se compran costosos e inteligentísimos relojes de pulsera en variados colores y diseños de vanguardia mundial.

Dedico este artículo con admiración a la memoria de los bravos soldados rusos que pelearon contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

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