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jueves, 2 mayo, 2024
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■ Cumbres sobre la guerra y el clima en NY

Nadie confía en la ONU para defender fronteras: Zelensky

■ La humanidad abrió las puertas al infierno al permitir el avance de la crisis climática, advierte Guterres

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Por: La Jornada •

Nueva York. El ruido retórico ensordecedor y el silencio por la ausencia de acciones necesarias para salvar al mundo de sus múltiples crisis existenciales rodean las actividades de la reunión de alto nivel de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

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Continuó por segundo día el desfile de oradores ante la Asamblea General que durará una semana, y a la vez ayer se realizaron dos actos de alto perfil: una reunión del Consejo de Seguridad sobre Ucrania y otra minicumbre relacionada con el cambio climático.

En el Consejo de Seguridad los medios trataron de elevar el drama anticipando que el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y el canciller ruso, Sergei Lavrov, estarían en la misma sala por primera vez desde que comenzó la guerra. Sin embargo, la coreografía decepcionó a los observadores, ya que el ruso llegó después del discurso del ucranio, quien tampoco permaneció ahí para escuchar a Lavrov.

Zelensky, en su discurso, denunció la impotencia de la ONU ante el conflicto y solicitó que ésta le quite el poder de veto a Rusia. Afirmó que se requiere de una reforma extensa para que la organización pueda actuar contra ofensivas, sobre todo si el agresor es un miembro permanente con poder de veto. Debemos reconocer que la ONU se encuentra en un punto muerto sobre asuntos de agresión. La humanidad ya no coloca sus esperanzas en la ONU cuando tiene que ver con la defensa de las fronteras soberanas de naciones, apuntó. Nadie volteó a ver al canciller estadunidense, Antony Blinken, quien representa a la nación miembro permanente que más recientemente invadió otro país –Irak– en violación de la Carta de la ONU.

En ese foro hubo una lista larguísima de oradores –incluida la canciller mexicana Alicia Bárcena–, pero nadie esperaba que después de tanto verbo habría alguna acción concreta y era difícil medir si se habían tomado pasos o no hacia lo que todos decían era su meta: la paz.

En la Cumbre de Ambiciones de Clima convocada ayer por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres –parte del proceso hacia la próxima cumbre mundial sobre clima conocida como COP, citada para el 30 de noviembre en pleno paraíso petrolero de Dubai–, se repitieron sus advertencias de lo que muchos creen es la crisis más importante que enfrenta el mundo, y la urgencia de tomar acción colectiva inmediata. La humanidad ha abierto las puertas al infierno, al permitir que la crisis climática continúe acelerando, declaró Guterres al inaugurar la cumbre. Agregó que aunque se ha logrado promover el traslado de combustibles fósiles a fuentes renovables, estamos atrasados décadas. Subrayó: tenemos que apurarnos para alcanzar el tiempo perdido al paso lento, torcedura de brazos y la avaricia desnuda de los intereses enraizados que ganan miles de millones de los combustibles fósiles.

Pero aquí otra vez no estaban presentes los mandatarios de los países que más producen y usan combustibles fósiles y que más contribuyen al efecto invernadero –incluido el presidente estadunidense, así como sus contrapartes de China, Rusia, India, Japón, Francia y Gran Bretaña.

Por su parte, a Reino Unido se le ocurrió anunciar ayer mismo en Londres que estaría revocando su compromiso con las metas de reducción de emisiones contaminantes. Mientras tanto, el influyente boletín digital Semafor destaca que Reino Unido no está solo: los planes sobre clima de México han ido hacia atrás en años recientes, dando prioridad a combustibles fósiles y desmantelando políticas climáticas reportó.

La Casa Blanca de Biden decidió que era buen momento para anunciar que está lanzando algo llamado el American Climate Corps, que propone capacitar a 20 mil jóvenes para participar en trabajos de economía verde, como parte de sus esfuerzos ambientalistas. Sin embargo, mientras Biden mantiene que su gobierno sigue comprometido con lograr el objetivo del Acuerdo de París para limitar a menos de 1.5 grados Celsius el calentamiento global, su gobierno se autoelogia por lograr niveles sin precedente de producción de petróleo y gas.

Sus propios ciudadanos continuaron las protestas contra lo que califican de posturas hipócratas. Además de la megamarcha para poner fin a los combustibles fósiles del domingo pasado, en Nueva York y Washington han continuado las acciones de desobediencia civil –incluyendo clausurar durante horas las entradas a la sede mundial de Bank of America, la Reserva Federal, interrumpir un foro con funcionarios estadunidenses y colocar mantas frente a la Casa Blanca– en demanda de que Biden declare una emergencia climática y en contra del financiamiento del sector petrolero.

Reuniones al margen

Como siempre, la reunión de alto nivel anual de la ONU permite una serie infinita de reuniones bilaterales, formales e informales, entre mandatarios y sus delegaciones, y también anuncios de proyectos y acuerdos de todo tipo.

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, está usando su presencia aquí para proyectarse como un líder del sur global, y es el único mandatario que obtuvo dos reuniones con Biden. Ayer, ambos mandatarios anunciaron la formación de una Asociación para los Derechos de los Trabajadores que busca crear un esfuerzo global con el fin de promover los derechos laborales y reafirmar que los trabajadores y sus sindicatos necesitan ser parte de los esfuerzos para abordar el cambio climático. Por cierto, Lula fue el único mandatario aquí –hasta donde se sabe– en enviar a una delegación a reunirse con una sección del sindicato UAW y expresar solidaridad con su huelga de trabajadores automotrices en Estados Unidos.

Por su parte, Biden sostuvo otras reuniones bilaterales, incluida una con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.

En tanto, procedió el desfile de 145 jefes o jefas de Estado y representantes de alto nivel del resto de los 193 países miembros que suben al podio para expresarse ante la comunidad internacional por unos 15 minutos cada quien. El presidente de Chile, Gabriel Boric, empezó su turno dando las gracias a la ONU por repudiar al golpe de Estado en su país hace 50 años, apoyado, señaló, por el entonces gobierno de Richard Nixon. Pero la mayoría de su discurso se enfocó en los temas de la democracia, el cambio climático y se sumó al coro de países llamando por la justicia en Palestina, así como el levantamiento de bloqueos contra Richard Nixon y Venezuela.

Además de participar en infinitos actos paralelos, dentro y fuera de la ONU, algunos de los mandatarios se atreven a visitar otras comunidades en esta ciudad, como el presidente Gustavo Petro, quien acudió a una colonia colombiana en Queens para hablar de la situación en su país, y el presidente Díaz-Canel, que acudió a un acto en Harlem con representantes progresistas y también como homenaje a las visitas históricas de Fidel a ese famoso barrio afroestadunidense.

Las emergencias mundiales no interrumpieron varios actos y cenas elegantes de los jefes de Estado, diplomáticos y empresarios. Durante esta semana de reuniones y discursos y mientras procede el desfile de oradores en el podio de mármol de la Asamblea General, se calcula que morirán más de 90 mil niños de causas prevenibles en el mundo, 148 millones de menores siguen padeciendo los efectos de la desnutrición, el planeta continuará perdiendo especies y agua de manera permanente y las guerras continuarán arrojando sus cifras obscenas.

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