Por tercera vez consecutiva en pocos años el semidesierto zacatecano, la región donde se ubica el pequeño poblado minero de Mazapil, receptora de las cuantiosas inversiones mineras que presume el régimen de Miguel Alonso Reyes, se viste de luto con la muerte, ahora de 29 personas, que participaban en una peregrinación y fueron arrolladas por un camión sin frenos, tragedia que nunca debió de suceder, que pone en relieve graves fallas en instancias de diferentes niveles de gobierno, y que ya se está volviendo común en esa apartada zona del estado.
Como señalamos, no es la primera vez. Hace casi 12 años, el 8 de diciembre de 2003, un camión lleno de peregrinos se desbarrancó rumbo a la fiesta patronal de Concha del Oro, cuando peregrinos provenientes de Mazapil viajaban rumbo al municipio vecino, pero la falta de frenos los arrastró al vacío, lo que costó la vida a 15 personas. Ese año no se quemó la pólvora, ni hubo baile, tampoco danzantes, fue la primer gran tragedia en la región, de lo que en su momento, si se realizó una investigación profunda de los hechos y la administración estatal de aquel entonces si apoyó en todo lo necesario.
La segunda fue el 18 de diciembre de 2010. Pólvora de los juegos pirotécnicos explotó dentro de la casa parroquial de la Inmaculada Concepción, en el mismo municipio de Concepción del Oro, matando a los hermanos Gustavo y Luis González Guerrero, de 14 y 18 años. Hubo más de 10 heridos, entre ellos el párroco Dionisio Muñoz, que perdió un ojo debido a la explosión, hechos en los que la tragedia, la muerte y afectación de múltiples personas, en pueblos de la misma zona, han sido el denominador común.
Estas son tragedias sin razón de ser, y mucho de ella se habría podido evitar con la simple aplicación de reglamentos y verificaciones, como el Reglamento General de la Ley de Transporte, Tránsito y Vialidad del Estado de Zacatecas en lo que compete para el funcionamiento y operación del transporte de carga, una falla de tal magnitud en una unidad, difícilmente habría sido pasada por alto en un examen, lo que implica que si no se está realizando una verificación rutinaria de estas unidades por algún inspector, el riesgo de una tragedia siempre estará presente, es decir, puede haber una corresponsabilidad del gobierno en esta tragedia.
El problema de fondo es: ¿Qué se puede esperar de un régimen donde la regla es la desatención, la corrupción, y en última instancia la impunidad? ¿Podemos pensar que en los lejanos municipios del semidesierto zacatecano se estén realizando las verificaciones necesarias por las instancias en los lugares y situaciones de riesgo y evitar una tragedia más, cuando no se realizan correctamente ni siquiera en el centro del estado? ¿Qué está haciendo de fondo el estado para prevenir otra tragedia similar? Esas y otras preguntas similares son las que se formula la gente y son de las que exigimos respuestas.
La percepción general en casi todos los sectores que tiene la sociedad zacatecana del gobierno priísta actual de Miguel Alonso Reyes, es la de una administración pública donde prevalece la corrupción, los conflictos de interés y las obras suntuosas, y donde los hermanos del gobernador son señalados como principales promotores de una descomposición oficial. A cuatro años de tomar protesta, no hay nada que destacar a favor, sólo incompetencia, ignorancia, negligencia, soberbia, impunidad e irresponsabilidad en el manejo de los recursos públicos, traducidos en 900 mil pobres; 300 mil personas que sufren hambre y 160 mil jóvenes que no estudian y sin oportunidades de empleo.
Y aun peor es la omisión en políticas de seguridad, hay miles de muertes del inicio de su administración, miles de secuestros, que están a la alza, de lo que Zacatecas no ha emitido una estadística confiable, existe un clima de violencia en todo el estado. Hay omisión por parte del gobierno estatal, una omisión dolosa en cuanto a la transparencia de la información a la opinión pública, una estrategia inoportuna, o falta de ella en Seguridad Pública, (incluido el transporte público de carga, taxis, autobuses entre otros), y mientras continua la ola de violencia azotando regiones enteras del estado, se abstrae Alonso Reyes viajando al extranjero o buscando la foto de “socialite”.
Es una afrenta a los zacatecanos y los deudos de los fallecidos en esta tragedia de Mazapil que se haya ido prácticamente solo a tomar la foto, así como las condolencias de estos personajes como Peña Nieto, que se percibe, sólo es en la búsqueda de acrecentar su alicaída popularidad, sin que se haya anunciado nada significativo, el deber de los gobernantes es de prevenir, no de lamentar, son preferibles en su momento las acciones concretas y tangibles, los hechos, que las lamentaciones, o en este caso, las condolencias.
Debemos señalar que la tragedia de Mazapil es una consecuencia de un mal gobierno, no un hecho aislado, y así como estas 29 muertes hasta el momento de la redacción de esta humilde colaboración, hay muchísimas otras más, por violencia o por enfermedad, así como miles de zacatecanos que viven con miedo y con hambre, causado todo ello por omisión, por una desatención condenable, en nuestro caso, nos solidarizamos con los zacatecanos que viven esto, y con las personas que sufrieron en carne propia estos hechos, nuestras condolencias a las familias afectadas.
Por todo ello, por la corrupción sistémica y endémica en Zacatecas y en el país, por la irresponsabilidad de gobiernos como este de Miguel Alonso, por la necesidad de un cambio profundo en la manera de gobernar, hemos venido convocando a un gran pacto social, de solidaridad entre mexicanos en la búsqueda de cambiar las cosas, de reconstruir a Zacatecas, a México, de que con la participación de todos construyamos el estado que todos queremos y nos merecemos, donde haya un mejor presente y futuro para todos.■
