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viernes, 29 marzo, 2024
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Y… ¿Después de López Obrador quien, a dónde y cómo?

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Muy pocos políticos y politólogos logran comprender que el triunfo electoral que llevó a AMLO a la Presidencia de la República representó el agotamiento del modelo político que sugiere el neoliberalismo mundial y, en especial, el que se estaba ejerciendo en México. Porque valga la pena precisar que ese modelo, aunque se ha intentado trasplantar, tal cual, a cada nación dependiente se ha desenvuelto según la peculiaridad.
Para el neoliberalismo, importa : máxima ganancia, velocidad, menor esfuerzo y menor costo y que se le abran las puertas de todo país, de par en par, para mercar su producto en un ambiente donde la regulación principal, y si es posible única, sea fijada por mercado, de forma que destruye competidores de menor envergadura y avanzar en proceso monopólico imponiendo imperio económico y proceder a un neocolonialismo que saquea las riquezas naturales y la ganancia económica que resulta de los procesos productivos, comerciales y de consumo.
Se trata de un modelo de sociedad que antepone el interés económico por encima de cualquier reivindicación ecológica, libertad, derecho social y legalidad. Para eso chantajea, corrompe y arrebata.
Para esa corriente, la sociedad tiene su fundamento en el capitalista, que explota al asalariado mientras le producen la mercancía que vende a un precio superior a su costo de producción. El Estado sólo es un “facilitador”, un “instrumento” al servicio de ese proceso de explotación, y el resto de sus instituciones (partidos políticos, parlamentos, iglesias, escuelas, medios de comunicación, INE, etc.) deben enfocarse a garantizar que esa función estatal se cumpla. Al diablo toda política de bienestar. A eso le llama “populismo”.
De suerte que, todo ESCENARIO POLÍTICO no es más que expresión del ESCENARIO ECONÓMICO. Si éste último entra en crisis, el segundo se agota y se desmorona. En época de globalización y de imperialismo, ambos corresponden a un contexto de orden mundial. Los capitales nacionales, por pequeños que sean, no pueden operar aislados del mundo y, muchos de ellos, son transnacionales. En consecuencia, los intereses económicos, como políticos, asumen ese mismo carácter.
De ese entramado, surgen nombre y apellido que representan esos intereses y, por muy poderosos que parezcan (caso Claudio X. González), sólo son personeros, sustituibles cuando así convenga a los intereses del capital, el cual no tiene rostro concreto, es como una abstracción que se ha apropiado del poder que emerge de la producción de millones de seres humanos. Esa es la real “Mafia del Poder” económica, política e ideológica, tema del que, en un amplio artículo, soy coautor con Juaniss de Santiago.
Y en una jerarquía menor, como simples operadores pragmáticos electorales y políticos (casi sin derecho a poseer pensamiento propio) están los partidos políticos alineados, sus dirigentes, monopolios de la comunicación, sus conductores, los denominados “influencers”. Todos ellos defendiendo que esa totalidad social organizada continúe inalterada.
Pero, en el 2018 ya no pudo sostenerse (en las urnas) ese modelo social. Igual que está sucediendo en otras naciones de América. El neoliberalismo que se instaura en 1982 (De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto) destruyó en 36 años la planta productiva y comercial de México para favorecer a la empresa extranjera. No conforme, se fue apropiando y saqueando recursos naturales, con el apoyo corrupto de una clase política y gobierno que prolongaron sus tentáculos por doquier.
La Revolución Mexicana plasmó en la Constitución libertades y derechos sociales que no implementó a plenitud y que siguen aplazados a pesar de la cantaleta priísta. Con el gravamen neoliberal, creció la miseria, el desempleo y se concentró la riqueza (mucha de ella en manos foráneas) y nuestras penurias se multiplicaron.
De esos escombros económicos, políticos, sociales e ideológicos surgió el Movimiento de Regeneración Nacional (no me refiero al partido) encabezado por su dirigente Andrés Manuel López Obrador que, como candidato y ahora como presidente, supo entender y plasmar en acciones de gobierno.
Ahora se podría entender que ese rumbo así trazado ocupa continuidad y profundización. Y en esa encrucijada nos encontramos los mexicanos. ¿Regresamos a la política neoliberal o continuamos por la regeneración nacional (4T)? Hasta ahora, los procesos electorales nos dicen que el pueblo quiere ir a fondo.
Pero hay que advertir que, el triunfo de Andrés Manuel se logró haciendo una serie de alianzas tácticas y estratégicas, algunas de las cuales ya se han ido rompiendo, pero otras continúan enquistadas en el mismo gobierno del actual presidente en espera de ser promovidos para cumplir sus ambiciones personales y que; en aras de ello, sin recato y vergüenza alguna, ya han anunciado meter reversa. Es el caso de Ricardo Monreal, a quien muchos ya lo consideran el judas traidor y que anuncia “reconciliación” con la Mafia del Poder. Es decir, regresar al modelo del neoliberalismo.

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