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viernes, 19 abril, 2024
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A la memoria de Francesca Gargallo (1956-2022)

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Por: ANA CHIG •

La Gualdra 523 / Poesía

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Dedico esta lectura en memoria de Francesca Gargallo, poeta, escritora de ideología feminista, activista y editora italiana radicada en México, de quien les comparto un fragmento de su conferencia: La amistad entre mujeres es una actitud revolucionaria.

“La amistad entre mujeres es una práctica de protección que nace con el juego y las reglas que se van fijando para poder jugar libremente. Produce complicidad y fortalecimiento mutuo; su carga es revolucionaria porque el sistema ha intentado prohibirla o, por lo menos hacerla lo más difícil posible. La amistad invalida los dispositivos de control social y el patriarcado desea el control total de las conductas femeninas.

Cuando las mujeres pactan entre sí defenderse unas a otras en las sociedades capitalistas liberales de hombres que las encuadran en un deber ser que no les corresponde, apelan a su libertad de ser. Y al defenderse entre mujeres evidencian una falla en el funcionamiento del estado. A la vez, subrayan su capacidad de escogerse en el camino de la construcción del propio accionar en el mundo. Más acá o más allá de la supuesta sororidad como pacto de género, la amistad entre mujeres es una práctica de libertad que confronta nuestras ideas y sostiene nuestra autoestima”. 1

A su memoria.

El mediodía eleva un ancla de solares baldíos

El mediodía eleva un ancla de solares baldíos,

una trasparencia oleosa y el rastro de cierto recuerdo 

que se siembra como a “tierra venida” de la infancia.

Hubo flores de alazor a orilla del camino que reveló mi padre,

sus ramas densas y espinosas alejaban a los pájaros, 

cardenales, mirlos y gorriones 

sobrevolaban el cártamo del día en desaliento, 

otros, desde viejos álamos, contemplaban 

las minutas de algodón y sus semillas desprendidas por el aire,

la longitud del silencio en esos días me estremecía, 

julio esparcía desolación en los campos de falsos azafranes

los lomos de los surcos como una provincia desconocida y lejana

ceñían mis sueños de confusas palabras, de horas agolpadas 

que hoy entiendo, resultarán por siempre indescifrables.

En el cargante transcurrir de los segundos

Pienso que si pudiera ver mi cara

sabría quién soy en esta tarde rara.

J. L. Borges

Un cúmulo indefinido exteriorizó una sensación presentida.

Cierta luz en retroceso desvaneció rostros y voces en mi abadía,

advertí la nulidad del cuerpo dilatado sobre la cama,

el abandono de todo objeto vinculado a la existencia.

En el cargante transcurrir de los segundos

como un mar inmutable que ola tras ola desgasta el filamento de la piedra,

así se esparció la blancura espesa, simiente del silencio.

Medrosa y disminuida, deambulo calles comunes del día.

Formas de nubes suponen la pared acantilada del desconcierto.

La gente me rehúye, ¿o soy yo quien declina su ociosa presencia?

Ahí está el hospital, embarnecido también por ese castrante sigilo.

¿Quién ha muerto en el instante ulterior a mi pensamiento, qué dolor,

qué nombre no pudo pronunciarse, qué aliento sucede de los cuerpos en vigilia,

qué seres habitan las ventosas islas, mecánicas y frías?

Estos son los hierros de la guerra y los despojos –dijo Borges.

La humanidad sumida en incertidumbre, miedo, humillación.

Somos aprendices de formas que vulneran, la distancia del otro, el aislamiento.

Nuevos códigos en la mirada como ver a un enemigo a través de los setos.

Apenas un libro y tres monedas en el bolsillo, ¿y si esto fuera acaso el mismo sueño?

Hay días que mueren en uno, sobrepasan el cuerpo,

días que se diluyen en la sangre, anclan su pulso imperceptible,

días de variables e incógnitas que se multiplican a sí mismos.

Ayer un hombre pretendió saltar desde el puente

–la hora fue luminosa, el cielo, calado de profundos vacíos–

reconocí el instante, la forma de su cuerpo ovillado,

el miedo circular en las enormes tuercas de la estructura –.

El gesto compasivo de un mediador, 

las sirenas en torno, el caos vial.

Ayer vi a un hombre, y quise llorar por sus motivos, por los míos,

por las palabras mal dichas, por la soledad hiriente en sus designios,

por esta humanidad errante que nos concentra y ciega,

por el ruido que carcome las noches,

por el minúsculo sueño que rescata y dosifica la agonía.

1 Ver texto completo en:

https://francescagargallo.wordpress.com/2021/05/28/la-amistad-entre-mujeres-es-una-actitud-revolucionaria/

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