Este 10 de enero se conmemora el 48º aniversario de la Toma de Rectoría de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ), un acontecimiento que enfrentó las expresiones de derecha e izquierda dentro de la institución. Este evento se erige como un hito en la defensa de la educación pública y en la formación del espíritu crítico, científico y popular que ha caracterizado a la máxima casa de estudios. Sin embargo, algunas de las figuras clave de ese enfrentamiento lamentan la pérdida de ese enfoque popular y la consolidación de una formación profesionista cada vez más desconectada de las realidades sociales actuales. A pesar de ello, mantienen la esperanza de un resurgimiento del compromiso crítico y de superar la burocracia universitaria.
El 10 de enero de 1977, el edificio central de la universidad fue tomado por la fuerza por figuras de la entonces denominada «Alianza Universitaria», un grupo de fuerzas de derecha que desconocía al entonces rector Jesús Manuel Díaz Casas. Justificaron su acción como una respuesta a lo que consideraban los males internos de la universidad, señalando a destacados líderes de izquierda como los principales culpables, entre ellos Raymundo Cárdenas Hernández y José Luis Medina Lazalde, quienes actualmente compartieron su visión para el medio ante tal coyuntura.
Raymundo Cárdenas Hernández contextualizó el suceso, explicó que, en los años 70, la situación política del país estaba marcada por la represión gubernamental contra los estudiantes, como la masacre de Tlatelolco en 1968 y el «halconazo» de 1971. Estas experiencias radicalizaron a muchos universitarios y llevaron a algunos a unirse a luchas sociales, como la defensa de tierras y viviendas para campesinos en Zacatecas. Incluso a nivel nacional, surgieron movimientos que buscaban representar a la izquierda, pues el PRI dominaba el sistema político y la opción electoral para ellos era inexistente.
El 10 de enero de 1977,
el edificio central de la
universidad fue tomado
por la fuerza por figuras
de la entonces denominada
«Alianza Universitaria», un
grupo de fuerzas de derecha
que desconocía al entonces
rector Jesús Manuel Díaz Casas
En 1977, las élites conservadoras de Zacatecas decidieron expulsar a los estudiantes y maestros de izquierda de la universidad, tomando la rectoría. Sin embargo, la respuesta de los estudiantes y el pueblo impidió esta acción, y la universidad se orientó hacia un modelo popular, sin cobro de colegiaturas ni aumentos y con mayor acceso para jóvenes de sectores populares.
Cárdenas mencionó que, en ese marco, se formó el Sindicato del Personal Académico como el único representante de los maestros ante la universidad y que él fue su primer Secretario General. Además, recordó que la lucha por el subsidio y por más plazas docentes permitió a la universidad crecer, creando nuevos edificios y aumentando su matrícula. Esta tendencia persistió hasta la rectoría de su hermano, Rogelio Cárdenas, quien logró apoyo federal para el campus siglo XXI en 2004.
Sin embargo, lamentó que hoy en día la universidad no cumple el papel de conciencia crítica que desempeñó en su época. Atribuyó este desinterés a la burocratización del sistema educativo, donde los maestros ahora se enfocan más en conseguir beneficios personales, como estímulos económicos, que en luchar por el bienestar colectivo. Además, la migración de jóvenes zacatecanos ha restado potencial a la región.
Cárdenas sugirió que los estudiantes
y profesores más comprometidos
deben organizarse para hacer
que la universidad retome su
papel propositivo frente a
problemas sociales
Para recuperar ese espíritu crítico, Cárdenas sugirió que los estudiantes y profesores más comprometidos deben organizarse para hacer que la universidad retome su papel propositivo frente a problemas sociales, como el agua y el campo zacatecano. Propuso que la autoridad universitaria debe convocar a los expertos en estos temas para generar diagnósticos y soluciones. Finalmente, instó a los estudiantes a ser más libres y a tomar la batuta en la lucha por la justicia social, recordando que, en el pasado, ellos fueron los que marcaron la diferencia en momentos clave de la historia.
José Luis Medina Lazalde, quien ocupaba el cargo de secretario del trabajo y organización del Comité Ejecutivo del SPUAZ destacó que, más allá de ser un dirigente sindical, también fue parte de los esfuerzos para expulsar a aquellos que tomaron la rectoría, pues eran grupos que se oponían a la transformación popular de la universidad.
Medina explicó que este cambio generó oposición de sectores conservadores dentro de la universidad. A esto se sumó el intenso activismo del estudiantado, que se había vinculado con las luchas populares de la época, como las de los campesinos, colonos y trabajadores tal como describió Cárdenas. La universidad pues, había adoptado una postura solidaria con estas causas, lo que generó el rechazo tanto del gobierno como de la élite ganadera, comercial y profesional de la región. Incluso destacó que, en tal conflicto, hubo la solidaridad de otros movimientos universitarios en diversas partes del país, como Puebla, Oaxaca, Sinaloa y la UNAM.
En cuanto a la transformación de la universidad a lo largo de los años, Medina lamentó igualmente el cambio que experimentó la BUAZ a partir de las reformas educativas que se impulsaron desde el gobierno, las cuales terminaron dispersando el espíritu de lucha estudiantil. Afirmó que la universidad pasó de ser una institución crítica y comprometida con la sociedad a convertirse en una entidad dominada por una burocracia sin mística y sin conciencia social. “El profesionista que surgió después de esos cambios fue un profesionista sin conciencia social”, subrayó.
“Estoy convencido de que el estudiantado siempre es noble, generoso, es de edad de la generosidad del ser humano. Entonces, estoy seguro que nos tocará ver que vuelva a prender la mecha de la inconformidad social” resaltó.
Por su parte, Marco Antonio Torres Inguanzo, actual director de la Unidad Académica de Desarrollo y Gestión Pública, hizo una recapitulación, describiendo que, a partir de 1977, la universidad vivió una reorganización significativa, ya que la derecha fue derrotada, y fueron sectores más democráticos, en su mayoría de izquierda, los que asumieron el liderazgo de la institución. Según Torres Inguanzo, las diversas versiones de la izquierda compartían un compromiso con las luchas populares, lo que llevó a la universidad a vincularse activamente con los movimientos sociales de la época, especialmente a través de la creación del Frente Popular de Zacateca.
Sin embargo, a medida que avanzaba la década de 1980, la composición política del Frente comenzó a transformarse, y la pluralidad ideológica fue reemplazada por una hegemonía maoísta. Esta transformación significó una alineación más estrecha de la universidad con las luchas populares, y la creación de un bloque político dentro de la universidad comprometido con estas causas. Durante este periodo, la universidad jugó un papel protagónico en la organización de diferentes movimientos y en la articulación de la política sindical a través del sindicato de la BUAZ, que fue fundamental para la organización gremial y la movilización de la comunidad universitaria.
Después de 1984 y 1988, las grandes corrientes ideológicas fueron desapareciendo, y la universidad pasó a ser dirigida por grupos políticos menos ideologizados, con un enfoque más práctico y orientado a la administración.
“Después del 88, la ideología dejó de tener el peso que tenía antes. Ya la ideología no era tan importante, sino eran ya no corrientes ideológicas, sino grupos políticos que perseguían la conducción administrativa de la universidad” señaló.
A partir de los años 90, la
universidad experimentó
una transformación más
profunda con la implementación
de políticas gerenciales,
influenciadas por las directrices
del gobierno federal
Este cambio marcó el inicio de una nueva etapa en la que la ideología dejó de tener un peso tan importante, y la gestión administrativa comenzó a prevalecer.
A partir de los años 90, la universidad experimentó una transformación más profunda con la implementación de políticas gerenciales, influenciadas por las directrices del gobierno federal. Estas políticas impulsaron una lógica centrada en la calidad educativa y la producción individual de investigación, pero sin un vínculo claro con las necesidades sociales y el desarrollo del estado de Zacatecas. Torres Inguanzo criticó este modelo, señalando que la universidad se alejó de su misión original de ser un agente de cambio social y de desarrollo para la comunidad. En lugar de abordar los problemas locales, la universidad comenzó a enfocarse en cumplir con los estándares gerenciales impuestos por las políticas federales, lo que resultó en una desconexión entre la educación superior y las realidades del estado.
Sin embargo, Torres Inguanzo también expresó un optimismo cauteloso al observar que en la actualidad se está produciendo una ruptura de las estructuras burocráticas que han dominado la universidad en los últimos años. Este proceso de ruptura está dando paso a nuevos movimientos dentro de la universidad, que buscan recuperar su identidad y reposicionar la institución como un motor del desarrollo social y estatal.
El director de la Unidad Académica de Desarrollo y Gestión Pública también destacó que, aunque las burocracias universitarias han perdido parte de su poder, están surgiendo nuevas expresiones dentro de la universidad que están promoviendo una agenda de pertinencia social.