México es un equipo en construcción permanente. Diferentes entrenadores han tratado de cimentar un proceso a largo plazo desde el pasado Mundial, pero enfrentaron los mismos problemas de fondo.
La voracidad económica, la falta de un ascenso y descenso deportivo, así como el retraso en la formación de jugadores de selección. A pesar de esos factores, el tercer ciclo de Javier Aguirre al frente del Tricolor sumó ayer contra Canadá su primer empate (0-0), otra vez en un partido amistoso y con gradas semivacías en el estadio AT&T de Arlington, Texas.
A diferencia de la imagen que dio el sábado en su victoria ante Nueva Zelanda, Aguirre se mostró impaciente, preocupado, por momentos incluso discutió con los abanderados varias decisiones arbitrales desde su zona técnica. No fue el hombre de la sonrisa y las palmadas sobre sus jugadores.
Más bien reflejó la situación que atraviesa el representativo nacional cuando enfrenta a rivales con un crecimiento mayor, que dejaron de ser simples participantes dentro y fuera de Concacaf. Con el cuarto lugar en una zona que desconocen, los canadienses lo demostraron en la pasada edición de la Copa América.
Tan poca fue la cantidad de personas en las gradas como el nivel del Tricolor en el campo. Canadá hizo su propio partido y este resultó indescifrable. La fortaleza física de sus seleccionados, entre ellos el estelar Alphonso Davies y Derek Cornelius, superó en más de una oportunidad los intentos de los mexicanos por marcar diferencia. Nada funcionó en la estrategia del Vasco.
El ex futbolista y auxiliar Rafael Márquez volvió a ampliar sus decisiones desde un costado, explicándole a los zagueros cómo salir jugando y acelerar el ritmo de los avances. Todo a partir de su liderazgo y experiencia en la posición, pero tampoco fue posible un cambio. Por el contrario, el malestar escaló a las gradas, donde hubo silbidos y reproches al plantel tricolor.