El árbol de durazno, no ha enverdecido aún,
pero tiene unas flores enfermas,
el árbol de durazno y yo tenemos algo en común
con soledad y tristezas extremas.
El árbol de durazno es tétrico fantasma
y yo soy una sombra fantasmal también,
ese árbol de apariencia que espanta
es de mi vida, la copia más fiel.
El árbol de durazno, está ya casi muerto
y aún da flores tan pálidas y enfermas
que el pobre árbol se ve triste y desierto
mientras mi alma está floreando penas.
El árbol de durazno ni siquiera da sombra
el follaje no brota de sus ramas cansadas,
a mí también me ahoga una pena muy honda
y aún mi alma florece ilusionada.
El árbol de durazno, tan viejo y semiseco
a sus ramas cenizas no le brotan retoños,
y aquí mi corazón enfermo y viejo
tan solo está viviendo por tus ojos.
El árbol de durazno, en sus ramas añosas
y en la corteza de su viejo tronco
marqué tu nombre, y escribí otras cosas
dedicadas a Ti, y a tus ojos.
Autora: Ma. Belem Rodarte Guardado