■ En ocasiones se emplea violencia para crear megaproyectos
■ Necesario, impulsar una nueva educación ambiental: Esparza
“El grado de devastación ambiental, ¿cómo va a ser sustentable?”, preguntó Miguel Esparza Flores, docente de la Unidad Académica de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ), con respecto a las condiciones ambientales resultado de actividades económicas como minería, ganadería y producción de cerveza.
El cuestionamiento se realizó en medio de la mesa “El medio ambiente: de lo macro a lo local”, en el marco del cuarto Foro de la Agenda para la Consolidación de los Derechos Humanos de las Mujeres y la Igualdad Sustantiva, impulsado por la Red Plural de Mujeres en Zacatecas.
Tras una cátedra de economía ambiental, donde el especialista detalló lo que conlleva el desarrollo sustentable y sus tres ejes -el económico, social y ecológico-, es necesario cambiar el discurso tradicional en torno a la ecología y “creer que los problemas tienen que ver con la consciencia del individuo”, pues va más allá el problema.
En su opinión, es necesario redimensionar la crisis ambiental y, desde la base, e impulsar una nueva educación ambiental que distribuya la responsabilidad correctamente.
Esto, sostuvo, ya que la recuperación del medio ambiente “no se va a dar de forma gratuita” y el cambio se debe dar desde la organización, solidaridad y posibilidad de construir a largo plazo con una colaboración generalizada.
El académico expuso que la economía conceptualiza la crisis ambiental de distintas formas, y al mismo tiempo presenta estrategias en las que se autoregularía, de haber un equilibrio con la naturaleza.
Por su parte, Grecia Rodríguez Navarro, colaboradora del observatorio de conflictos mineros de América Latina y defensora de derechos humanos, giró su aportación a las dificultades de las mujeres rurales de Zacatecas debido a los conflictos medioambientales.
Para contextualizar, dio a conocer que en el panorama mundial de mujeres rurales, este sector es cada vez más vulnerado en el acceso al agua y a la tierra, y Zacatecas no es la excepción.
En México, 33 por ciento de las mujeres habitan en zonas rurales, y de éstas, 6 de 10 viven en la pobreza y destacan entre sus necesidades principales la salud, vivienda e ingreso, así como su problemática al no tener acceso a tecnologías.
Otra discriminación hacia el género femenino es que, al menos en el estado, sólo 29 por ciento de las beneficiarias de programas del campo son mujeres, y 3 de cada 10 no reciben remuneración por su trabajo. Asimismo, únicamente 20 por ciento de los ejidos son de mujeres y el 16 por ciento de las tierras pertenecen a este sector.
Aunado a las condiciones ya desfavorables, está la realidad del problema climático consecuencia de la explotación de la tierra, en la minería, y la sobreexplotación de los mantos acuíferos por ésta y otras actividades económicas.
Esto, afirmó la experta, representa una violación de derechos humanos sistemática, pues limita el acceso a los derechos básicos y en varias ocasiones emplea mecanismos de violencia para implementar megaproyectos.
Rodríguez sostuvo que es indispensable un cambio radical en el modo de vida y en la participación y valoración del trabajo femenino en los distintos campos, sobre todo cuando están en una clara desventaja, como lo es en las zonas rurales y mantienen conflictos socioambientales.
