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sábado, 15 febrero, 2025
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Sheinbaum frente a Trump

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Se cumplieron ya 100 días de la llegada de Claudia Sheinbaum y a la presidencia de la República y el efecto luna de miel no parece cerca de terminar. 

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A contracorriente de quienes aseguraban que carecía de carisma o liderazgo, y que no podría sobrevivir fuera de la sombra de López Obrador, hoy las encuestadoras reportan alta aprobación de la mandataria y además en ascenso. 

Esto ocurre también en circunstancia inédita, rompiendo la tradición política de culpar de todo al antecesor. Por el contrario, Claudia reivindica continuamente lo realizado por Andrés Manuel López Obrador y se asume parte de un proyecto que construyeron juntos, aunque sin duda durante años encabezado por el tabasqueño. 

El éxito de Claudia se da también en tiempos en los que quienes difieren con la cuarta transformación carecen de alternativa política, pues la oposición aún no es capaz de articular proyecto que contraste con el que hoy gobierna, y no despuntan aún personajes capaces de aglutinar el inevitable descontento, que produce cualquier gobierno. 

Aún hay tiempo, estamos en el inicio de un sexenio y esas cosas requieren maduración. Sin embargo, los 6 años anteriores se les fueron en vano, y tuvieron que candidatear a un personaje construido desde la opinocracia, con funestos resultados. 

El tamaño del desastre provoca ahora que unos se desmarquen de los otros y viceversa, a grado tal que Xóchitl Gálvez asume como el peor de los insultos que la llamen “la ex candidata del Prian”. 

Ya comienzan los apuntados para el porvenir, y mientras algunos como Ricardo Salinas Pliego calculan terreno, otros se centran en los membretes e intentan construir uno distinto sin el desgaste que cargan las opciones políticas actuales.

Tampoco los medios de comunicación tienen ya la influencia que antes preocupaba y asustaba. Ni siquiera la prensa internacional, como quedó de manifiesto con el reportaje del New York Times sobre los supuestos laboratorios de fentanilo en México.

 Luego de la explicación científica en la mañanera que planteaba la imposibilidad de que lo reportado por el medio estadounidense fuera real, el reportaje fue materia de memes y chistes sobre las cocinas tradicionales de abuelitas y la probabilidad de que en las fotografías se retratara el proceso de fabricación de fentanilo del que pica y del que no pica como parecían indicar las botellas de salsa y chile que aparecían en ellas. 

Hasta ahora el mayor reto de la presidenta Sheinbaum viene de los embates de Donald Trump y su acostumbrada verborrea. A su amenaza de aranceles México ha respondido advirtiendo que cobraría con la misma moneda, y visibilizando los riesgos para la economía estadounidense y sus empresas; aunque con prudencia también, adoptando medidas económicas frente al comercio de origen chino que muchas veces se convierte en competencia desleal ruinosa para productores nacionales. 

Ante la misma amenaza, Canadá respondió en sentido contrario, con servilismo pronto y expedito que a la postre resultó en la sepultura política del siempre cool (Denisse Dresser dixit) Justin Trudeu, quien terminó por renunciar al cargo. 

La posición de Claudia en cambio comienza a ser imitada.  Con firmeza contestó el presidente de Panamá al rechazar la posibilidad de que el canal de su país volviera al dominio estadounidense; también la mandataria de Honduras con la amenaza de eliminar la base militar que los americanos tienen ahí, y hasta la líder del Congreso canadiense Elizabeth May respondió que en lugar de pensar en Canadá como la entidad 51 de Estados Unidos habría que plantear a California como posible territorio canadiense. 

Sheinbaum respondió así la amenaza de Trump de renombrar el golfo de México como golfo de América, invitando a llamar a Estados Unidos como la América mexicana con el argumento de que, como dice el clásico, “se oye bonito”. La idea, aún en broma, está siendo aceptada y popularizada como puede verse en las redes sociales más variadas. 

En tiempos en que Trump, el atípico político y su títere/titiritero Elon Musk suscitan preocupación en buena parte del mundo, (países europeos incluidos), Claudia hace de esa crisis una oportunidad cuyo primer efecto es la cohesión en torno a su liderazgo, como lo demuestra el apoyo de todos los gobernadores de todas las fracciones políticas. 

No es cosa menor, basta ver la tranquilidad que se percibe hoy en comparación con el sentir social qué se vivía en el primer triunfo de Donald Trump en los tiempos de Enrique Peña Nieto. 

Entonces esto nos parecía imposible, hoy hay presidenta, y se nota. 

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