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viernes, 19 abril, 2024
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BUAZ otorga Doctorado Honoris Causa al poeta Veremundo Carrillo Trujillo

■ Lo otorgan por su espíritu humanista e ilustrado manifiesta en la defensa y fundación de organismos de derechos humanos, así como en la intervención comunitaria para la formación de conciencias

■ También, por ser un difusor incansable de la cultura en diversos medios y un referente literario con una vasta obra poética

■ Por la defensa al Patrimonio Cultural de Zacatecas y su entrega a la docencia universitaria

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

Por su espíritu humanista e ilustrado manifiesta en la defensa y fundación de organismos de derechos humanos, así como en la intervención comunitaria para la formación de conciencias; por ser un difusor incansable de la cultura en diversos medios y un referente literario con una vasta obra poética; y por la defensa al Patrimonio Cultural de Zacatecas y su entrega a la docencia universitaria, la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ) a través de su Rector Rubén Ibarra Reyes, hizo entrega del Doctorado Honoris Causa al poeta Veremundo Carrillo Trujillo este 14 de octubre en el Teatro Fernando Calderón. 

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Visiblemente conmovido, el poeta nacido en 1933 en Achimec de Arriba (hoy San Pascual), Tepetongo, y fundador de la facultad de Humanidades de la UAZ, refirió que no se siente digno ni indigno del reconocimiento, “sino que se siente parte de la vida, de esta noble ciudad, de este estado y de este planeta”. 

“Ustedes saben que a mí me cuesta mucho lo solemne y que siempre me es más agradable lo espontáneo, lo ranchero, por mi origen: un rancho de Tepetongo donde también me han considerado muy bien”, dijo antes de iniciar con su discurso, no sin agradecer a los grupos que ha pertenecido y a la Iglesia, a su familia y amigos que han sido sus guías, como Roberto Cabral del Hoyo y Dolores Castro, ambos poetas ya fallecidos, y a quienes considera como los “más grandes”, después de Ramón López Velarde; y finalmente a sus maestros ideológicos: Mahatma Gandhi, León Tolstoi, por su lecturas, y Jesucristo, porque no reconoce “otro jefe que él”. 

La vida de Veremundo Carrillo Trujillo fue un vaivén entre el estudio, la docencia y la poesía. Ingresó en marzo de 1964 a la Universidad Autónoma de Zacatecas, entonces Instituto de Ciencias, como maestro de secundaria por invitación, y desde entonces, dijo, ha sido universitario por 60 años y lo será “por los siglos de los siglos”. 

El destino del poeta de Achimec de Arriba lo llevó posteriormente a Salamanca, España, a estudiar filología enviado por la Diócesis de Zacatecas, donde a punto estuvo de perder la razón por tanto estudio del griego clásico. Trashumante, luego viajó a Nuevo México, a Montezuma, donde tuvo como maestro en su carrera de filosofía a Miguel de León Portilla, a quien calificó como “un sabio escéptico” que dudaba de todo, aunque posteriormente comprendió su libertad y apertura contra el dogmatismo de entonces. 

“Mi vocación nómada, como la de todos los zacatecanos, me ha llevado por caminos maravillosos que han relatado en el retorno y arraigo de nuevo en las colinas y llanos austeros de nuestra tierra”. Pero apenas, estos eran los antecedentes de su vida académica en la UAZ, pues a su regreso se reincorporó a la universidad otra vez por invitación, recalcando esto último, ya que señaló que no ha podido adaptarse a las nuevas condiciones de campañas, padrinazgos y clientelismos para sobrevivir y medrar. “Así me ha ido bien y nunca trabajé para negociar el Doctorado Honoris Causa”, dijo a modo de broma. 

“Me tocó transitar por todos los vericuetos de la vida universitaria: trabajo, diversión, huelgas, marchas, batallas. En el sindicato de personal académico, desde la cartera cultural, editamos 29 textos de maestros. Después, ya jubilados, tuvimos que enfrentarnos a dos rectores que cayeron en el garlito de cargar a los ‘viejos’, creyéndolos débiles, ante las premuras económicas de la Institución”, y sostuvo junto con sus compañeros, una huelga de cinco meses “que no fue por unos pesos, que en un parpadeo pueden quemarse y esfumarse, sino por la dignidad y la justicia”.

Pero lo que más le enorgullece, dijo, es la existencia de la hoy área de Humanidades: Historia, Filosofía, Letra y Antropología, de la que fue fundador. “Éramos guías de la alarmante avalancha del marxismo contra la voracidad del capitalismo. Éramos guías de la teología de la liberación. La teología o ciencia de lo divino, debe ser una razón comprometida con cada lugar y con cada tiempo”, afirmó al recordar uno de los episodios claves en su vida, cuando perteneció a un grupo que, entre la clandestinidad, se reunía en Torreón y enfrentaron represión y ataques.

“Me hubiera gustado salir de la UAZ de otra manera o de seguir allí indefinidamente, pero entre los codazos del acomodo no faltan la traición y la envidia, y el que tiene un poquito de poder lo utiliza para fastidiar: comenzaron por raspar mi número de horas y terminaron por destruirme en mi trabajo legal de jubilado. Me siguieron invitando de diversas universidades, pero ahora me siento reivindicado totalmente con este doctorado”, dijo. 

Finalmente, el autor de La Décima Luna reconoció que no puede dejar de pensar, “con dolor”, en los muchachos que ya se perdieron la etapa de la universidad y que andan por los montes martirizando a otros muchachos y, citando un poema suyo, leyó que “disparan armas que no compran ni dominan, y se sabe que humillan y horrorizan, que se inyectan la muerte y la vomitan”.

“He visto muchachos que fabrican música, los que ríen y cantan, los que hacen versos y bromean, a los que viajan lejos a los laboratorios y a las aulas donde cultivan esperanzas y ciencia. Unos y otros son nuestros muchachos, cuidémoslos, amémoslos; los de lejos, vuelvan, su sangre es nuestra sangre, fiel creadora, regresen a salvar lo que nos queda”, concluyó. 

Veremundo Carrillo Trujillo estudió Filosofía y Teología, en Nuevo México. Posteriormente un doctorado en Filología Clásica Grecolatina, en la Universidad Pontificia de Salamanca, España; y previamente estudió filosofía en la Universidad Católica de Washington, hasta 1964, cuando llegó a la universidad zacatecana.

En 1993 fue promotor y consejero fundador de la Comisión de Derechos Humanos de Zacatecas y posteriormente integrante de la Organización No Gubernamental de defensa de las garantías individuales “Tenamaxtle”. Como poeta, escritor y docente universitario es creador de obras literarias como La Décima Luna, La Sangre Nueva, Antología de Poetas Montezumenses, Máscaras de Piel de Hombre, Obra poética 1952-2003, y Trova de Ayer. 

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