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jueves, 25 abril, 2024
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Oportunidad histórica en la mira

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Permítame el cliché: hay días en los que no pasa nada y otros en los que pasa tanto.

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Ayer domingo, por primera vez en la historia de México, se llevó a cabo un ejercicio de revocación de mandato que por su novedad y contexto actual fue calificado por unos como inútil, y por otros como ingenuo, pero que en el futuro podría convertirse para esos mismos que hoy la critican, en la herramienta que permita derrocar gobiernos que no cumplen con las expectativas de quienes les tuvieron confianza.

Ya lo hubiéramos querido en otros sexenios, y seguramente habrá quien lo quiera hoy para otros gobiernos distintos al del presidente.

Si se les “rasca” un poco, bajo la mayoría de las críticas al ejercicio hay derrota anticipada enmascarada en llamados a no “hacer el juego”.

Atrás quedó la mística de grupos como los militantes del Partido Acción Nacional que trabajaron y lucharon por cincuenta años antes de ganar su primera gubernatura.

Se trata de un cambio de aquel apostolado democrático de sus fundadores y primeros militantes cuando no había cargos ni dinero, a los “hijos desobedientes” que el presidente describió recientemente como una oposición “moralmente derrotada”.

Lejos están del fenómeno político López Obrador cuya fuerza les parece hoy incomprensible pero que se forjó así, en las pérdidas, en el que iba a todas, a cada pueblo sin importar el número de personas que quisieran escucharle; construyendo así, la fuerza política que hoy en privado, y de vez en cuando en público admiten como imbatible.

Acostumbrado a ese reto, esta semana el presidente lidiará una nueva batalla, en la que, por supuesto se espera la victoria, pero que se admite como difícil.

Me refiero a la Reforma eléctrica, o, mejor dicho, energética (si se piensa en el litio) una batalla en la que el oponente no está en las colonias adineradas donde se persignan apenas escuchar el nombre de López Obrador, sino en los grandes intereses trasnacionales de ese sector.

Son estas grandes empresas, como Iberdrola, las que hoy tienen a España en una crisis energética de grandes proporciones y apunto del estallamiento social, en tanto hoy en contraparte, México tiene la oportunidad de recuperar soberanía en un sector tan importante y estratégico cómo la energía.

Estamos ante una oportunidad histórica de esas que se dan sólo cuando “se alinean los astros” y creo no exagerar al equipararla a la que hace 84 años permitió la expropiación petrolera en el marco de los inicios de una segunda guerra mundial.

La muy lamentable guerra entre Ucrania y Rusia tiene al mundo, o, mejor dicho, a las grandes potencias de éste, en una tensión de tan grande magnitud, que uno de los villanos favoritos de los últimos tiempos, como Nicolás Maduro ha sido “perdonado” por la necesidad de obtener de su gobierno el petróleo con el que se mueve el planeta.

Un contexto así brinda la oportunidad de aprobar esta reforma que garantiza soberanía para México sobre el litio, cuya importancia actual es indiscutible, y según los expertos será mayor en el futuro.

En el sector eléctrico el cambio es aún más moderado porque apenas asegura para la Comisión Federal de Electricidad el 54% del sector, y deja a las empresas privadas el restante 46 por ciento. A pesar de ello, las resistencias en el camino por los intereses cortoplacistas y muchos de ellos corruptos, amenazan con hacer fracasar la reforma, que, para muchos, podría ser más radical.

La más lamentable de esas resistencias está en la actitud adolescente de quien se concentra en el mensajero, y no en el mensaje. Ya sucedió con la revocación de mandato que, por contar con la simpatía del presidente, alejó a quienes, de haberlo querido, hubieran podido usarla como herramienta de cambio político pacífico y democrático.

Sería una pena que ocurriera lo mismo con la oportunidad histórica de recuperar soberanía para el país a través de la reforma que está por discutirse.

Se requiere altura de miras de todas las fuerzas políticas, porque, como les dijo el presidente en su discurso cuando fue desaforado, todavía falta que a unos y otros los juzgue la historia.

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