En el estado de Zacatecas, el Día de Muertos se convierte en una celebración vibrante y poética, donde cada rincón palpita de vida y color. Las calles del Centro Histórico se transforman en un mosaico de luces y sombras, donde las calaveras y catrinas desfilaron con gracia y orgullo.
Este año, los ecos de risas y cantos resonaron, creando una sinfonía que abrazó a miles de familias que se reunieron para rendir homenaje a quienes han cruzado el umbral. Disfraces elaborados de calaveras y catrinas a través de cartonería, con sus rostros pintados de colores brillantes, se entrelazan con las vestimentas tradicionales de charros y danzantes.
Cada figura, cada risa y cada lágrima cuentan historias de amor, de vida, de memoria. La presencia del estado invitado, Michoacán, trajo consigo la mágica imagen de las mariposas monarca, que, como almas errantes, simbolizan el viaje entre lo terrenal y lo eterno. Sus alas doradas danzan en el viento, recordándonos que los que amamos nunca se alejan del todo.
Las notas de la música de tamborazo resuenan en el aire, acompañadas por la batucada y los sones que hacen vibrar el suelo.
Los altares, esos sagrados templos familiares, son el corazón palpitante de la celebración. En ellos se disponen fotografías de los difuntos, como faros que iluminan el camino del alma hacia el hogar. Velas encendidas parpadean suavemente, guiando la llegada de aquellos que amamos.
El aroma de cempasúchil inunda el aire y en cada altar, los alimentos y bebidas se ofrecen con amor: pan de muerto, frutas, tequila y atole, todo dispuesto con esmero para deleitar el paladar de los que ya no están. La sal, símbolo de purificación, se presenta en forma de cruz, recordando que la vida y la muerte están entrelazadas en un ciclo eterno.
Para captar la esencia de esta celebración, se realizó un sondeo entre los habitantes del Centro Histórico de Zacatecas y en redes sociales, cuyas respuestas revelaron la riqueza emocional y cultural que el Día de Muertos representa. Muchos expresaron que esta festividad es una oportunidad para recordar y honrar a sus seres queridos que han partido, un momento en el que se sienten más cerca de ellos, compartiendo anécdotas y reviviendo recuerdos en familia.
Otros señalaron que el Día de Muertos simboliza la celebración de la vida, recordando lo valioso de vivir plenamente y disfrutar cada momento. La riqueza cultural también emergió como un aspecto fundamental, con muchos describiendo la fusión de tradiciones indígenas y católicas como una hermosa manifestación de su identidad.
Algunos reflexionaron sobre la muerte y su lugar en la vida, manifestando cómo esta festividad les ayuda a entender que la muerte es parte del ciclo natural, motivándolos a vivir con más intensidad y valorar sus relaciones. Para otros, el Día de Muertos tiene un profundo significado espiritual, un momento en el que creen que las almas de sus seres queridos regresan para visitarlos, brindándoles consuelo y esperanza.
El sentido de comunidad y unión es palpable, ya que las festividades, desfiles y ofrendas compartidas acercan a los vecinos y fortalecen los lazos entre todos.
En esta sinfonía de luces y sombras, el Día de Muertos nos recuerda que la muerte es solo un paso más en el viaje de la existencia. En Zacatecas, como en todo México, esta celebración se erige como un poderoso tributo a la vida, un recordatorio de que aquellos que amamos nunca se alejan del todo. En cada altar, en cada risa, en cada lágrima, la memoria perdura, y la vida sigue danzando entre los recuerdos, envolviéndonos en un abrazo eterno.