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lunes, 21 abril, 2025
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De tres bandas

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

La estrategia de AMLO al presentar un paquete de propuestas de reformas constitucionales, representa una especie de juego de carambola de tres bandas. Renglones abajo retomaremos esta idea.

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Por fin llegó el 5 de febrero anunciado. Es el último día de la Constitución del mandatario nacido en Macuspana. Y no quiere abandonar la silla presidencial y el Palacio Nacional sin dejar su impronta. Recordemos que al tomar el bastón de mando se propuso ser el mejor presidente de la historia de México. Con la presentación de sus reformas para que sean discutidas y en su caso aprobadas, total o parcialmente busca cumplir este objetivo. Para ello, tendrá dos oportunidades.

La meta de llegar a la presidencia y una vez ganada buscar ser el mejor de los presidentes de este atribulado país, fue para Obrador un sueño que pudo alcanzar en el tercer intento. Llegó a la presidencia como bien sabemos gracias a la corrupción y a la descomposición del sistema y clase política que con Peña Nieto alcanzaron su apogeo. Conocido el escándalo la Casa Blanca de La Gaviota, sumado a la tragedia de la noche de Iguala al secuestrar y desaparecer a los normalistas de Ayotzinapa, ya no pudo enderezar la nave. Abrazado a un ideario que convirtió en ideas fuerza y gracias a su tozudez y empecinamiento por erigirse en primer mandatario de la nación en combinación con la situación de crisis a la habíamos llegado, consiguió su sueño tan largamente anhelado.

Ahora, a punto de irse, a menos de siete raudos meses de que ocurra su relevo, la apuesta de López Obrador con sus propuestas de reforma admite varias lecturas. Para este aporreador de teclas, que no pasa de ser un mortal común se asemeja al juego de billar de carambola de tres bandas. 

En el anuncio del paquete de reformas, celebrado en el antiguo recinto de los diputados decimonónicos, López Obrador dictó catedra. Utilizó a las figuras de los próceres de la historia de bronce que forman parte del santoral patrio. Especialmente hizo alusión al Morelos y sus sentimientos de la nación, a manera de una justificación y argumentación de motivos. 

El golpe a la primera de las tres bolas sale con jiribilla busca utilizarlas como un distractor y mediatizador de la coyuntura por la que atraviesa el país.  El presidente se mantiene tirando línea y marcando la agenda. Con sus reformas pretende en un primer momento que estas sean el eje de la discusión pública durante la campaña. Más allá de si se aprueban o no. Al estar puesta la atención en lo que ocurra con las reformas, la gente, “el pueblo”, olvidara o relegara a un segundo término la problemática de la inseguridad, la salud y la crisis hídrica a causa de la terrible sequía que padecemos desde hace tiempo.

El segundo golpe, lo dirige con un claro tinte electoral como el mismo sin rubor ya lo admitió en una de sus mañaneras. Dice que es inevitable que no tengan un fin electoral argumentando que su Movimiento debe ofrecer un proyecto de nación a los mexicanos. Así las cosas, pretende que las reformas en lo que se convierten en tema de discusión entre los ciudadanos comunes y la opinión pública y son votadas en el Congreso, durante todo el proceso electoral aparecerán como parte de la plataforma de Morena.

Pensando en que sus adversarios las rechazaran, con el tercero de los golpes de carambola que el presidente busca propinar, es el de hacer posible la consecución de la aprobación del Plan B, mismo que ya fue derrotado por la oposición. En la presente coyuntura electoral, Obrador vuelve a la carga. Si no se votaran en el periodo legislativo, queda la posibilidad de que Morena se alzara en las elecciones con la mayoría calificada, entonces se podrá cumplir con el Plan C y serían votadas sus reformas.

En el chorizo de reformas hay de dulce, de chile y de manteca. Desde la estatización de la electricidad, pasando por el incremento de las pensiones, la reducción en número y sueldos de magistrados y consejeros, hasta la prohibición de vapeadores y el uso del fentanilo.  Casi en todas se necesita dinero, de mucho dinero como diría Pedro Infante. Un alto presupuesto que el arca del tesoro público no tiene y que para conseguirlo se requiere un régimen de recaudación fiscal extremo y una radical reforma fiscal progresiva que grave a los más ricachones, pero que nadie entre los partidos se atreve a llevar a cabo para no perder clientelas de votantes. Pensemos nada más en el dineral que se ocupa para que los trabajadores se jubilen con el 100 por ciento de su último sueldo, si bien esta iniciativa está acotada a quienes ganan de 17 mil pesos mensuales para abajo.

Nadie en su sano juicio, ni los más rabiosos conservadores y reaccionarios puede negar la bondad de las reformas. Su aprobación representaría poder acercarnos, solo una pequeña aproximación al welfare state o estado de bienestar del que gozan los países nórdicos que tienen un régimen político y sistema de gobierno socialdemócrata.

Las propuestas de reformas de López Obrador ponen a los partidos y legisladores de oposición en una disyuntiva en la  que parafraseando a Enrique Galván en su columna del miércoles siete en La jornada: si no las aprueban provocaran el enojo de las mayorías y si las aceptan le estarán haciendo el caldo gordo a AMLO.

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