Desde el inicio de su mandato, la estrategia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue contundente: “Por el bien de todos, primero los pobres”. Consciente de que los sectores más vulnerables del país habían sido desatendidos por décadas, AMLO buscó transformar la relación entre el gobierno y las personas más necesitadas. Las estructuras burocráticas heredadas del PRI y perpetuadas por el PAN se habían corroído, permitiendo que gran parte de los recursos destinados al desarrollo social se quedaran en unas cuantas manos de funcionarios, funcionando como un colador que dejaba pasar solo pequeñas migajas a los beneficiarios finales.
AMLO identificó el problema: la burocracia tradicional esperaba que quienes necesitaban apoyo buscaran las oficinas gubernamentales y realizaran engorrosos trámites, lo que complicaba el acceso a los beneficios, especialmente en las comunidades más alejadas donde la presencia federal era prácticamente inexistente. Para revertir esta situación, tras su triunfo en 2018, utilizó los recursos destinados a la transición presidencial para organizar un censo nacional. Miles de personas recorrieron el territorio mexicano, levantando datos que permitirían diseñar programas de bienestar adaptados a las necesidades reales de la población.
Este mismo grupo de personas y otros colaboradores conformaron la estructura conocida como “Servidores de la Nación”. Su tarea principal fue revolucionaria: en lugar de que los ciudadanos buscaran al gobierno, el gobierno llegó directamente a las puertas de los hogares. En una segunda visita, los Servidores entregaron a los beneficiarios tarjetas bancarias a través de las cuales recibirían transferencias directas, eliminando intermediarios y garantizando la transparencia. Para muchos, esta fue su primera experiencia con una cuenta bancaria o una tarjeta, lo que representó un cambio drástico en su interacción con el sistema financiero.
Durante los primeros tres años de su administración, más de 20 millones de personas fueron beneficiadas. Los Servidores de la Nación desempeñaron un papel crucial al guiar a los ciudadanos en el uso de las tarjetas, resolver dudas e incluso ofrecer apoyo los fines de semana. Esta labor facilitó una inclusión financiera sin precedentes en el país, disminuyendo la dependencia de los beneficiarios hacia los funcionarios públicos.
Sin embargo, el éxito de esta estrategia plantea nuevos retos para el gobierno de Claudia Sheinbaum, quien debe mantener un vínculo cercano con la ciudadanía. Aunque los programas sociales ahora están garantizados como un derecho constitucional, el enfoque debe evolucionar hacia la atención de otras necesidades. Para ello, se requiere una estrategia territorial similar que permita identificar y responder a las nuevas prioridades de la población.
Por su parte, el partido MORENA también enfrenta un reto crucial. Bajo una dirigencia renovada, el partido ha demostrado dinamismo mediante asambleas informativas que destacan los logros de los gobiernos de AMLO y Sheinbaum. Con un presupuesto considerable para el próximo año, el partido tiene la oportunidad de consolidar su base social a través de una estructura que permita afiliar a los 10 millones de personas proyectadas por su dirigente, Luisa Alcalde.
En síntesis, la estrategia de tocar puerta por puerta debe mantenerse como un eje central, pero con un enfoque renovado que garantice no solo la continuidad de los programas sociales, sino también una atención integral a las necesidades emergentes de la población mexicana.
Por último
En los últimos dos meses, han surgido comportamientos “raros” de diputados, senadores, gobernadores y otros políticos de MORENA, contrastando con las actitudes que mostraban durante el mandato de Andrés Manuel López Obrador. Entre las acciones más controvertidas se encuentran el nombramiento de panistas con antecedentes penales en altos cargos, la ostentación de vehículos valuados en más de un millón de pesos, viajes de lujo, y la toma de decisiones y nombramientos sin consultar al Poder Ejecutivo. Estas conductas plantean la pregunta de si algunos funcionarios consideran que su posición y poder político se lo deben exclusivamente a López Obrador y, ante su ausencia, creen tener vía libre para actuar a su antojo. Por su parte, Claudia Sheinbaum ha mostrado un perfil político más radical que el de su predecesor, una característica que ha marcado su trayectoria desde hace años. Cabe destacar que Sheinbaum es la primera presidenta de México en los últimos 100 años que no proviene ni del PRI ni del PAN, lo que subraya la singularidad de su liderazgo. Hasta la próxima…
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