La Universidad vive un cambio de autoridades al igual que Gobierno del Estado, y dos fuerzas políticas han acordado una alianza para beneficio mutuo. La fuerza encabezada por Antonio Guzmán y conformada por los tres principales grupos políticos universitarios han hecho un acuerdo político – que ayer se confirmó claramente – con Alejando Tello, candidato del PRI a gobernador del estado. No se trata de un acuerdo entre autoridades institucionales, sino de autoridades electas con un candidato que requiere la suma de votos. Eso marca la diferencia. Se puede considerar virtuoso que las autoridades universitarias construyan acuerdos con el gobierno y, con base en estos, generen compromisos para el mejoramiento de la educación superior en el estado de Zacatecas, que por lo demás, ha estado ausente. La Rectoría y Gobierno del Estado fueron incapaces de generar los acuerdos que sustentaran los compromisos suficientes para sacar a la Universidad de la crisis. Sin embargo, la pregunta pertinente es, la búsqueda de esos compromisos, ¿pasa por hacer acuerdos no institucionales sino político-partidarios? ¿Vale la pena el paso dado a escasas tres semanas de una jornada que se va cerrando dramáticamente?
El acuerdo institucional tiene como foco de atención las necesidades de las respectivas instituciones, y en el acuerdo político el foco cambia: es la persecución de poder. En otras palabras, no es lo mismo concertar acuerdos para fortalecer a las instituciones, que alianzas para alcanzar el poder. Cuando lo segundo acaece, se corre el riesgo de instrumentalizar a las instituciones para la finalidad señalada y transformarlas en un simple instrumento político.
Siempre han existido relaciones de la institución con los gobernantes, durante el viejo régimen fue dirigida por militantes pasivos o simpatizantes del PRI, y posteriormente se anexó a la lógica del Partido del Trabajo (PT), donde las dirigencias nacionales de dicho partido se convertían en gestores de recursos extraordinarios de la UAZ como si se tratara de uno más de sus proyectos. Fueron conocidas algunas negociaciones de Narro y Alberto Anaya con los presidentes en turno para solicitar atención a la Universidad de Zacatecas. Sin embargo, durante la época de elecciones competidas, las fuerzas políticas universitarias nunca intentaron la construcción de acuerdos con algún candidato en plena campaña, además de que antes existían fuerzas que permitía equilibrar internamente la intromisión: grupos organizados con ideología autonómica que hacían resistencia a los intentos de instrumentación oficial. Por ello, podemos constatar que a pesar de dichas relaciones con partidos políticos, la autonomía no se afectó mayormente.
Sin embargo, en esta ocasión parece haber algunos elementos nuevos: la expresa y pública alianza política de la fuerza universitaria hegemónica con el candidato del PRI, y la ausencia de resistencia o contrapeso a sus posibles consecuencias. Se parece mucho a casos muy conocidos que pueden servir para medir el riesgo: la fuerza encabezada por Raúl Padilla en la Universidad de Guadalajara (U de G), y la fuerza conocida como “Sosa nostra” en la universidad de Hidalgo han logrado construir una tupida red de relaciones políticas corruptas, tanto en el seno de la Universidad como en el espacio político estatal, que no se ve cerca el fin de su hegemonía. En el caso que comentamos, asumamos que si la red de directores, consejeros universitarios y líderes sindicales están enredados en compromisos con el PRI y este se convierte en gobernante, se activarán los riesgos de que se reproduzcan los vicios en la UAZ a cambio de una academia oficialista sin sentido crítico hacia el poder, sin deudas (es lo que dicen), pero en silenciada obediencia. Falta ver qué pasa el 5 de junio pero sea cual sea el resultado y de los pactos, no olvidemos que Zacatecas requiere de una comunidad crítica y pensante.
