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jueves, 25 abril, 2024
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De la urgencia metodológica y las revoluciones actuales

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Por: E. ANDREA ROBLES G. •

En medio de una de las disputas intelectuales más peyorativas de los últimos tiempos, la polarización es una conducta cotidiana que se extiende fuera del mundo académico o de las esferas intelectuales; permeando cafés, bares, los comedores de las casas y las redes sociales.

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Mientras hace medio siglo, la dicotomía se reducía a dos palabras que en un intento de ser adjetivos carecían de toda herramienta teórica, hoy el debate de bajísimo nivel contempla calificativos cuyo análisis filolólogicos o antropológicos no figura en el marco teórico de ninguna discusión. El intercambio de palabras -más que de ideas- impregnado de cuasi insultos, configura el debate per se.

Chairos, fifís, progres, fachos y los demás aquí no nombrados, configuran en el nivel de la discusión actual casi un argumento, donde lo más falaz es que los ejercicios dialécticos pueden empezar, terminar e incluso delimitarse a calificar a una persona (o una idea) sólo así: con una composición gramatical, que en la natural evolución y apropiación del lenguaje, trata de aglutinar toda una línea de pensamiento.

Las agendas actuales, sean las que sean, tienen una urgencia metodológica. La modernidad con la rapidez de la información y la capacidad de conectar con acontecimientos en todo el mundo, tiene -y requiere- una construcción científica de los posicionamientos para quienes prefieren participar en las guerrillas de Facebook o Twitter.

Y si bien, la libertad de expresión es un derecho inalienable, intrínseco a la dignidad humana, la defensa teórica de la agenda que personalmente asumimos como ciudadanos, es una responsabilidad frente a lo público de nuestros posicionamientos, entendiendo que la velocidad del flujo de la información, la opinión y los datos es inmediata para los usuarios de los insurgentes de las redes sociales.

Siempre será digno de celebración, la apropiación del pueblo sobre la discusión pública, pero para aquellos que defienden esta herramienta como la única vía correcta y que en este paso, intentan invisibilizar lo legítimo de las luchas sociales en las calles, so pretexto de forma, adquieren ipso facto, la obligación científica del método.

Los intentos de lucha que en su mayoría son privilegiados y desde la comodidad de una pantalla de cualquier dispositivo electrónico, para tener impacto necesitar asumir dos cosas en calidad de urgente: 1) aceptar que quien se involucra de manera ficticia en una disputa por la verdad, necesita implementar conocimientos básicos teóricos; justo porque ahí, sólo en lo teórico se navega, y 2) empatizar con las luchas que día a día tienen a lugar en el mundo fáctico y real, donde hay algunas personas peleándolas hasta con su vida.

Para transitar del vacío teórico actual pero plagado de infodemía y de calificativos no conceptualizados, habremos de asumir la responsabilidad de hacer ciencia en las aulas, para poder entender que las revoluciones por las que a diario se luchan, están en las camas, en las casas y en las plazas y que ahí, en el caos del Status Quo, hay otras personas, asumiendo la lucha cuerpo a cuerpo, cara a gas lacrimógeno, espalda a macana, cabeza a bala: hoy en la calle, mañana en una ficha de búsqueda. Hoy manifestando y lamentablemente, mañana en la lista de los obituarios.

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