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viernes, 29 marzo, 2024
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■ Hace cuatro meses, autoridades le dieron la medalla al Mérito Musical “Candelario Huízar”

Mora de Lira, cerca de llegar a los 80 años, pero mientras Dios le conceda voz, cantará

■ Además de sus otras actividades, la parte que más satisfacción le ha dejado es la enseñanza

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

Han pasado cuatro meses desde que se le entregó la medalla al Mérito Musical “Candelario Huízar” y el maestro Héctor Mora de Lira no para. Apenas entrar a su casa, en una vieja avenida del Centro Histórico de Zacatecas, se observa que descansa sobre la mesa un gran pautado con partes subrayadas con marcador fluorescente; es la ópera “Las Bodas de Fígaro”, que el Bajo estudia y repasa para los próximos recitales. Está cerca de llegar a los 80 años de vida, pero mientras Dios le conceda voz, dice, cantará. 

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“Yo nunca pensé obtenerlo”, reconoce con su voz portentosa y el brillo de los ojos azules más intenso, cuando le pregunto sobre la medalla, aunque sí pensó, confiesa, que si algún día llegaba a obtenerla sería bueno. Pero el mejor premio que ha recibido, agrega, es ver a sus alumnos realizados, a la gente que ha escuchado sus composiciones y le gustan, saber que lo han escuchado fuera del país, “en otros lugares del planeta” sin que él se hubiera imaginado, dice recordando que, el haber cantado para Juan Pablo II, en su visita a Zacatecas, lo proyectó hacia el exterior, al igual que hacerlo ante diplomáticos de países africanos. 

“Me dieron el premio porque me gusta la música, porque me gusta estar componiendo, enseñando. Siempre me ha gustado enseñar la música porque es la cara bonita de la vida”, dice afablemente, con la autoridad que la sapiencia y la experiencia le otorgan, y respaldado por un cuadro del Sagrado Corazón que cuelga a sus espaldas, en uno de los muros de su hogar donde habitan más santos, entre ellos, claro está, también Santa Cecilia, la patrona de los músicos. 

Afirma que cantar para
Juan Pablo II, en su visita
a Zacatecas, lo proyectó
hacia el exterior

El maestro, si bien se jubiló de las instituciones donde laboró por décadas, no lo ha hecho del todo, pues aún en continúa aferrado a la docencia y la creación de más coros musicales. Recientemente ha llevado a escena la ópera “Payasos” y está preparando “Las bodas de Fígaro”, pero igualmente ha estado participando con el coro “Voces del alma”, con quienes el mes pasado presentó un concierto de Aves Marías en la capilla del cerro de La Bufa, en el que destacó la interpretación de un Ave María en náhuatl, composición suya, y que ya había estrenado con anterioridad desde el pasado Festival Cultural Zacatecas, y prepara, además, un concierto de música mexicana. “Estoy activo, no puedo estar sin cantar. Mientras Dios me conceda voz, cantaré”.

 

Con ganas de tener todo el día para dedicarse a componer
Además de la enseñanza, la composición musical es también fundamental para el Bajo, quien desde que estudió armonía en Morelia, Michoacán, comenzó a incursionar en este otro rasgo de la vida dedicada a la música. “Primero hacía bases armónicas y de ahí llevamos melodía y armonía, cuestiones escolásticas, pero ya con esas bases comenzó a nacer el deseo de escribir algo inspirado por la naturaleza, por la sensibilidad propia del momento, por los sentimientos, el amor, la ilusión de la vida, empecé a componer algunas cosas al año que estuve en Morelia”.
Para ello, se puso a estudiar e investigar en historia de la música, en biografías de músicos, escuchando la radio mientras hacia sus tareas y también de los discos de 33 revoluciones por minutos, de acetato, que aún conserva y con música principalmente de concierto, aunque ya ha enriquecido sus gustos, pues ahora le gusta el Jazz y la música autóctona que, incluso, comenzó a tocar en una agrupación que formó y compartió con su hijo, llamada In Xóchitl In Kuikatl.
Para esto, Héctor Mora de Lira comenzó a componer en náhuatl para lo cual requiere mucha investigación y dedicación. “No digo que domino el náhuatl, pero sí he incursionado, sí lo entiendo, lo canto” y para hacerlo, partió de la literatura de Nezahualcóyotl y de otros poetas de quien tiene libros. Confiesa que le gustaría componer más, pero le falta tiempo. “Con ganas de tener todo el día y muchos días más de la semana para poder dedicarse de lleno a componer, pero tenemos que hacer muchas cosas más”, lamenta.

Recientemente ha
llevado a escena la
ópera “Payasos” y
está preparando “Las
bodas de Fígaro”

Miles de alumnos
Además de la interpretación, la investigación y la composición, quizá la parte que más satisfacción le ha dejado a Héctor Mora de Lira es la enseñanza y es imposible calcular cuántas generaciones de cantantes y músicos han pasado por sus aulas, pero asegura que son miles si se suman los años de profesor de secundaria, luego los universitarios y aún hoy en día en la jubilación en que, incansable, continúa creando coros sin abandonar jamás la idea de que puede enseñar.
¿Cuándo se dio cuenta de que quería cantar? Pregunto. Eleva sus ojos azules para echar a andar la memoria. “Siempre me dijeron que tenía buena voz y muy afinado”, dice, antes de empezar a contar, que una ocasión, cuando niño, se subió al presbiterio del templo del Sagrado Corazón y comenzó a entonar cantos cuando la misa había terminado, a lo que quienes aún permanecían en el lugar voltearon y aplaudían su afinación, mientras sus papás “chiveados” le decían que se bajara sin tener éxito.
A los siete años de edad lo invitaron a cantar al coro en ese mismo templo y en sexto año de primaria, en Morelia, entró al coro del seminario, pero para entonces se había dado cuenta que el canto le gustaba, para al volver a Zacatecas, comenzar a estudiar en el Instituto Zacatecano de Bellas Artes (IZBA), hoy Instituto Zacatecano de Cultura, donde a los 19 años comenzó también a dar clases de solfeo y tuvo entre sus alumnos a músicos reconocidos como Salvador García, director de la Internacional Banda Sinfónica del Estado de Zacatecas. Fue en 1982 que ingresó como docente a la BUAZ, así lo indica su primera credencial que aún conserva y carga en su cartera.
Aun y con la experiencia de varias décadas a cuestas, dedicadas a la música en los aspectos de la ejecución, interpretación, investigación y enseñanza, la medalla al Mérito Musical Candelario Huízar hacia su persona sienta un precedente, dice, pues muchos no consideran al cantante como un músico de verdad, incluso hay quienes los desprestigian porque no son “cuadrados” como los instrumentistas, pero es que el cantante “se guía más por lo sensible, no por la medida; a veces hace uno cosas que le nacen en el momento”, aunque recuerda que también ha sido ejecutante, pues estudió piano, violín, mandolina y flauta barroca entre otros instrumentos.

La música es la cara bonita de la vida
Después de una vida dedicada al arte, Héctor Mora de Lira considera que la música “es la cara bonita de la vida”, una profesión muy satisfactoria, sobre todo por el público y los alumnos que se forma. “Yo me encuentro a mis alumnos y ex alumnos y los veo realizados. Tengo la fortuna de que no hay alumno que me vea con mala cara”, dice, pues reconoce que lo ayudaron a crecer y ser lo que es.
“La música es una actividad que le evita a uno muchos malos ratos, malos pagos de la vida. Yo hasta ahorita he recibido puros buenos pagos, gracias a Dios que me ha dado los medios para lograr trascender en la música y me ha dado tantas satisfacciones”, agrega, antes de finalizar la entrevista y pasar a la mesa del comedor donde se encuentran extendidos todos sus reconocimientos y un expediente gordo en el que se condensa apenas una parte de su trayectoria. Luego, a la puerta de su casa que se abre para la despedida, remata con el mensaje a todos los músicos de que estudien para que obtengan premios como el Candelario Huízar que este año ha llegado a sus manos.

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