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jueves, 25 abril, 2024
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El escarabajo y el oficio de tomar un descanso

■ o un homenaje a la amistad

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Por: NATALIA DE LA ROSA •

La Gualdra 536 / Primer Aniversario Luctuoso / Juan Manuel de la Rosa

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En 2016 comenzó una colaboración dedicada al arte contemporáneo en el Museo Comunitario y Club de Lectura de Sierra Hermosa. En aquella ocasión asistieron Cristóbal Gracia y Daniel Aguilar Ruvalcaba como invitados a presentar algún proyecto y pensar otras participaciones. No era la primera vez que Gracia se encontraba con Juan Manuel de la Rosa (1945-2021). En una de las visitas a las exhibiciones colectivas organizadas por los Yacusis. Grupo de Estudios Sub-Críticos estos dos artistas se conocieron y comenzó un entusiasmo e inquietud compartida. 

Recuerda Gracia: “Su figura reflejaba un gran misterio, no había un referente concreto en donde pudiera ubicar a este personaje. Eran muchas cosas a la vez, no sabía en un inicio en qué zona geográfica, histórica o cultural situarlo”. Posteriormente, Gracia pudo revelar el misterio. Cuenta el artista, que al conocer que el desplazamiento era el eje en la obra del pintor zacatecano, inició un entendimiento mayor de su figura. El escultor señala que, inclusive, este tópico estaba encarnado en la propia presencia del pintor: “Contenía un toque de extranjería y rastros de viajes pasados, al mismo tiempo que un signo de su origen campesino y extremo arraigo con la tierra”.

Eventualmente, la curiosidad por la trayectoria y procesos de cada artista fue recíproca. Uno de los puntos de diálogo entre ambos se centró en reflexionar en torno a los oficios. Explica Gracia: “Entender al arte como oficio te da la libertad de estar en muchos lugares al mismo tiempo. Comprendes que eres parte de un mundo y la sociedad”. La obra El escarabajo y el oficio de tomar un descanso remite al intercambio que tuvieron ambos artistas y da cuenta de este enfoque. Cuenta Gracia que un día caminando por Zacatecas, De la Rosa le preguntó curioso sobre su obra. El artista capitalino le enseñó un registro de la muestra Aquatania. Parte I. Un hombre debe ocupar el lugar que Dios le otorga –caminos selváticos o las calles de Hollywood– y pelear por las cosas en las que cree (2015-2016) realizada en el Cuarto de Máquinas. Gracia retomó para aquella ocasión la relación de Acapulco con la industria cinematográfica, en concreto con la hollywoodense, a través de la historia del actor de origen rumano Johnny Weissmuller. Se concentró en estudiar Tarzán y las sirenas (1948), última cinta de la serie y por la cual el actor llegó a vivir sus últimos días en el hotel Los Flamingos. El proyecto, sustentado en una recreación fílmica de esta cinta, desdobló un complejo cuerpo de esculturas, fotografías, pinturas e instalaciones que, a su vez, señalaron la colaboración en la cinta de los artistas mexicanos Gabriel Figueroa (1907-1997) y Gunther Gerzso (1915-2000). Dentro de la serie, Gracia presentó una escultura hecha con troncos de palmera intervenidas con figuras geométricas de acero, inspiradas en la pintura abstracta de Gerzso y su labor escenográfica, así como en el paisaje del puerto. Fue así que la referencia al entorno generó otro punto de conexión entre De la Rosa y Gracia. El artista originario de Sierra Hermosa, comentó entusiasta que podría hacerse una versión con palmas y yucas del desierto. Así, imaginaron cómo sería una escultura con la vegetación del Trópico de Cáncer. Asimismo, como resultado aquella plática, Gracia tuvo una apertura para pensar el paisaje de una forma más amplia en toda su práctica.

El diseño de la escultura inaugurada para esta ocasión, parte de aquella referencia a Aquatania. Inicia con un aumento en la escala y una alteración entre positivos y negativos de la pieza original. Una de las transformaciones más evidentes, es el vuelco vertical que tenía para, en cambio, asentarla de forma horizontal. Esta variación ataca directamente la idea tradicional de monumento o escultura pública, que suele pensarse verticalmente, como un sello característico de los regímenes patriarcales que las sustentan. Al acostarla, se transforma en algo distinto. Se convierte en un espacio que invita a sentarse y a reflexionar. Al mismo tiempo, se vincula a aquellas arquitecturas que al negar la verticalidad proponen un vínculo con el paisaje.

Ante la iniciativa del Ayundamiento de Villa de Cos y el Departamento de Educación y Cultura para realizar una conmemoración por el primer aniversario luctuoso de Juan Manuel de la Rosa, encabezado por su nombramiento como Ciudadano Ilustre de Villa de Cos, se propuso elaborar un busto y una placa. Como contrapropuesta, el Museo Comunitario de Sierra Hermosa argumentó un sentido caduco del formato de monumento cívico, sumando la crítica que siempre expresó el artista homenajeado a este tipo de resoluciones urbanas. En cambio, el también ceramista y hacedor de papel siempre mostró interés por la intervención escultórica en calles, plazas y jardines para alcanzar con ello una transformación del contexto en diálogo con la arquitectura (como se observa en el proyecto no realizado dedicado a la señal del Trópico de Cáncer, que buscó construir en el medio del desierto). Así, pensamos en el diseño de una escultura dedicada a la explanada de la sala del museo y colección en Sierra Hermosa. Propusimos a Cristóbal Gracia debido a la cercanía que tuvo con De la Rosa y por su profundización en el medio escultórico.

La resolución final sustenta todas las condiciones e implicaciones de este Museo Comunitario. Cada producción artística sigue tres ejes: la constitución de un archivo colectivo desde la noción de microhistoria, territorio y genealogías críticas; la pedagogía y los vínculos entre arte y literatura; así como la apertura al espacio público. Con esta pieza, además de la remembranza al vínculo entre dos artistas y a la trayectoria del pintor, la obra representa un homenaje al desplazamiento, base en la obra de De la Rosa, contenida en su función (dedicada al descanso, la pausa y contemplación) como en su construcción (hecha por las mismas manos de habitantes nómadas de Sierra Hermosa, Alberto Gutiérrez y Gustavo Ibarra). Por ello, es una escultura-banca que invita al reposo, al mismo tiempo, que un archivo vivo, a través de la labor de Frida Flores, para las plantas que habitan en este desierto.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_536_

Juan Manuel de la Rosa.
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