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lunes, 21 abril, 2025
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El Circo

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

Esta reseña me la voy a aventar a manera de algo diferente y a ver si me sale, ahí ustedes dirán, bandera de tres colores. Seguro que estamos a mediados de la década de los noventa. El mero rock mexicano está en pleno apogeo y los conciertos se realizan con llenos totales en distintos sitios, todos ellos catalogados como hoyos apestosos. Los chavos y chavas (habría que volver a revisar el signficado del término) se vuelven uno con la ciudad, van de allá para acá, hacen suyas las calles, crean un lenguaje y ese mismo lenguaje les sirve para nombrar lo que van descubriendo a su paso, y si les hacen falta palabras, porque es obvio que no las tienen todas, ni que fueran diccionarios, para eso están las canciones de las bandas de rock mexicano, que cantan hasta cuando van a orinar. 

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Este rostro, el del rock mexicano, por primera vez se queda sin el clásico maquillaje de muñeca triste y se muestra como lo que es: una expresión urbana que es capaz de aglutinar a distintos sectores sociales incluso sin importar su condición social o económica, porque más allá de que sí se distingan y se sepan chavos de varo o bien erizos, eso no es ningún impedimento para que no compartan y departan el rock mexicano nuestro de cada día, la persignadita frente a la rola mañanera, el copetazo con todo y bote de gel o de spray estilizado para quedar bien con la niña, niña de mis ojos, y así, en la ciudad defectuosa, se forman pequeñas tribus, grupos de chavos que se identifican en gustos musicales y en vestimentas y hasta en hablas, porque no es lo mismo un léxico bien abandonado de un carnal de Nezayork, que un léxico acá todo perfumado de alguien de la Narvate con su medio spanglish, y es así como todo este movimiento transgeneracional, casi subterráneo a fuerzas por falta de una identidad real que aún buscan, va a dar también a la literatura con algunas pequeñas distinciones que no menciono no por falta de ganas, que me dan y un chorro, sino por falta de espacio, pero que ustedes, lectores, si quieren más informes, siempre queda el chance de que me escriban al correo electrónico puesto al final.

Y es así que la suerte literaria quiso un buen día juntar a dos carnalitos que se autoproclaman escritores desperdigados en esta urbana ciudad defectuosa que aún castiga a los que gustan del rock mexicano, porque ahora sí hay cada vez menos espacios donde escuchar a esos grupos que antaño llenaban estadios de CU y podías ver por una bolsa de frijol o de arroz (no estaría mal la sugerencia ahora para Acapulco), y entonces ahora sí les llegó su caldito de jitomate a las albondigas, porque tanto Dán Leen, como Enrique Adonis R. M. (casi como nombre de caballero medieval) a entregarnos “El Circo” (Vodevil Ediciones, 2023) el cual se trata de un libro casi mano a mano, de narrativa en narrativa en torno a la mera pachanga guapachosa y desmadrosa de un grupo que marcó una época del rock mexicano, la rompió y donde quiera que se presente lo sigue haciendo con sabor, poder y una convocatoria que ya quisieran muchos partidos políticos, claro: sin acarreados, la mera, mera Maldita Vecindad. 

Entonces se pusieron o no se pusieron de acuerdo tanto Dán Lee como Enrique Adonis y dijeron, ¡papas!, vamos a darle, y supongo, quiero creer, que el primer requisito para entrarle con tanto fire al libro, pues era ser gran fanático de la Maldita Vecindad, de esos de los que hasta chifladita sacan una rola, y así le dieron, se repartieron micha y micha del libro como si se tratase de un disco, con su respectiva cara A y cara B, y cada quien se dio a la tarea de lo que se le viniera en gana trabajar en torno a su mera bandita favorita, la Maldita Vecindad, y ahí tienen ustedes que lo mismo es un libro que se puede escuchar con música, que una música que se puede escuchar con libro, porque la narrativa de los dos autores es bien diferente, así como sus propuestas, pero el libro tiene, por otro lado, una propuesta editorial bien cuidada por Vodevil Ediciones y con una portada de lujo, y del precio mejor ni hablamos (un poquito más de lo que cuestan cuatro caguamas y una de Delicados sin filtro), así que sin más vamos a entrarle un poco a la carnita y les voy a contar de qué va cada uno de estos autores mañozones que se escudan tras de la Maldita Vecindad para escribir sus fechorías, sus pachangas y sus inspiraciones musicoliterarias. 

Al compa Dán Lee ya lo topo desde hace varios años en los pasillos de la Facultad de Letras, aplicado el muchacho y de esos de raya en medio y bien portadito, ni alcohol, ni tabaco, mucho menos vicios de más altura, poco a poco ha conseguido mejorar el power de su propuesta, aprender de quien él quiere aprender (sobre todo de uno que otro master de terror) y no precipitarse, llevarse a la quinceañera con calma por el patio de la vecindad y participar en los premios nacionales, que por cierto ya tiene dos bien merecidos, así como seis, sí, escucharon bien, seis librotes publicados, y lo que nos entrega en El Circo ya tiene la marca de su calidad narrativa, ¿cuál marca?, una economía en el lenguaje, personajes bien trabajados y un manejo casi profesional en la creación de atmósferas narrativas (lo cual, creánme, banda, no es nada fácil): una love history que gira en torno a una tocada de la Maldita Vecindad y he aquí donde como narrador entra lo difícil, ¿cómo diablos recreas narrativamente una tocada de la Maldita sin quedarte en la crónica músical?, bueno, pues Dán Lee no sólo lo hace sino que arranca desde lo que ocurre antes de la tocada, los personajes que van a ir, quiénes son, qué hacen, lo que los distingue y, por supuesto, el gran, gran amor con unas escenas que, se los juro por la Maldita Vecindad, envidiaría el mismísimo Fitzgerald como final de alguno de sus cuentos, así que el Dán se la rifa, tienen que leerlo, la rifa, le gusta la Maldita Vecindad y eso ni falta hace preguntarlo. 

Vamos con el medieval en el nombre Enrique Adonis, historias con una profundidad mayor y más detalles en la construcción narrativa, una profundidad que luego luego uno adivina no tanto para la short history y sí para la novela de largo aliento, la neta no conocía nada del Adonis y es lo primero que cae en mis manos, las primeras notas musicales que me deja escucharle y creo que lo suyo es el largo aliento y que aun así debe moderarse un poquito, bajarle el volumen, estructurar mejor sus historias y dibujar mejor sus personajes, que no por eso digo que son malas, claro que no, y la banda que le va a llegar a El Circo lo puede atestiguar por la crucecita del Roco en su pechito, pero Adonis son de esos tipos de narradores de los que aún le esperas más, de los que sabes que no se pueden quedar a media rolita de Maldita Vecindad sino que la tienen que terminar completa, llegar al final, gritar me cae que sí puede y de ahí para adelante, porque las ganas se le ven y también el aguante y la fuerza, pero aquí al menos a mí me quedó a deber unas cuantas notas musicales más en sus textos.

Pero a toda la banda que le llegue a El Circo tengan por seguro que se van a llevar una muy buena sorpresa narrativa que justo es que vaya acompañada de música, súbanle a sus rolitas favoritas de la Maldita Vecindad y lleven a fondo este gran ejercicio narrativo donde pueden comparar no solo a dos jóvenes autores de los cuales esperamos aún muchas sorpresas sino del cómo y por qué cada uno decidió aprovechar lo que sabe y lo que pudo de su tan admirada banda Maldita Vecindad, y por favor, un consejo para Vodevil Ediciones, que siga sacando ediciones de este tipo con más ejemplos de otras bandas, no sé, de Bowie, tal vez, de Café Tacuba, de Nirvana, de Caifanes, una muy buena colección que reuna a escritor vs. escritor en el buen sentido de la palabra, o de plano antologías que nos permitan a nosotros, como simples lectores, apreciar como a ustedes, autores de mucha hechura, aprecian las rolitas que a nosotros a diario nos prenden, nos hacen movernos, nos hacen ir a las librerías por sus libros, así que ya saben, banda lectora de la Jornada Zacatecas, pónganse en contacto con Dán Lee o con Enrique Adonis o con Vodevil Ediciones en sus redes sociales para que les puedan mandar el libro hasta las puertas y las bocinas de sus casas, y si no es así, escriban a mi correo [email protected] y yo mismo les paso el dato de cómo les puede llegar, para que se prendan lo mismo que si acudieran a una tocada de Maldita Vecindad, y nos vemos la semana que viene. 

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