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jueves, 27 marzo, 2025
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¿Porque parece verdad la mentira nunca se sabe?

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 655

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Pocas cosas me han dado tanta curiosidad en los últimos tiempos que tratar de entender el porqué de las reacciones en redes sociales, sobre todo cuando se trata de noticias sin comprobar, que, con un mínimo de esfuerzo podría saberse si son falsas o no, pero se asumen como verdaderas por el hecho de que fueron publicadas.

Porque parece mentira la verdad nunca se sabe es el nombre de una gran novela del escritor Daniel Sada, y hoy viene a mi memoria porque, en el caso de la obra de Rafael Coronel, “La mortaja de san Francisco”, bien podría aplicarse también “Porque parece verdad la mentira nunca se sabe” y es que al parecer la mayoría no quiere saber, sino replicar lo que ya se afirmó -e incluso se distorsionó- y para hacer la falacia todavía más “atractiva” se le van sumando datos inexactos que se asumen como verdaderos.

Supongo que la noticia sobre la obra de Rafael Coronel respondió en una primera instancia a un interés genuino por saber dónde se encuentra ahora dado que desde el 2021 dejó de estar en el museo. Después de hacer pública la noticia, se dio a conocer que el hijo del artista zacatecano la retiró de ahí en febrero hace 4 años, pues como heredero universal de los bienes de su padre, puede disponer de ellos sin que medie explicación pública alguna, pues se trata de una pieza de su colección privada. No lo hizo de madrugada como se ha afirmado, y hay documentos que comprueban que la operación se hizo con el rigor que se exige (1). 

La obra “La mortaja” fue terminada y firmada en 1996; efectivamente tiene una frase manuscrita en la parte posterior del cuadro en la que se especifica que la pintura está dedicada -eso no implica que le pertenezca- a Federico Sescosse; supongo que fue así porque Rafael Coronel le tenía gran estima a don Federico y le reconocía de esta manera las labores realizadas para que, de 1987 a 1990, el edificio que hoy alberga el museo que lleva el nombre del artista fuera restaurado y acondicionado para recibir las piezas de su colección. 

El día que Rafael Coronel falleció, el 7 de mayo de 2019, llegó a la oficina del entonces gobernador Alejandro Tello, un oficio del Notario Público No. 9 del estado, en el que se remite la escritura “que contiene el contrato de donación para a título gratuito mediante el cual el señor Rafael Coronel Arroyo donó a el Gobierno del Estado Libre y Soberano de Zacatecas diversas obras con valor artístico”; se trata de la escritura pública número 16005, con fecha del 29 de mayo del 2002 en la que se especifica que la donación es de “la mayoría de las obras artísticas que se encuentran en el museo”, no la totalidad. En los anexos donde se describe a qué obras se refiere la donación no está incluida “La mortaja”; y tampoco se encuentra en el primer documento de donación realizado en 1989, por la sencilla razón de que esa pintura fue realizada 7 años después.

Donde sí se encuentra “La mortaja” es en el catálogo de obras que desde finales del 2018 Rafael Coronel decidió que vendería y por supuesto que el lote se ofreció primero a Gobierno del Estado de Zacatecas. En 2019 sobrevino la muerte del artista y después la crisis por la pandemia del Covid-19, por lo que la adquisición no se pudo concretar pese al interés por realizarla. Todo esto está en documentos que seguramente el Instituto Zacatecano de Cultura posee; darlos a conocer o no depende de las instituciones, no del hijo del artista.

La pregunta ahora es quiénes resultan beneficiados de que la noticia de una supuesta “sustracción ilegal” de la obra se siga tomando como verdadera. Ojalá fuera un legítimo interés por nuestros museos, que, por cierto, no tienen los visitantes ni locales ni foráneos que uno desearía. Los museos de Zacatecas requieren muchos recursos financieros, pero sobre todo voluntad humana y política para mejorar sus condiciones actuales, entre otras, la falta del personal mínimo necesario para que operen eficientemente. Ojalá que toda esta polémica suscitada sirva para propiciar que los museos y sus acervos tengan condiciones más dignas. Por lo pronto, lo invito a que los visite.

 

Que disfrute su lectura.

 

Jánea Estrada Lazarín

[email protected]

 


(1) Para tener una copia, si es que se requiere, hay procedimientos legales ante las unidades de transparencia a los que cualquier ciudadano puede recurrir.

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