En más de una ocasión ha visitado a Zacatecas este singular grupo encabezado por el talentoso Luis Arnoldo Monroy Rivera y dando conciertos emblemáticos que señalaron el rumbo para ajustar y conciliar las conciencias que aman la buena música y el entendimiento.
Se trataba de limar asperezas en un mundo donde lo mexicano se identifica con la vehemencia y la provocación citadina, blues y jazz para la bandera, piano que tunde e impulsa a los promotores activistas de la buena música, los discos, la ejecución afectiva, la interpretación magistral de su hermana Martha, sus propias rolas, verificando en su timbre que la voz de las mujeres mexicanas tiene la eficacia diamantina de las coaliciones que ayudan a congregarse en públicos con ganas de escuchar lo nuevo.
Los acabo de ver en la histórica ciudad de Matehuala en un festival impresionante, ahí, Luis, Antonio, Beto González, Raúl Galicia y Martha hacen de la música del blues y del jazz un abrigo eléctrico, despabilarse, sentir la dinámica de un piano que Luis anima y pondera como el instrumento increpado, al servicio de la pieza limpia, afectuoso, sin escamotear las notas provenientes de lo mejor de la escuela bluseana de Alabama o Atlanta o de las mismísimas iglesias pentecostales donde se le abanderó a ese instrumento a ser antecesor del rock y todas las siglas por venir.
Originarios de la calurosa Ciudad Valles en la huasteca potosina, con muchos discos, giras, festivales nacionales, entrados en lides cinematográficas y documentales, esta organización musical es prueba de que la música detiene las tragedias juveniles entrampadas en la droga, la violencia, la miseria extrema y a cambio propone el uso práctico de hacer grupos y andar los caminos.
Estos caminos tocaron Zacatecas, una de las ciudades del firmamento nacional con el privilegio de haber hospedado a grandes artistas de la escena mundial y cuyo escaparate fue y será siempre, ejemplo real de audacia, públicos educados en la buena música, la creatividad, la lucidez y el relax impresionante, como con Monroy Blues y la eficacia de sus rolas.
