Todos somos migrantes. Es una definición más que humana, eminentemente vital, biológica, de sobrevivencia animal. Y sin embargo, seguimos construyendo muros, barreras, contenciones de todo tipo para evitar este flujo que tiene como detonante fundamental la cada vez más amplia desigualdad económica y de desarrollo entre el norte y el sur global, y como motores históricos, al colonialismo y al imperialismo capitalistas que han venido exacerbando a velocidades cada vez mayores la apropiación por despojo de los pueblos de todo tipo de recursos y, su concentración en poquísimas manos.
Los cinco trabajos contenidos en Los muros de aire. Y otras crónicas de frontera, de Yael Weiss, nos encaran con los testimonios y vivencias de hombres, mujeres y niños, a veces, de familias enteras, integrantes de las recientes mareas migrantes que, desde el sur y hacia el norte del nuestro propio continente protagonizan miles y miles de seres humanos.
Aun cuando la migración en América Latina tiene una larga y ya constituida historia y hasta tradición, como lo sabemos bien los zacatecanos que sumamos más de los nuestros habitando los Estados Unidos que quienes medio sobrevivimos en este vasto y árido territorio, las mareas iniciadas en 2018 desde Centroamérica, a las que se refiere la autora, se presentan como fenómenos nuevos que requieren acercamientos focales para su comprensión.
Así lo expone el investigador del Colegio de la Frontera Norte, J. Pérez Caballero en un trabajo publicado sobre el tema en 2020 en que retoma uno de estos enfoques, al que cita como doctrina del enjambramiento o swarming (por su término en inglés, autoría de Arquilla y Rondfeldt). Un enjambramiento que dice, permitió la aglutinación y la sorpresa de las caravanas a modo de “una toma de la frontera” parecida en sus formas e impugnación del espacio y del tiempo a la “toma de la plaza”.
Yael Weiss exhibe bien con sus propias palabras ese ánimo de la turba y compara esta toma a la de La Bastilla, al señalar que “no databa de ayer que los migrantes subieran desde sus países empobrecidos y cruzaran la valla que los separaba de una vida en dólares. Pero sí lo era que caminaran en grupos numerosos a la luz del día, con las heridas expuestas. En Versalles y ahora en Estados Unidos”, acota, “seguía la fiesta” y sin embargo, desde afuera las voces parecían decir:
“Mírennos gringos abusivos… No nos escondemos como maleantes, con los peligros indecibles de la sombra, pagando mucho dinero a la red de negocio ilegal que controla los caminos y las entradas y salidas entre México y Estados Unidos. Mírennos, somos miles”.
Y sin embargo, a la sorpresa inicial se ha respondido además de con la fortificación tecnificada de la frontera estadounidense con México derivada del añejísimo 11S y su muy vigente paranoia, sobre todo, con la exacerbación del espíritu WASP antiinmigrante con sus consabidos componentes de xenofobia, racismo, clasismo y sospechosismo respecto de los bad hombres, diría Donald Trump.
Además, hay que poner sobre la mesa cada vez que sea posible y para el que lo quiera ver, que la migración al igual que el tráfico de drogas son dos problemáticas que en realidad no busca combatir o solucionar el imperio gringo, sino administrar económica y políticamente para mejor y mayor usufructo de sus intereses, de ahí el de otra manera incomprensible empecinamiento en proseguir con los encuadres policíacos y militaristas que incluyen justo el levantamiento y reforzamiento de muros físicos y políticos, y la persecución, criminalización y confinamiento de las personas, y la presión contra gobiernos latinoamericanos.
Por eso no habrá diferencia alguna en estos temas si gana la presidencia norteamericana Harris o repite Trump.
Volviendo a Weiss, tenemos en sus crónicas el relato de piso, el vivencial, incluso desprovisto de contexto histórico y geopolítico general o sólo propuestos de manera fragmentaria, para centrarse en LAS EXPERIENCIAS de la migración, en las motivaciones y problemáticas inmediatas de las personas: el desplazamiento forzado por la pobreza y la marginación, la persecución política, el escape de las violencias, incluidas las de género y las criminales.
Es también una crónica al modo de una road movie, donde ella misma se narra en su interactuar con observados y entrevistados contrastada respecto de su condición de estudiosa del “otro” y nunca confundida con “él”, que entiendo es intencional, pues la exhibe empoderada diríase ahora, y hasta libre o muy libre respecto de los más vulnerables entre los vulnerables.
Ella transita, entra y sale, compra, paga, “picha”, se acomoda en una cama mullida de hotel, atestigua la vida en las fronteras norte y sur de México, en los cruces de los ríos, en los albergues y casas para migrantes, escuchando a quienes se han montado en La Bestia, se han visto forzados a prostituirse, han ido perdiendo a los suyos por el camino, han encarado o escapado de la muerte en el trayecto, o se han incorporado como voluntarios para la ayuda humanitaria que sostiene aunque sea precariamente el flujo migratorio.
Weiss logra a través del encuentro, el diálogo y a veces el acompañamiento de toda serie de personajes en sus cinco estancias de frontera: Tijuana, Baja California; Tecún Umán, Guatemala; Palenque, Chiapas; Ciudad Juárez, Chihuahua; y Reynosa, Tamaulipas; que atestigüemos con ella la experiencia de los que llama, “mundos enteros en marcha difíciles de detener, como exigirle a la Tierra que cese sus giros”.
Las fronteras expuestas son no sólo geográficas sino puntos álgidos, sinónimos de lo extremo en la experiencia humana, lugares que ofrecen a los hombres, mujeres y niños; vivencias límite como el cruce de la selva del Darién, un infierno acotado entre Colombia y Panamá que ya se ha vuelto mítico en el trayecto por su peligrosidad. Y el otro infierno, el mexicano, caracterizado por la operación de carteles, extorsiones, desapariciones y asesinatos.
O bien, la vulnerabilidad de lo femenino. Esa reiteración de que ellas, sean mujeres cis o trans, además de todas las violencias, serán víctimas de agresiones sexuales; prostituidas o violadas, o aun abandonadas en el camino junto con sus crías por retrasar el avance de las caravanas, y dejadas con ellas a su suerte, muchas veces fatal.
En el Darién también violan hombres, un agravio que nos ubica en la dimensión real de la agresión sexual, su carácter de poder patriarcal sobre los más débiles y vulnerables, allí todas y todos lo son.
La escritora acierta al comparar la experiencia migrante con un juego de serpientes y escaleras donde en una tirada de dados puede perderse el avance logrado. Personas casi por alcanzar la meta o ya habiéndola alcanzado son capturadas-deportadas-asaltadas-heridas y devueltas a una casilla muy muy atrás por el coletazo de un reptil.
Hay quienes han intentado hasta 10 veces el cruce con la consabida paga en miles de dólares a polleros o coyotes… Ésta es una de muchas ventanas que asoman al gran gran negocio que es la migración indocumentada que ha generado toda una cadena y diversificación de negocios legales e ilegales. Les venden todo, les cobran por todo, sin garantía de nada.
Con Los muros de aire. Y otras crónicas de frontera quiso Yael Weiss tomar una fotografía, “sólo una instantánea pero que si está bien tomada puede retratar un estado de mundo”, y lo logró, captura estos nuevos fenómenos migratorios en la coyuntura además de la que fue la primera pandemia global que impactó también en las políticas estadounidenses de control de fronteras y por tanto en sus políticas de seguridad migratoria.
Y aun defendiéndose de no ser periodista y sí escritora, hay que decirle que si logra el retrato histórico de este momento global en su arista latinoamericana, además cronicado, es decir, haciendo uso de uno de los géneros periodísticos por excelencia…si no se siente periodista lo lamentamos pero se acerca mucho a esa identidad.
Yael Weiss quiso pues que pensáramos en los muros ominosos, y los hemos tenido de hierro, de la tortilla, electrificados, militarizados. Recuerda a Los muros de agua de la cárcel que contuvo a José Revueltas en Islas Marías, pero sostiene que son los muros invisibles los más eficientes para separar por miles de kilómetros a los pobres del mundo de sus aspiraciones por una vida mejor.
“Quienes cruzan estos muros de aire, y luego fronteras intermedias, y al final se enfrentan con las barreras más altas y tecnológicas erigidas para detenerlos sólo a ellos, los más pobres y desesperados, son los más rebeldes entre nuestros contemporáneos, encaran la valentía necesaria para iniciar las revoluciones. Pero no sabemos si habrá revolución. No sabemos si los integrantes de estas caravanas serán, al final, simple carne de cañón de una guerra ya perdida por anticipado”, concluye.
El libro de Weiss, editado en 2023 por editorial Debate, fue presentado en días pasados en el contexto de celebración de la Feria Nacional del Libro de Zacatecas 2024.