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jueves, 28 marzo, 2024
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Los jóvenes y la violencia en Zacatecas

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Por: Marco Torres •

La reproducción de males en el país, en gran parte, se debe a una causa común: la reproducción de una sociedad con poca Cohesión Social. México se ha convertido en una sociedad de exclusas. Espacios sociales que no tienen intersecciones: verdaderos mundos paralelos. Sin intersecciones o sin lugares comunes o de encuentro. En la reproducción de la desigualdad que ya es fragmentación y segmentación, hay espacios de privación y de privilegio. Lo público, por el contrario, se define por 3 rasgos: (1) lo común a todos, (2) lo que es de libre acceso y (3) aquello que se publicita. Pues bien, no sólo hay inhibición de ese libre acceso con formas privativas sólo a capas de ingresos altos, sino que han desaparecido espacios comunes de aquellos que son desiguales. Los desiguales no se encuentran. Los espacios de encuentro son vitales: por ejemplo, las escuelas se han convertido en lugares para adquirir capital social. Entre escuelas diferentes pueden tener distribución de contenidos cognitivos similares, pero en ciertas escuelas se contactan muchos alumnos de origen medio con hijos de las élites, lo cual trae ventajas de contacto social que se traducen en empleo o en emprendimientos ventajosos.
Ahora mismo la cobertura en educación superior es de 30 %, y de esta población llega a tener ocupación en su área profesional la mitad. El 66% de los jóvenes mexicanos tienen un tipo de trabajo precario. ¿Cómo estos programas cambiarán esa estructura de exclusión? Para lograr revertir dicha estructura social se tendría que sincronizar estrategias en diferentes campos del desarrollo. Especialmente los campos educativos con el económico-productivo, bajo un modelo de desarrollo que busque la equidad. Conectar la creación de emprendimientos económicos con los estudiantes y egresados de las universidades.
La cosa es observar uno de los problemas más importantes del sistema educativo mexicano: la inclusión desigual. Hay dos áreas de exclusión: una es cuando los jóvenes se quedan fuera del sistema educativo; y otra es la exclusión que ocurre estando dentro del sistema educativo. Este último se refiere a la segmentación al interior de la oferta educativa, donde hay escuelas que empatan alto nivel socioeconómico con elevadas oportunidades de desarrollo profesional, y otras escuelas que concentran matricula de sectores populares y tienen bajos resultados en las oportunidades del desarrollo de los jóvenes. El estudio empírico que hace el maestro Gonzalo Saraví muestra de manera contundente cómo los jóvenes que sí ingresan al sistema de educación, pero lo hacen a escuelas con distintas posibilidades, exhibe un sistema internamente segmentado. Luego entonces, las escuelas y universidades no son la plataforma para superar la desigualdad, sino justo uno de los mecanismos que reproduce la desigualdad y así, la hace persistente.
Si el objetivo de extender la cobertura en educación es lograr la igualdad de oportunidades en los jóvenes con orígenes socioeconómicos distintos; pero al darse la expansión educativa en un contexto de inclusión desigual, resulta (justamente) la desigualdad de oportunidades. Así las cosas, ampliar la cobertura no implica necesariamente lograr igualdad de oportunidades. Por ello, ampliar la cobertura a más jóvenes no implica que se alcance el objetivo de igualdad de oportunidades en las nuevas generaciones. Toda la política educativa actual, basada en las teorías del capital humano y en supuestos meritocráticos, no han dado resultados positivos porque han ignorado las causas del fenómeno de la inclusión-desigual. Entre escuelas de alumnos que vienen de la privación de aquellos que provienen del privilegio.
El problema que tenemos encima con las jóvenes generaciones es de fragmentación e inclusión desigual, y es lo que en los programas de gobierno no se ve satisfecho. Además de otros requisitos que tienen las políticas contra la desigualdad: ver no sólo el polo de la pobreza, sino el de la riqueza. Las políticas tradicionales se proponen generalmente disminuir la pobreza, pero no moderar la riqueza extrema; pero sin esto último la desigualdad no será menor.
Una cadena causal se presenta de manera especial en los Jóvenes metropolitanos: el 78% de la población de Zacatecas es urbana y la frecuencia delictiva se concentra en la zona metropolitana, Fresnillo, Zacatecas y Guadalupe. Los diagnósticos sobre el tema señalan que es un problema que se concentra en un cierto sector de la población: los jóvenes. El 87% por ciento de los incidentes son cometidos por ellos. Otro factor de riesgo que debemos atender es la llamada Pobreza cultural: el hecho de que el 30% de los jóvenes zacatecanos no dedica tiempo a ninguna actividad cultural que vaya más allá de la escuela o el trabajo; y sumado al abandono escolar y la precarización económica, sintetizan lo que denominaremos Lumpenización Precaria.
La estructura de fondo que provoca los problemas de violencia y delitos es la fragmentación y segmentación social. La sociedad estructurada en exclusas sociales provoca la desigualdad que motiva conductas delictivas y la incomprensión que hace posible la agresión al otro. Los delitos se concentran con los jóvenes, y por eso ahí deben estar centradas las políticas. En esta población hay dos fenómenos que los afectan y refuerzan la tendencia señalada: la exclusión y la inclusión desigual. La primera se expresa en forma alarmante en los jóvenes que ni estudian ni trabajan, los cuales, en la Zona Metropolitana oscila entre 53 a 62 mil. Es fundamental que se emprenda la sincronización de educación-empleo para incluir a toda esta población que es vulnerable a convertirse en ejército de reserva de la delincuencia. No existe un plan de sincronización de los programas educativos con las políticas de empleo, lo cual pone sobre la mesa una tarea urgente para el Estado. ■

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