Rafael Caro Quintero, quien fuera llamado “el narco de narcos” en los años 80, sobre el que pesaba la mayor recompensa que ofrece la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) para un criminal (20 millones de dólares), fue detenido el viernes 15 de julio en la sierra de Sinaloa.
Fundador del legendario cártel de Guadalajara, después llamado cártel de Sinaloa, es la segunda vez que las autoridades lo arrestan. En 1985 pisó la cárcel tras el asesinato de un agente infiltrado de la DEA, Enrique ‘Kiki’ Camarena, y en 2013 fue liberado en México tras una escandalosa decisión judicial, cuando le faltaban todavía por cumplir 12 años de condena.
De acuerdo con Jorge Vázquez Valdez, docente investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ) enfocado en la economía criminal del narcotráfico y temas de seguridad, la detención de Rafael Caro Quintero es un hecho relevante para la narrativa general del narco mexicano, es una de las aprehensiones más notables del actual Gobierno Federal, pero también es muy posible que tenga un limitado efecto en las dimensiones y configuración del gran tráfico de drogas vigente en México.
“Esto se debe a que la actual morfología de los grupos criminales conocidos comúnmente como cárteles, les permite soportar la detención de cabecillas y seguir operando sin grandes mermas. Como ejemplo están las detenciones de Joaquín El Chapo Guzmán e incluso de funcionarios públicos de alto nivel que coadyuvaban a sus operaciones ilícitas, como es el caso de Genaro García Luna”, mencionó Vázquez Valdez, doctor en Estudios del Desarrollo por la BUAZ.
En el caso concreto del cártel de Caborca, que según la fiscalía estadounidense, Rafael Caro Quintero ha dirigido en los últimos años, sin una ofensiva integral en su contra por parte de las autoridades es poco probable que presente grandes desgastes o una gran reconfiguración interna, toda vez que ya ha experimentado el fenómeno de “pasar la estafeta” en su organización, primero a su hermano Miguel Ángel, y ahora, tentativamente, a su sobrino José Gil Caro Quintero, quien ya se mantiene activo en el trasiego de estupefacientes a escala internacional.
Simbolismo político
Asimismo, Jorge Vázquez mencionó que la detención también tiene una connotación política importante en la coyuntura de la reciente visita de Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos. En su entrevista con Joe Biden, López Obrador presentó puntos sustanciales para la relación bilateral que fueron celebrados por ambas partes, pero la seguridad fue uno de los grandes temas ausentes.
En ese sentido, la detención de Caro Quintero se da en el marco de los esfuerzos históricos de Estados Unidos por detener a uno de los actores señalados por el asesinato del agente de la DEA, Enrique ‘Kiki’ Camarena. Es decir, ajusta con la tentativa de extradición en la que Estados Unidos se ha enfocado por años -independientemente de que esta se concrete o no luego del proceso que se avecina-, y representa un beneficio político para el gobierno obradorista pues, tácitamente, complementa con ese hecho en materia de seguridad los cinco puntos planteados en el vecino país del norte.
Sin duda la detención será recibida con buenos ojos por Estados Unidos, y contribuirá a sanear la relación bilateral que había presentado contrapuntos con hechos como la limitación de la Iniciativa Mérida en territorio nacional.
