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jueves, 28 marzo, 2024
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La tercera nacionalización nos toca a nosotros

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Por: JORGE ADÁN HERNÁNDEZ LÓPEZ •

Para quienes se han beneficiado de las políticas entreguistas que hace algunos sexenios se implementaban en nuestro país, o sea, esas políticas que entregaban la riqueza nacional a extranjeros a cambio de jugosos negocios para unos pocos; la Reforma Eléctrica de la 4T, representa un peligro para sus intereses, pues tan mencionada reforma, está hecha desde un sentido nacionalista y patriótico, donde se le plantea darle a la Comisión Federal de Electricidad, mayor importancia, autonomía y participación. Además, la cereza del pastel, es que la Reforma Eléctrica de la 4T, plantea la nacionalización del litio; sin duda, tal propósito representa un acto de patriotismo y nacionalismo; no es para menos, la importancia del litio es tal, que es llamado el “oro blanco” y México tiene muchas reservas de este mineral.

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La nacionalización del litio representa un hecho histórico con una importancia de la magnitud que tuvo la expropiación petrolera que es la primera nacionalización en materia energética; o como la nacionalización que hubo en su momento de la industria eléctrica, que representa la segunda nacionalización. Ahora a la 4T, pero sobre todo a quienes nos toca vivir este proceso de transformación, nos toca impulsar la tercera nacionalización, la nacionalización del litio.

Si queremos comprender la magnitud y la importancia de la denominada tercera nacionalización, debemos hacer, aunque sea una breve reflexión, de los contextos políticos, económicos y sociales que había cuando ocurrieron las otras dos nacionalizaciones; de manera que podamos comparar y magnificar con las situaciones actuales.

Respecto a la primera nacionalización, tengamos en cuenta lo siguiente. Durante el Porfiriato, las concesiones y la enajenación de riquezas nacionales fueron mucho mayor que en cualquier época, a lo que hay que sumarle todas las facilidades que se le dio en su época a las empresas extranjeras, que van desde el no cobro de impuestos hasta la venta de terrenos a precios muy bajos. Era de suponerse que la explotación de petróleo mexicano pasó a ser controlada completamente por extranjeros, lo que significó que a pesar de que México siempre ha tenido un enorme potencial petrolero, las ganancias no se quedaban en nuestro país; además, de que la clase obrera mexicana, quien era la que hacia el trabajo duro, no tenía condiciones laborales dignas. Las situaciones anteriores fueron parte de los motivos que hicieron que un 18 de marzo de 1938 el Presidente Lázaro Cárdenas expidiera el decreto de la Expropiación Petrolera. El decreto expropiaba maquinaria, refinerías, edificaciones, embarcaciones, en general todo bien mueble e inmueble de las empresas extranjeras que explotaban el petróleo en el territorio nacional. Fue una actitud además de nacionalista, temeraria, pues lógicamente los gobiernos extranjeros no se quedarían con los brazos cruzados; pero esa primera nacionalización contaba con lo más valioso que puede tener un país, la solidaridad de su pueblo. Fue el pueblo de México quien en respaldo de Cárdenas política y socialmente y apoyaba la expropiación ayudando con lo que podía al pago de las indemnizaciones a extranjeros.

En materia de la industria eléctrica, la historia es muy similar, pues las concesiones otorgadas a extranjeros durante el porfiriato, provocaron que el suministro de energía eléctrica dependiera de empresas extranjeras, haciendo que el servicio fuera deficiente y que los trabajadores de la industria no contaran con las suficientes prestaciones laborales. La energía eléctrica que se producía en nuestro país, que se comercializaba en nuestro país y que ocupaba mano de obra de nuestro país, no daba suficientes beneficios para nuestro país; por tales motivos el Presidente Adolfo López Mateos, decide nacionalizar la industria eléctrica. “Ni un paso atrás, fue la consigna de Don Lázaro Cárdenas del Río, al nacionalizar nuestro petróleo. Hoy le tocó por fortuna a la energía eléctrica. Pueblo de México, los dispenso de toda obediencia a sus futuros gobernantes que pretendan entregar nuestros recursos energéticos a intereses ajenos a la Nación que conformamos”; palabras que formaron parte del discurso de López Mateos tras la segunda nacionalización.

Actualmente, el litio representa un importante material con miras hacia el futuro inmediato. Con él, se fabrican microchips; baterías para autos, computadoras, celulares, medicamentos entre otras cosas. Desde hace ya algunos años, este metal ha adquirido una gran demanda a nivel mundial debido a sus propiedades, que lo hacen el material perfecto para la fabricación de los productos antes mencionados, además de ser utilizado en la industria de la aeronáutica y la energía nuclear. La explotación del litio es tan prometedora como la explotación del petróleo o del oro, la diferencia es que los yacimientos de litio son mucho más escasos que los de los anteriores materiales mencionados. La gran demanda de litio y su precio a nivel internacional han provocado conflictos bélicos, territoriales y políticos en algunos países como Argentina, Bolivia o Afganistán, por mencionar algunos.

La Reforma Eléctrica de la 4T, plantea que, en el texto de la Constitución, se plasme que el litio es propiedad de la nación; lo cual se traduciría en que no habría concesiones a extranjeros para la explotación de este metal. La explotación y comercialización de este metal lo harían los mexicanos y las ganancias serían a favor del pueblo de México. Por lo pronto, al igual que hace unos años el pueblo respaldo la Expropiación Petrolera y defendió la nacionalización de la industria eléctrica, hoy nos toca defender la nacionalización del litio.

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