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martes, 23 abril, 2024
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Pierre Klossowski: el arte de pensar como singularidad y enigma

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La Gualdra 542 / Filosofía

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Como los primeros amores o esos personajes fatales y trágicos que uno se encuentra y lo trastornan y transforman por completo, pocos autores causan una impresión tan profunda en el lector como Pierre Klossowski. Agudos críticos como Blanchot, Foucault y Deleuze lo admiran profundamente. Y está claro, ¿quién no admira una obra tan singular, extraña, monotemática y plural, paradójica y seductora como la de Klossowski? 

Polígrafo, artista, traductor, fue un hombre de teatro, y la vez, un hombre profundamente enigmático, furtivo, secreto. En México fue introducido por el gran novelista y ensayista Juan García Ponce, quien en 1981 obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo con su obra La errancia sin fin: Musil, Borges, Klossowski. Para el público hispano-parlante los nombres de Juan García Ponce y de Pierre Klossowski resultan inseparables, gemelos siameses de la más sublime literatura erótica. 

Nacido en una familia de artistas, el 9 de octubre de 1905. Políglota, desde su adolescencia se muestra como un gran traductor, ya en 1928 traduce los poemas de la locura de Hölderlin. El joven discípulo de André Gide frecuenta círculos literarios, conoce y entabla una amistad de por vida con George Bataille; les une su fervor por Sade y la literatura maldita. Colabora en la revista Acéphale, después en Collège de Sociologie, ambos espacios intelectuales comandados por Bataille: decisivos en la cultura y pensamiento contemporáneos. Durante la ocupación alemana, el hermano del gran pintor Balthus se recluye en espacios religiosos católicos, realiza estudios teológicos profundos y meditación. 

En 1950, su primera novela, La Vocación suspendida (México, ERA, 1976) da cuenta de su crisis religiosa y a contraluz perfila un sutil rostro del nihilismo moderno. Retorna a la vida laica. Participa en la resistencia y conoce a Denise Morin Sinclaire, musa que le inspira el personaje de Roberte, signo único, la mujer única y absoluta, le escribe un ciclo novelesco titulado Las Leyes de la hospitalidad (1953), al tiempo que publica uno de los más emblemáticos ensayos: Sade mi prójimo (Madrid, Arena Libros, 2004). Una lectura excesiva, polémica, delirante, lírica, y quizá alucinante y poética, tanto como lo es Nietzche y el círculo vicioso (Madrid, Arena Libros, 2004). 

Sade, Nietzsche, Fourier o cualquier otro escritor que recrea el pensador francés se convierten en personajes de una novela única, tan sugestiva como inquietante. En 1963 publica un ensayo filosófico titulado Un funesto deseo (hay varias traducciones, una de Taurus en 1980, otra ahora no recuerdo), que es quizá una de las más audaces obras ensayísticas literario-filosóficas que se hayan escrito en el siglo XX. Anticipa todos los temas y problemas que tratan los pensadores contemporáneos como Foucault, Deleuze, Derrida, Agamben, Sloterdijk. Es una obra maestra por su precisión, rigor, audacia, claridad y voluntad de estilo. Si pensamos la intersección de rigor, belleza y profundidad nos encontraremos con la obra de Klossowski. Y si alguien escribiese una obra monográfica sobre el autor bien podría titularse El arte del rigor extremo de lo singular como enigma. Una obra cumbre como La Moneda Viviente (Córdoba, Alción, 1998) le merece un lúcido comentario en una carta prefacio de Michel Foucault, quien lo considera junto con Bataille y Blanchot, entre los más grandes escritores pensadores contemporáneos. También se desvive en elogios el autor de la Historia de la locura sobre Nietzsche y el círculo vicioso: “es el más grande libro de filosofía que haya leído junto con la obra del propio Nietzsche”. 

En efecto, una de las intuiciones nietzscheanas más geniales extrapoladas hasta sus últimas consecuencias se la debemos a Klossowski: al concebir el mundo como fábula desaparecen las interpretaciones, todo deviene interpretación de interpretaciones, máscara de máscaras, reina el simulacro; las consecuencias de dicha intuición resultan funestas e implacables. 

A partir de 1980, se vuelve silencioso, secreto, desaparece del ámbito literario, se consagra exclusivamente a las artes visuales. Crea un universo onírico erótico alucinante, dibujando y pintando sus fantasmas femeninos y andróginos, la figura novelesca de Roberte inspirada por su musa y esposa Denis será una obsesión recurrente y persistente. Al filo del siglo XX, muere antes de cumplir cien años, pero su obra una y diversa queda para la posteridad. 

Una y otra vez, vuelvo a leer sus obras, e invariablemente, siempre quedo fascinado, hechizado por la magia de su prosa poética e ideas. Tal parece que la pluma del genio tocase la esencia viva de cada cosa nombrada. Así como los grandes amores, la obra monotemática y diversa, siempre igual y siempre diferente, del gran maestro Klossowski, resulta inolvidable e inagotable.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra542

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