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miércoles, 17 abril, 2024
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■ Hanya Yanagihara 

La diferencia entre vivir y existir

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Por: Mauricio Flores •

La Gualdra 536 / Libros / Op. Cit.

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Llegan los tiempos para hacer balance.

Qué nos enseñan estos dos años de pandemia: confinamiento, enfermedad y muerte.

Muchas instrucciones habrán quedado.

De entre ellas, una en sí misma vital, que nos revela la diferencia entre la vida y la muerte y la mera existencia.

La posibilidad de hacerse de un destino y recorrerlo, de un lado, o la exigencia de un transcurrir condicionado.

El valor de pisar libremente el camino al paraíso.

A ese paraíso, múltiple, único, que cada quien se construye en su imaginario y que desde los espacios de lo literario, la norteamericana Hanya Yanagihara (1974) nos muestra en Al paraíso, su tercera novela publicada en un espacio de nueve años, tan perturbadora y emotiva a la vez, como la anterior Tan poca vida (2016) y la inicial aún no traducida, The people in the trees.

Una bienvenida nueva novela, en realidad tres libros en uno, que suman casi mil páginas para leerse desde este preocupante mundo real y adentrarse así en los propuestos por la autora, no exentos de tribulaciones y esperanzas.

Narraciones que nos trasladan a los finales del XIX, la no tan lejana década de los 90 y un dilatado siglo XXI, entre los años 2088 y 2093.

Escenarios y tiempos que nos proyectan las vidas de diferentes personajes, tal vez unos antecesores de otros, en situaciones imaginarias y distópicas, pero en todo momento ancladas en los interiores más humanos.

  Extraña novela, extraños sus personajes, quienes habitantes de unas formaciones sociales imaginarias acceden a los matrimonios por conveniencia, sin importar la igualdad de géneros.

Prácticas sociales que se han ido consolidando en una Norteamérica no siempre igual a la que conocemos por la historia. Aunque manteniendo cierta fascinación por el entorno Nueva York y el dilema de otras sociedades, como la hawaiana, incorporadas en el tiempo al gran proyecto americano.

De ahí los referentes, en voz de los personajes, a hechos como la firma de una ley por la que “se otorgaba a Hawái la condición de estado”, dixit Eisenhower. “Ya éramos oficialmente el quincuagésimo estado estadounidense”.

Hecho que desencadenará el ulterior interés de alguno de los personajes de Al paraíso (Libro II), por la soberanía de la isla o, en su defecto, la restauración de la vieja monarquía. “Nunca le había dado muchas vueltas a lo que significaba ser hawaiano. Era como darle vueltas a ser varón, o humano; yo era todas esas cosas sin más, y el hecho de serlas siempre me había bastado. Empecé a preguntarme entonces si, en efecto, existía otra forma de ser, si había estado equivocado todo ese tiempo, si de alguna manera era incapaz de ver lo que toda esa gente parecía ver tan claro”.

Llegará el lector al Libro III, el más extenso, el más rápido, donde personajes y tramas suenan dolorosamente cercanos.

Contagios, aislamientos…

De nueva cuenta parejas de originales alianzas y mucha enfermedad, proyectos de investigación para su derrota, contagios, aislamientos, mecanismos de defensa y la memoria de hombres y mujeres acerca de la presencia de constantes pandemias. “Quiero estar aquí cuando llegue la próxima pandemia. Quiero ser quien la descubra, quiero ser quien la solucione, quiero ser quien, al levantar la vista de la mesa, vea el cielo teñido de un negro denso y se dé cuenta de cuánto lleva en el laboratorio, de que ha estado concentrado, tan inmerso, que el hecho de que un día haya acabado no tiene importancia alguna”.

Conciencia a la que llega uno de los personajes de To paradise, traducción Laura Manero Jiménez y Laura Martín de Dios, cuando en el mundo, de nueva cuenta en torno a la región neoyorquina, para entonces dividida por zonas, el objetivo es ya “tratar de formular (bueno, reformular) una respuesta internacional y multidisciplinar ante lo que se nos viene encima reuniendo a un grupo de epidemiólogos, especialistas en enfermedades infecciosas, economistas, funcionarios varios…, representantes de las farmacéuticas más importantes y dos psicólogos, ambos especializados en depresión e ideaciones suicidas, uno infantil y otro de adultos”.

Vaya subrayados que irán acumulándose en esta nueva novela de Hanya Yanagihara (no se sorprenda el lector, en Tan poca vida la autora nos habla de un caso patológico de autodestrucción. “Si algo he aprendido es que hay que hablar de los episodios dolorosos mientras aún están frescos o nunca hablarás de ellos”, le dice una voz de mujer salvadora a un atormentado Jude. “Voy a enseñarte a verbalizarlo, porque cuanto más esperes, más difícil te resultará, y se intensificará en tu interior y siempre creerás que tú tuviste la culpa. Te equivocarás, pero siempre lo pensarás”) donde un lacónico YO firma una carta, 11 de octubre de 2055: “Si el modelo predictivo es correcto, esta enfermedad será mucho más patógena y contagiosa, se propagará con mayor rapidez y será más letal que su predecesora; nuestra única esperanza es la evacuación masiva”.

TEXTUAL

Así pues, esta noche, cuando oscurezca y todo esté en silencio, me levantaré, recorreré el jardín de nuevo, y esta vez me atreveré a salir por la puerta de atrás, al mundo exterior. Ya veo las copas de los árboles, negras contra el cielo oscuro; ya huelo el jengibre a mi alrededor. Se equivocan: no es demasiado tarde, no es demasiado tarde después de todo, no es demasiado tarde. Y luego emprenderé el camino: no a casa de mi madre, no a Lipo-wao-nahele, sino a otro lugar, el mismo al que espero que hayas ido tú, y no me detendré, no necesitaré descansar, no hasta que llegue y haya recorrido todo el camino hasta ti, todo el camino al paraíso.

Hanya Yanagihara, Al paraíso, p. 485

***

Hanya Yanagihara, Al paraíso, Lumen, México, 2022, 948 pp.

* @mauflos

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_536_

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