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viernes, 19 abril, 2024
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El rapto de Europa y la insensatez de Occidente

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Por: ATANACIO CAMPOS MIRAMONTES •

En Las Bodas de Cadmo y Armonía, Roberto Calasso afirma que “la historia surge del rapto de Helena y la guerra de Troya, al igual que, mucho antes, la expedición de Argo y el rapto de Medea, son eslabones de la misma cadena: un reclamo oscila ente Asia y Europa”, y en el vaivén siempre hay una mujer y unos raptores. Heródoto advertía que “raptar mujeres es obra de malhechores, pero preocuparse de las mujeres raptadas es cosa de insensatos, mientras que de sabios es despreocuparse de las raptadas, ya que de no haberlo querido no lo habrían sido”. O, como dicen en mi pueblo: “no se la robaron; ella se juyó con un viejo”.

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Y bien, el carnaval de las sanciones de Occidente contra Rusia está a todo lo que da, convirtiendo a este país en el más sancionado del mundo. Ya antes del 24 de febrero, Rusia era el segundo país más sancionado, superado sólo por Irán.

Y aunque Rusia no ha respondido con sanciones simétricas, los efectos de la insensatez de Occidente ya están a la vista: los precios de los energéticos no paran de subir, al igual que el de metales raros como el paladio, el níquel, los fertilizantes, etcétera.  Los precios del gas en Europa se están cotizando hasta varias decenas de veces el precio que paga un consumidor ruso. Curiosamente el gas que Rusia suministra a Europa a través de los gasoductos que atraviesan el territorio de Ucrania, no ha dejado de fluir y ser entregado puntualmente. Evidentemente el régimen de Ucrania no se ha molestado en destruirlos para no perjudicar a sus patrocinadores. Imaginemos entonces ¿qué sucedería si Rusia respondiera simétricamente suspendiendo desde ya los suministros de gas? Claro que eso traería consigo penalidades contractuales que Rusia siempre ha evitado. En efecto, Rusia nunca ha suspendido unilateralmente el cumplimiento de sus obligaciones contractuales, salvo en situaciones de morosidad en los pagos (Ucrania y Moldavia) y el robo descarado del gas (Ucrania). Ya desde los años 90s, cuando las poblaciones rusas sufrían discriminación y maltrato en las repúblicas bálticas, donde los rusos suman hasta el 30% de la población (Letonia), distintas expresiones políticas exigían al gobierno ruso implementar sanciones económicas para proteger a las minorías rusas, privadas de los más elementales derechos. Por principio, Rusia nunca recurrió a dichas medidas, dado que siempre se ha opuesto a la implementación unilateral de sanciones económicas como medida de presión e injerencia.  Al fin de cuentas no ha sido necesario, de eso se ha encargado Occidente y los gobiernos de esas repúblicas, impactando negativamente sus economías, en particular el sector que atiende todo el tránsito de energéticos y mercancías de Rusia y China a Occidente y viceversa.

Si se analiza, así sea someramente, el desarrollo de las relaciones energéticas entre Rusia y Europa, se concluye como mínimo que es falaz la narrativa del arma energética rusa que busca someter a Europa. La verdad es que la demanda de gas en todo el mundo no ha parado de crecer: en 1993 se extraían 2.2 billones de metros cúbicos (mc), 3 billones en 2009, y en 2019 eran ya 4.1 billones. Aún con todos los esfuerzos por transitar a energías alternativas, la demanda de gas natural sigue creciendo. En todo caso corresponde a Rusia el 24% de las exportaciones totales de gas natural en el mundo. De más de 4 billones mc de gas extraídos en 2019, a Rusia correspondieron 739 mil millones, de los cuales sólo exportó 258 mil millones. Por su parte, EEUU siguen siendo el mayor productor con 961 mil millones mc, pero también el mayor consumidor, pues tan sólo exportó 81 mil millones mc. La Unión Europea consumió ese mismo año más de 400 mil millones mc, Japón 100 mil millones… Como se puede ver EEUU puede decretar con singular entusiasmo las sanciones energéticas más absurdas, pues no depende mucho de Rusia, su dependencia es con Canadá, y con todo y eso ya están dispuestos a compensar las mermas que les pueda causar el alza de precios en los mercados internacionales con petróleo de ¡Venezuela e Irán!

La dependencia del gas ruso en Europa es diferenciada: así por ejemplo Hungría depende en un 97% de las importaciones de gas, Alemania en un 53%, Italia en un 31%, Polonia en un 61%, y en suma los países europeos importan el 43% del gas que consumen. Si renuncian a comprar a Rusia, que controla el 24% de las exportaciones de gas en el mundo ¿cómo lo van a reemplazar en un corto plazo?

Por lo pronto el Ministro de Economía de Alemania, Robert Habeck, admitió recientemente que su país seguirá dependiendo de los suministros de la energía rusa al menos a corto plazo, por lo que se dejará abierta la vía de las importaciones energéticas desde Rusia de momento, y subrayó que no comparte la postura de otros países que instan a imponer un embargo a la energía de la nación euroasiática. Todo lo que enreda el hombre, lo puede desenredar el hombre, decía alguien que sabía lo que decía. De que Europa puede zafarse de la dependencia energética de Rusia, ni duda cabe. El problema es a qué precio y a quién le van a pasar la factura. “En la embriaguez de la travesía marina a lomos del toro blanco, Europa oculta en sí, como poderes todavía inadvertidos, los destinos de sus nietas locas de amor, Fedra y Ariadna, ahorcadas por vergüenza y desesperación. Y entre las raíces celestiales de este árbol de historias encontramos el vagabundeo de la ternera loca, su antepasada Io, que a su vez encierra en sí la imagen de otra ternera loca, madre de Fedra y de Ariadna: Pasífae, también ella ahorcada por vergüenza” (Calasso).

Desarrollar infraestructura de gasoductos, estaciones de gas licuado, construcción de buques tanques, etc. les llevará años. Baste recordar que la infraestructura que suministra gas a Europa se viene construyendo desde los años 70s, bajo acuerdos comerciales puntuales y de largo plazo de la URSS, y luego Rusia, con distintos países, principalmente con Alemania. Así que la unidad en Europa en contra de Rusia, de la que tanto alarde mediático se ha hecho, difícilmente pasará la prueba de algunos meses.

Otro tanto se puede decir respecto a los refugiados que, según la ONU ya han abandonado Ucrania más de 2 millones de personas, y que en breve podrían rebasar los 4 millones. ¿Cómo Europa piensa abordar esta repentina cantidad de refugiados? Ciertamente, el promedio de refugiados cuenta con educación y capacitación profesional que la distingue de refugiados de países como Afganistán, por ejemplo. Pero aun así, los países occidentales darán preferencia a las personas jóvenes de mayor calificación profesional técnica. Así fue en su momento con los refugiados de Siria.

Entonces ¿Se trata de pura y llana insensatez de Occidente o de una jugada bien calculada? Ya lo veremos, por lo pronto lo que se hace evidente es que Occidente necesita a un culpable perfectamente bien identificado en una persona para descargar su responsabilidad de sus malas decisiones en gestión económica y el deterioro social de sus poblaciones en los últimos años y que la pandemia vino a catalizar. Entre más poderoso sea ese demonio y fácil de identificar, tanto mejor: ahí tienen a Rusia, como heredera del imperio del mal que decían que era la URSS, y a Putin como la encarnación personalizada de quien quiere revivir el imperio ruso-soviético. Para muestra, basta ojear los últimos números de The Economist, el oráculo de cabecera de las elites y sus acólitos.

Se entiende que esa engañifa funcione en cuanto a nosotros, los parroquianos, pero que los intelectuales, expertos, analistas y prominentes funcionarios se traguen esos dulces con todo y envoltura, nos habla, por decirlo suave, de un enorme deterioro cognitivo que las plataformas digitales han causado en Occidente.

Después de todo qué importa si fue rapto o huida de Europa; la insensatez siempre se impone: “Por una mujer de Esparta los griegos juntaron una gran expedición y después, llegados a Asia, abatieron la potencia de Priamo. Desde entonces no ha cesado la guerra entre Asia y Europa” (Roberto Calasso).

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