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miércoles, 8 mayo, 2024
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Byung-Chul Han o la debacle de capitalismo por extenuación

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La Gualdra 570 / Filosofía

En Internet podemos ver su imagen, la de un hombre maduro con cola de caballo y mirada enigmática. Cultiva la imagen de un hombre oriental relajado, elegante y meditabundo. Con la publicación de La sociedad del cansancio (Barcelona, Herder, 2012), el pensador y ensayista alemán-coreano Byung-Chul Han se ha vuelto todo un bestseller, en la obra despliega toda una arqueología de la modernidad donde nos muestra cómo el sujeto moderno ahora es un Prometeo cansado, extenuado, cansado, agobiado, auto-explotado. La sociedad del cansancio no es sino la sociedad del rendimiento, de la auto-explotación. Desde entonces no ha dejado de publicar y de volverse una estrella mediática. En su más reciente obra breve, como todas, Capitalismo y pulsión de muerte (Barcelona, Herder, 2022) Byung-Chul Han nos presenta una imagen apocalíptica del capitalismo actual. El crecimiento y desarrollo capitalista nos recuerda a un paroxismo de muerte, la vitalidad que finge oculta una catástrofe mortal, la producción se asemeja a la destrucción, el fascismo y estado de excepción descritos por Benjamin describen el funcionamiento de la megamaquinaria capitalista hoy. Crecimiento y auto-destrucción se identifican. El capitalismo canaliza y pone a trabajar a la muerte y la pulsión de muerte se convierte en su combustible. Las fuerzas productivas se despliegan como fuerzas destructivas y viceversa:

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El capitalismo genera una poderosa pulsión de muerte, pues le quita la vida a la vida. Su afán de una vida sin muerte acaba siendo mortal. Los zombis del rendimiento, del fitness o del bótox son fenómenos de la vida no-muerta. El no-muerto carece de toda vitalidad. Sólo la vida que asume la muerte es realmente viviente. La histeria por la salud es la manifestación biopolítica del propio capital. El capital muerto destruye el mundo viviente. En eso consiste la pulsión de muerte del capital. El capitalismo es dominado por una necrofilia que transforma la vida en cosas inertes (Han 2022, 15).

 

El rechazo actual a la muerte no es sino el rechazo a la propia vida. La inmortalidad implica pagar con la vida un pacto fáustico que empeña y empaña al ser humano viviente en su totalidad. La conciencia de muerte intensifica la conciencia vital, la negación de aquélla es directamente la negación de ésta. El capitalismo actual es una industria de muerte, una necropolítica global que toda lo mata, lo utiliza, lo consume y lo tritura convirtiéndole en desechos. De ahí que la vida que niega la muerte “se niega a sí misma. Lo único que nos libera de una paradoja de una vida sin muerte es una forma de vida que devuelve la muerte a la vida: estamos demasiado vivos para morir y demasiado muertos para vivir” (Han 2022, 21). El sistema neoliberal actual o sociedad de control (para decirlo con Deleuze), ya no sigue un modelo represivo como en las sociedades disciplinarias (descritas por Foucault), ahora seduce, nos conquista y aliena desde nuestra interioridad e intimidad, ejerciendo una sutil colonización cuasi-invisible e imperceptible: “El neoliberalismo convierte al trabajador oprimido en un empresario libre, en un empresario de sí mismo. Hoy todo el mundo es un empleado autoexplotado del empresario que él mismo es. Todo el mundo es señor y siervo de una misma persona” (Han 2022, 24). Hemos interiorizado el policía y el modelo de represión como auto-vigilancia, mejor dicho, ahora se lee como una suerte de empoderamiento del sujeto narcisista. El auto-gobierno interioriza e integra las formas más extremas de auto-aniquilación y auto-explotación. Los regímenes neoliberales reconducen la libertad a la dominación de sí mismo. Individuos agotados, auto alienados, depresivos, aislados, fragmentados, despolitizados no se puede concebir ninguna imagen libertaria de sí y de la sociedad.

El diagnóstico pesimista y apocalíptico del pensador coreano-alemán redunda en un pronóstico por demás derrotista la revolución y el pensamiento revolucionario ha sido integrado al orden imperante y concluye: “Hoy no es posible ninguna revolución y el comunismo como mercancía es el fin de la revolución” (Han 2022, 29). La revolución revoluciona, acelera, el despliegue de una subjetivación acrítica, fragmentada y parcial. Según esto ya no es posible ninguna acción social desinteresada: “Hoy no hay una multitud cooperante e interconectada que se alce como una masa crítica y revolucionaria global. Más bien sucede que la soledad del empresario de sí mismo aislado e individualizado constituye la forma actual de producción. Con individuos agotados, depresivos y aislados no se puede formar ninguna masa revolucionaria” (Han 2022, 28). Una masa fragmentada acrítica y despolitizada no hace ninguna revolución, pero sujetos individuales y colectivos que ahora mismo están luchando por otro mundo aquí y ahora. El modelo capitalista no es uniforme, tiene grietas y líneas de fuga, aunado a que la producción de subjetivaciones, aunque tiene una tendencia a su estandarización y aplanamiento, despliega un conjunto de procesos y prácticas múltiples, diversos, divergentes. Y por ende también sería factible repensar otras imágenes del mundo y de los sujetos donde la revolución e insurrección sean pan nuestro de cada día. Y aceptar el capitalismo actual como posición política realista no es sino abdicar en la lucha de cualquier posible transformación del orden terminando por ser cómplice acrítico y conformista del estado de cosas existente. El pensamiento crítico, la imaginación, la creación, la lucha por la autonomía y la reflexión son elementos cardinales de nuestra propia condición humana, no podemos ignorar su potencial de metamorfosis continua e inmanente. El mismo pensador alemán-coreano reconoce que para él “la filosofía es un intento de proyectar una forma de vida totalmente distinta, de probar otros proyectos vitales aunque sea mentalmente” (Han 2022, 111), el pensamiento crítico no se puede reducir únicamente a un juego mental de imaginar otro mundo posible y dejar las cosas tal y como están, pues el verdadero poder de la imaginación crítica reside en la posibilidad de transvaloración de todo lo existente –tal es la enseñanza de Nietzsche, Marx, Freud y la teoría crítica.

Byung-Chul Han

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra570

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