No quisiste marcharte en el verano
porque el rayo y el trueno me asustaban
y enlazada tu mano con mi mano,
no sentimos el tiempo que pasaba.
Tampoco en el otoño te marchaste,
porque estaban los frutos sazonados
y a la vida con fuerza te aferraste
para no separarte de mi lado.
El invierno llegó, y no te marchaste
porque el frío del invierno me entumece
con valor ejemplar me acompañaste
y el temor por tu fin se desvanece.
Llegó la primavera y te marchaste,
de nada me sirvió quererte mucho
en marzo sin querer, me abandonaste
y el eco de tu voz ya no lo escucho.
No me importa el invierno, ni el verano
el otoño tampoco me interesa,
te quise retener, pero me fue en vano
y te fuiste por fin en primavera.
Autora: Ma. Belem Rodarte Guardado