La epidemia de coronavirus que asedia a China y que se extiende por el resto del mundo, ha tenido impactos más allá de las 87 mil personas contagiadas y las 2 mil 800 muertes registradas. En este sentido, el medio ambiente se ha visto beneficiado debido a la reducción en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que propician el cambio climático, por ejemplo, imágenes satelitales de la NASA y la Agencia Espacial Europea muestran una fuerte caída entre los meses de enero y febrero, en los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en el aire del país asiático, cabe mencionar que este gas puede provocar problemas respiratorios en los humanos, y sus fuentes son automotores, fábricas y otras instalaciones industriales. Asimismo, de acuerdo con datos publicados por BBC Mundo, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) se desplomaron en por lo menos 25 por ciento, ya que en las últimas semanas China dejó de lanzar a la atmósfera 150 millones de toneladas métricas de CO2 que en el mismo periodo del año pasado, las cuales equivalen al total de emisiones de la ciudad de Nueva York en un año. No obstante, es posible que la mejora sea temporal, ya que ésta obedece al menor consumo de combustibles fósiles, a la menor demanda de electricidad y la reducción en la producción, los cuales están muy por debajo de sus niveles normales; en este sentido, cabe mencionar que la actividad ha disminuido entre un 15 y un 40 por ciento menos en sectores industriales clave. Ante este escenario podría esperarse un efecto rebote, dependiendo si las medidas para estimular la economía incentiven un mayor uso de combustibles fósiles, por lo tanto, esta disminución en las emisiones está sujeta primordialmente a la duración de la crisis.
La situación provocada por la epidemia de coronavirus hace más que evidente la influencia humana en el cambio climático y la importancia de adoptar medidas urgentes en cuanto a adaptación y mitigación, en este caso concreto, para descarbonizar la economía. La descarbonización en su estado final implica la eliminación del uso de combustibles fósiles en la economía y las actividades humanas cotidianas, sin embargo esto requiere descubrir grandes oportunidades de innovación tecnológica, social e institucional que a menudo enfrentan obstáculos como la falta de voluntad política, la falta de conciencia social y de medios, lo que se combina con el escaso tiempo para alcanzar las metas de reducción de emisiones. Esto es de suma importancia para México, pues según el Instituto Mundial de los Recursos (WRI, por sus siglas en inglés), el país es un emisor considerable de GEI, aunque con aspiraciones legítimas para lograr un crecimiento económico con base en la sostenibilidad. El WRI refiere que México ha logrado avanzar en su institucionalidad y el diseño de la política para hacer frente al cambio climático, no obstante, hay sectores donde la implementación ha sido lenta, por esta razón es conveniente tomar en consideración la aplicación de políticas climáticas y energéticas ambiciosas, pues estas podrían generarle al país ahorros de 5 mil millones de dólares en gasto público por los próximos 10 años y se salvarían cerca de 25 mil vidas al 2030; además, se diversificaría la economía al ofrecer más opciones de negocios sin tener mucha preocupación por el cuidado del medio ambiente. Sin embargo, a lo largo de la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la descarbonización carece de certidumbre ante el sesgo existente hacia los combustibles fósiles sobre las energías renovables; en este sentido, la falta de certidumbre ha sido tal que incluso Leopoldo Rodríguez, presidente de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE), solicito certeza acerca de las inversiones a largo plazo, ya que bajo las condiciones adecuadas se podrían generar aproximadamente 35 mil
empleos.
En las próximas semanas Alfonso Romo anunciará el plan de inversión del sector energético, el cual será crucial para el país, y con el cual se definirá con mayor claridad si hay voluntad política para la transición a las energías renovables y si son o no una prioridad.
