La Gualdra 651 / Literatura / Libros
Independientemente de que actualmente seamos creyentes del Dios de Baruch Espinoza o practiquemos el ateísmo, los personajes bíblicos continúan siendo figuras centrales de nuestra cosmogonía.
Nuestros primeros padres, Adán y Eva, después de vivir en el paraíso terrenal en forma placentera fueron expulsados por haber comido el fruto del árbol del bien y del mal: la manzana. Ya establecidos tuvieron primeramente dos hijos: Caín y Abel; el primero era ganadero y el segundo agricultor. Cuando ofrecían sacrificios a Dios de las primicias de su trabajo, los de Abel eran bien recibidos, no en cambio los de Caín; y, lo peor, Abel se burlaba de su hermano por esta circunstancia. La risita es lo que encabrona. Caín no supo cómo manejar su ira y terminó por asesinar a Abel con una quijada de Burro.
Caín no puede permanecer en el seno familiar y tiene que emigrar a otros pueblos. Señalado por el prurito de asesino de su hermano impuesto por Dios. Empieza a recorrer la tierra en calidad de paria encontrando pueblos y caravanas de viajeros preexistentes y desconocidos para él. Hasta aquí el texto bíblico.
Coloca a Caín y diversos pasajes bíblicos en los cuales destila la ira y el coraje que siente por Dios y le reprocha su irracionalidad y su crueldad hacia sus criaturas, a las que considera malvadas, y no duda en exterminarlas cada vez que se le antoja.
Caín se percata de la extraña idea de lo justo que parece tener Dios. Éste no tiene la más mínima noción de lo que podría ser la justicia humana. En todos los casos los inocentes pagan siempre por los pecadores.
Dios es omnipotente para evitar que sucedan tantas desgracias. Posee todo el poder para controlar la vida de los seres humanos, liberarlos del dolor, prevenir accidentes, salvar niños, alimentar, proteger, ahorrar el esfuerzo del trabajo y los sacrificios, liberar de todas las enfermedades y aun de la muerte. Todo esto lo puede, pero no quiere y, por tanto, no lo hará.
Se encontró Caín a Noé construyendo el arca, un barco parecido a un moderno portaaviones muy lejos de cualquier puerto. Dios había decidido exterminar a todos los seres humanos por malvados salvando únicamente a Noé y a sus tres hijos: Sem, Cam y Jafet con sus esposas y criados y un par de ejemplares de cada una de las especies de animales existentes en la tierra. Dios envió el diluvio universal.
El caso de un hombre llamado Abraham al que el Señor ordenó que sacrificara a su propio hijo: Isaac. Cuando Abraham iba a degollarlo, Caín le detiene la mano, porque el ángel que Dios había enviado con el mismo propósito se retrasó porque se había fracturado un ala.
Los hombres quisieron construir una torre que llegara al cielo, Dios los condenó por su soberbia, confundió las lenguas y tiró la torre de un soplo. Luego el caso de una ciudad donde los hombres preferían acostarse con otros hombres y el castigo de fuego y azufre que Dios hizo caer sobre ellos, sin salvar a los niños que todavía no sabían qué iban a preferir en su futuro.
A continuación, el de una enorme reunión de personas en la falda de una montaña a la que llaman Sinaí y la fabricación de un becerro de oro que adoraron a causa de lo cual murieron muchos israelitas.
El caso de una ciudad llamada Jericó, cuyas murallas se derrumbaron con el sonido de las trompetas hechas de cuerno de carnero y después, por orden de Dios, fue destruida con todo lo que había adentro, incluidos, además de los hombres y las mujeres, jóvenes y viejos, los bueyes, las ovejas y los burros. Esto es lo que he visto, comentó Caín, y muchas más pero no me alcanzan las palabras para describirlas.
La novela es un irónico y mordaz recorrido en el que el lector asiste a una guerra secular y en cierto modo involuntaria entre el Creador y sus criaturas. Esta novela se lee con mucha facilidad porque su prosa es la de un narrador que encanta a los lectores por su vocabulario y por su estilo con el aderezo de incontables momentos para sonreír.
José Saramago, Caín, DEBOLSILLO, Penguin Random House, Grupo Editorial, tercera reimpresión, México, 2023.