Gustavo Díaz Ordaz es una página negra en la historia del País; este distinguido priista constituye un ejemplo de hybris (patología del poder), es también uno de los peores gobernantes que ha tenido México ya que generó las muertes de estudiantes y civiles, el 2 de Octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas. Díaz Ordaz, dijo textualmente en su informe de gobierno de 1969: “asumo íntegramente la responsabilidad ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”, sucesos que se tradujeron en muertes, desapariciones, separaciones de familias y, personas que como Rosario Ibarra de Piedra, murieron sin saber dónde quedaron sus hijos, o si vivían o habían muerto. El responsable indirecto de la citada matanza fue el entonces Secretario de Gobernación de nombre Luis Echeverría Álvarez (PRI), quien fue el sucesor natural a la Presidencia de la República, sin necesidad de bastón de mando, pues bastó y sobró, ser cómplice del nefasto Gustavito para ganarse la máxima magistratura de la Nación; dicen que Echeverría se dormía literalmente en la oficina de la Secretaría de Gobernación y que se quedaba sentado muy quieto para según él, administrar sus energías y estar al pendiente del teléfono al cual le llamaría el Presidente Díaz para designarlo como su sucesor. Luis Echeverría fue autor del Halconazo de 1971, que de acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el 10 de junio de 1971, estudiantes de la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional, se manifestaron a favor de la huelga de la Universidad de Nuevo León, reuniéndose en las cercanías de la estación del metro Normal para marchar con rumbo al Zócalo; según la CNDH, “Los halcones” eran los miembros de un grupo paramilitar, jóvenes reclutados en barrios marginados y violentos de la capital mexicana que habían sido entrenados por militares de los gobiernos de México y los Estados Unidos a finales de esa década, mismos que con balas calibre 45 y carabinas 30 M-2 abatieron a jóvenes manifestantes, quienes corrieron para poder salvar sus vidas. No obstante, la persecución acabó después de horas; hombres armados intimidaron en las salas de urgencia de los hospitales a médicos y enfermeras: no debían atender a los marchistas heridos. El objetivo no era disolver la manifestación… era matar. Gracias al sistema priista, Luis Echeverría fue jurídicamente exonerado de toda culpa en 2009 por no existir pruebas tangibles, siendo que hasta ahora, no se sabe el número de muertos, desaparecidos o heridos. En el Gobierno de Luis Echeverría laboró dentro de la Administración Pública Federal, un tal José Guillermo Abel López Portillo y Pacheco, primero como Director General de la Comisión Federal de Electricidad y luego como Secretario de Hacienda y Crédito Público, cargo al que tuvo que renunciar, ya que sin bastón de mando, fue electo como candidato presidencial en 1975, resultando que en 1976 fue el único candidato con registro oficial, así que: ¿Necesitaba bastón de mando? Pues no, el partidazo operaba así, desde un régimen totalitario, absolutista y antidemocrático y, además, no se preguntaba a nadie, y se informaba lo que se quería, se ocultaban los grandes crímenes pues sólo Jacobo Zabludovsky y su noticiario 24 horas, eran el único medio que informaba a un pueblo domesticado por los medios de comunicación y el clero, mientras que las infancias y adolescencias estaban absortas en el chavo del ocho, el chapulín colorado o sufriendo a madres con Heidi y Remi como caricaturas vespertinas. Eran felices y no lo sabían, el PRI consideró que ese status quo jamás cambiaría y siguieron haciendo muchas atrocidades con el pueblo, contra el país, saqueando sus recursos; así que la corrupción y la impunidad eran una constante en todo ejercicio del poder, desde la gran rata presidencial hasta el más humilde burócrata de rancho; los informes de gobierno eran un gran teatro, lleno de lame suelas, aplaudidores de la desgracia, con un López Portillo llorando en sus informes, queriendo tapar que en los inicios de los ochentas, el dólar pasó de 12.50 a 3000 pesos y la inflación se incrementó de 191% a 303%, siendo que llegaron a México más de 100 mil millones de dólares por excedentes petroleros que sirvieron para satisfacer el apetito voraz de la clase política corrupta que no encontró una verdadera oposición, sin alternancia política, sin cuestionamientos, sin instancias fiscalizadoras, lo que motivó el incremento de la pobreza y la marginación, pesados lastres que siguen vigentes hasta hoy. La próxima semana, iniciaré con el Negro Durazo, amigo íntimo de López Portillo y los presidentes que me faltan.
De los dedazos del PRI al Bastón de Mando entregado a Sheinbaum (Segunda parte)
■ Para Santhiago García Arteaga. Gracias por toda tu magia, eres un ser extraordinario.
