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viernes, 20 septiembre, 2024
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Algunos pájaros no vuelan, de Dalí Corona

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Por: Armando Salgado •

De Dalí Corona leí anteriormente Cartografía del tiempo y Ansiado norte. En ambos se observan fragmentos de viajes -de él, de otros- donde descender a ciertas preguntas es un paso obligado, como aquella mirada hacia la infancia, necesaria y forzosa también. En este cruce permanente se recrean situaciones y vivencias desde el poema, para llegar a esos puntos luminosos donde la evocación resplandece. ¿No es la nostalgia el puente para cruzar los años pasados?  

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Dalí Corona en su nuevo poemario para la niñez, titulado Algunos pájaros no vuelan, ofrece múltiples maneras de retornar al único paraíso perdido dentro de nosotros y volar a ras de la memoria. Este material ha sido publicado por la Secretaría de Cultura de Veracruz y fue ilustrado por Gerardo Vargas, con la tinta del ensueño para retratar los días que no volverán.

A partir de este sistema poético que pondera la memoria, cada poema revive tardes infinitas de juego donde la imaginación mezcla diversos contenidos: desde un grupo de gallinas que domina el arte de soñar despiertas, frente a su remanente de tropa de tiranosaurios, queda abierta la posibilidad de recuperar: ellas, la cima de la evolución; nosotros la llave a la infancia. También se revela una parvada de loros parlanchines; un sueño de pingüinos que “planean por el agua como si anduvieran en las nubes”; un avestruz-camello; la verdadera ubicación de los dodos y un corral donde la tristeza hurga el piso en busca de alimento. La lectura de estos animales es un recorrido guiado por distintas emociones que nos habitan de forma natural. Dalí Corona -con ojo liberador de fauna cautiva- explora poema a poema otras extensiones de la humanidad: el chisme, adivinanzas, escalofríos o la locura cuerda que hace cu-cu, cu-cu, al destornillarse de emoción:

 

Chisme
Para nombrar el tornillo que nos falta, decimos que tenemos la cabeza llena de pájaros volando; para nombrar el escalofrío que recorre nuestra piel, que la carne se nos pone de gallina; para señalar a los que hablan por los codos, a los que no les para el pico, decimos que son como pericos; para nombrar la locura de los otros, cucu, cucu.

¿Qué dirán las aves de nosotros?

Ilustración de Gerardo Vargas para el libro Algunos pájaros no vuelan, de Dalí Corona.
Ilustración de Gerardo Vargas para el libro Algunos pájaros no vuelan, de Dalí Corona.

El vuelo es otro elemento visible e invisible en este poemario. No es un recurso que pertenezca sólo a las aves, sino también se materializa en las personas que fincan logros imposibles: como volar por los cielos con alas de metal o usando poemas de papalotes:

 

Metamorfosis
Luego de varios intentos, los hermanos Wright lograron que su aeroplano se elevara. Aunque sólo fue por unos segundos y por muy corta distancia, algo en ellos cambió desde ese instante.

Amanecían con ramas a su alrededor o con plumas pegadas a la ropa. Chocaban con los vidrios y, si tenían que ir a algún lugar, lo hacían a toda velocidad batiendo los brazos en el aire, como si fueran las alas imaginarias de un pájaro gigante.

Sus bolsillos estaban repletos de semillas, piedras y hojas secas y, a menudo, los podías escuchar silbando alegres cerca de algún árbol. La gente que los conocía no lograba entender cómo aquellos dos adultos, de pronto, se habían convertido en unos niños.

Ilustración de Gerardo Vargas para el libro Algunos pájaros no vuelan, de Dalí Corona.
Ilustración de Gerardo Vargas para el libro Algunos pájaros no vuelan, de Dalí Corona.

Dalí Corona plasma una serie de circuitos aéreos para contemplar la relación aviaria entre humanos y aves. Se plantea la pregunta sobre qué son los pájaros, si son poemas con alas traslúcidas. Estas historias de altos vuelos son “una luz que brilla con más fuerza entre otras luces”. Es una de las múltiples finalidades de la poesía, la posibilidad de hacer preguntas que nos trasladen a un campo de estrellas, a un patio de universos y, a veces, si no nos extraviamos, a una llanura de planetas luminosos con ubicación permanente en nuestra infancia. «Algunos pájaros no vuelan», es un libro para leerse muchas veces y mirar entre sus alas, un trozo de cielo. Quizá por eso algunos deciden no volar:

 

Papalotes
Atados a la mano que gobierna su destino, los papalotes flotan en la vastedad del cielo. Carentes de curso, son frágiles vigías de lo que pasa al otro lado del cordón que los sostiene.

Impacientes, suelen practicar piruetas para matar el tiempo, para sentir que en las alturas tienen un propósito más grande que ser sólo figuras aburridas de papel de china.

De ser completamente libres vagarían por las nubes, como los globos de enero o las flores de marzo; en vez de eso, permanecen suspendidos aguardando un golpe de aire, un cambio en la corriente que los desprenda de la tierra como a los halcones los raudos torbellinos de Noruega.

Ilustración de Gerardo Vargas para el libro Algunos pájaros no vuelan, de Dalí Corona.
Ilustración de Gerardo Vargas para el libro Algunos pájaros no vuelan, de Dalí Corona.

 

 

 

 

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