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viernes, 29 marzo, 2024
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Ni a quien irle

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Por: GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ • Admin •

Pedro de León Mojarro ha tenido un gran acierto en los últimos cinco meses de su campaña como aspirante a gobernador: poner en práctica una visión financiera impecable para distribuir sus ahorros del salario que recibía como funcionario federal, e invertir estos en intensos días de proselitismo para lograr su objetivo político.

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Si logra la candidatura en el PRD, habrá que ver si acepta transparentar su gasto en viajes constantes a la Ciudad de México, conferencias de prensa, mensajes de texto a los celulares, tarjetas de teléfono, eventos multitudinarios, acarreo de gente, entrevistas (con costos nada módicos) en los noticieros de los medios de comunicación privados, visitas a municipios, reuniones con la clase política local y nacional, y lo que usted quiera agregar. ¿Con qué dinero? Y eso apenas de unos meses para acá, porque ya casi cumple el año de andar en campaña.

¿O acaso únicamente quien escribe repara en cuestionarse sobre la particular solvencia económica del irrenunciable aspirante para sobrevivir sin un empleo desde octubre de 2015 (aunque lleva más tiempo en campaña), y con todo ello aún haber tenido los fondos suficientes para cambiar de partido –y de imagen- y así lograr su postulación? Es eso o que los medios de comunicación locales nos tengan acostumbrados a vivir en la inocencia informativa, y que a nadie se le haya ocurrido preguntar por los ingresos del aspirante. O que haya consultado con López Obrador las matemáticas contables para vivir sin un empleo.

Pero prevalece el confort mediático, pues a lo que sí nos tienen acostumbrados los medios zacatecanos es a la especulación. Se dice una cosa aquí, se asegura otra cosa en otro grupo, se pretende todo lo contrario cuando se consultan otras fuentes, y vamos en círculos siempre.

Ahora que si Pedro resulta ser un ejemplar irremplazable en las tareas financieras, al menos reservémosle un lugar en el próximo gabinete. Hacer tanto en cinco meses, únicamente con un fondo de ahorro, es un tremendo mérito digno de reconocimiento.

De su contrincante, Rafael Flores, el mismo tema cae con más laxitud. Recordemos que el pasado 29 de diciembre la presente Legislatura zacatecana –de la cual forma parte- ordenó a la Auditoría Superior del Estado dejar sin efecto diversas investigaciones que derivaban en el fincamiento de responsabilidades administrativas a servidores públicos (ex presidentes municipales, funcionarios públicos, entro otros). Diputados de esa Legislatura -Soledad Luevano, Cuauhtémoc Calderón, el mismo Flores- están directamente involucrados en los expedientes de irregularidades. El mayoriteo del PRI en ese órgano de gobierno es un elemento de negociación insalvable. El acuerdo debió ser visto con aprobación desde el Gobierno estatal.

Como también se permitió que Enrique Flores, secretario del Campo en este sexenio favoreciera con toda clase de apoyos a su hermano para que, como presidente municipal de Guadalupe y después como diputado local, rebobinara su imagen en torno a su aspiración de gobernar el estado, desde hace seis años.

Ahí la lectura del flujo monetario es menos opaca. Desde el 2010 Rafael Flores ha acomodado su estructura financiera rumbo a un mismo fin. Ha aprovechado dos cargos públicos de manera ininterrumpida, y lo mismo ha hecho con los dineros que ahí encontró. La opacidad ya denunciada, pero no castigada, nos da un panorama mucho más evidente de la modalidad de financiamiento en que se encuentra su precampaña.

De José Narro, la cosa es todavía menos confusa. El siempre plurinominal Narro, que está convencido de que la movilización campesina se traduce obligadamente en apoyos económicos, y que actúa en consecuencia. Que convierte sus votos (y los de su esposa) igualmente en moneda corriente. Que recibe recursos especiales para “administrar” guarderías que no están dentro del esquema institucional educativo. Que deja en un déficit financiero de millones de pesos al Partido del Trabajo en 2009. Vaya, Narro, el que está siempre dispuesto a negociar sus convicciones por un buen tajo del presupuesto público.

Sí, ese Narro que aseguraba la semana pasada que su “amigo” Pedro de León era “el elegido” candidato del PRD (lo previmos en esta columna desde finales de enero). Entre comillas “amigo” porque apenas quince días atrás no lo bajaba de enviado del gobernador para reventar al partido en la próxima elección local. Ese mismo Narro.

Que si el Consejo Estatal se encuentra relativamente sólido en elegir a Rafa Flores como candidato del PRD, que si la Comité Nacional del partido debe de atraer la elección para favorecer a Pedro. La cosa con los amarillos es más sencilla: el arrebato de los puestos de elección popular por una cuestión de cuotas clientelares, donde además las cartas no se ocultan sino que se presumen abiertamente (alonsistas vs alonsistas), son la manifestación más clara de la forma en cómo la coalición PAN-PRD se decide por el menos peor de sus candidatos. ■

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